Casa Brenes Méndez, un tesoro arquitectónico y cultural

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

En el corazón de San José, se erige la Casa Brenes Méndez, un testimonio tangible del esplendor arquitectónico de principios del siglo XX en Costa Rica. Esta residencia, construida alrededor de 1910, es un ejemplo emblemático de la influencia victoriana en la arquitectura costarricense, combinando elegancia, historia y cultura en una sola estructura.

Está exactamente en calle 11 y avenida 9, en el llamado ahora Paseo de la República Argentina, que son cuadras que van desde el Instituto Nacional de Seguros (INS) hasta la vieja entrada del Parque Bolívar, que está casi a la par de la casa, en lo que es el límite histórico de las barrios Otoya y Amón; por eso la casa se puede ubicar indistintamente en cualquiera de esos dos barrios. De hecho, para la investigación de esta columna, me encontré referencias que dicen que está tanto en Otoya como en Amón. Lo cierto es que la casa se convirtió en un símbolo del estatus social de sus propietarios y en un ejemplo representativo de la arquitectura residencial de los barrios elegantes de San José.

El diseño de la Casa Brenes Méndez fue encargado al ingeniero Luis Paulino Jiménez, quien utilizó el sistema constructivo conocido como bahareque francés. Este método, que combina una estructura de madera con un forro de metal, fue común en las edificaciones de la época, especialmente entre las familias de la alta burguesía. El inmueble, con su diseño estilizado, forma parte del contexto urbano residencial del barrio Otoya, el que junto con el barrio Amón -con el que conforma hoy día una unidad por conurbación- constituyen verdaderos documentos y testimonios del crecimiento residencial o ensanche, desarrollado para la clase alta josefina de la época, desde finales del siglo XIX y las primeras cuatro décadas del siglo XX.

El estilo victoriano de la casa se manifiesta en diversos elementos arquitectónicos que aún se conservan con orgullo. Las columnas del primer nivel, ornamentadas en su parte superior, las ventanas de medio punto y el antejardín con un muro bajo frontal y su verja de hierro colado, propio de la influencia victoriana. La edificación se construyó con bahareque francés o ferrocemento, posee pisos y cielos rasos de madera, y cubierta de láminas de hierro galvanizado. Se hace notar la presencia de las columnas de madera externas que presentan capiteles de madera torneada con caladora, de influencia victoriana antillana. Además, la casa incorpora elementos de la arquitectura grecorromana, como medallones en la fachada y puertas con remate de cornisas, que le otorgan una singularidad estética única en su entorno.

Más allá de su valor arquitectónico, la Casa Brenes Méndez fue el hogar de una familia numerosa y próspera. Carlos Brenes Ortiz y Arabela Méndez Álvarez, junto con sus cuatro hijos, Dora, Ofelia, Carlos Manuel y Nereo Jorge, vivieron en esta residencia, que fue un espacio de encuentro y convivencia. También vivieron ahí otros parientes, y cuando Nereo se casó con María Luisa Calvo, vivieron ahí también, junto con sus dos hijas: Ana Isabel y Eugenia. Las hermanas vivieron en la casa hasta que ambas contrajeron matrimonio.

Ana Isabel Brenes Calvo, nieta de los fundadores, recuerda con nostalgia los días de su infancia, cuando jugaba con su hermana en el ya desparecido parque Bolívar o usaban la baranda de la escalera como tobogán. Las memorias de la vida familiar en la casa son un testimonio de la calidez y hospitalidad que caracterizó a esta residencia durante más de un siglo.

Ana Isabel recuerda la casa como “enorme, acogedora y muy iluminada”, pues la luz ingresaba por sus múltiples ventanas. “Vivíamos muchos, pero había espacio para todos. En el primer piso estaba el comedor, era un lugar donde todos nos reuníamos puntualmente para almorzar, cenar, conversar, oír música”. Ella fue repasando mentalmente cada uno de los aposentos: la sala, la cocina, la despensa, un dormitorio para la servidumbre y la oficina donde alguna vez estuvo el escritorio del expresidente Ricardo Jiménez Oreamuno, socio de don Carlos Brenes, quien era abogado. En la segunda planta estaban todos los dormitorios, amplios e iluminados, y los cuartos donde cosían las tías.

En 2016, la Casa Brenes Méndez fue declarada Patrimonio Histórico Arquitectónico de Costa Rica, bajo el Decreto Ejecutivo No. 39671-C. Esta declaratoria reconoce no solo su valor arquitectónico, sino también su importancia dentro del contexto urbano de San José y su simbolismo cultural. La casa se encuentra en un barrio que aún conserva una gran cantidad de edificaciones similares, lo que la convierte en un hito dentro de la historia urbana de la capital costarricense. Justo a la par de la casa, se ubica otro edificio patrimonial que actualmente alberga al Centro de Cine. Ahí vivió el expresidente de la República José Figueres Ferrer, en los días de la Junta Fundadora de la Segunda República.

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Hoy en día, la casa ha trascendido su función original, para convertirse en un espacio cultural vibrante conocido como Casa Talentum. En su interior, los visitantes pueden disfrutar de la Galería Talentum, dedicada a exposiciones temporales, y la Galería Plural, que ofrece artesanías de diseño costarricense. Además, el restaurante Orvieto brinda una experiencia culinaria única, fusionando la historia con la modernidad en un ambiente inigualable. He ido un par de veces a almorzar al restaurante. Pueden, ya sea escoger sentarse dentro de la casa o en la terraza del patio interior que es muy bonita. La comida, de más está decirlo, es excelente.

Si quieren más información pueden visitar el sitio web de Galería Talentum o visitar su cuenta de Instagram.

Preparé una bonita galería de imágenes propias, a las que les agregué algunas de Rodrigo Vargas S., que tomé de Facebook. Para que puedan ver la casa en todo su esplendor, hice una galería en alta resolución en Facebook.

Galería

 
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Referencias: Estudio técnico realizado por el historiador Carlos Zamora y la arquitecta Verónica Solórzano, del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura. Artículo de La Nación, Julio 2016. Mi Costa Rica de antaño.

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