Sabra y Shatila: masacre que quedó impune

Sabra y Chatila
Memorial en recuerdo de las víctimas de la masacre. WikiCommons

La matanza de Sabra y Shatila, ocurrida en septiembre de 1982 en Beirut, Líbano, es uno de los episodios más oscuros y dolorosos en la historia de este país del Medio Oriente. Este evento, que dejó un saldo de cientos de víctimas civiles palestinas, ha dejado una herida abierta en la conciencia colectiva del Líbano y ha tenido un impacto duradero en la política regional. La masacre aún resuena en la memoria de quienes la vivieron y en la conciencia del mundo.

Para comprender la matanza, es esencial conocer el contexto histórico en el que ocurrió. En 1982, Líbano estaba sumido en una guerra civil que había comenzado en 1975 y que involucraba a una serie de facciones religiosas y políticas. En ese mismo año, Israel invadió Líbano con el objetivo de expulsar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del país, que había establecido una base en Líbano durante la guerra civil.

La invasión israelí llevó a la evacuación de la OLP y al establecimiento de una presencia militar de ese país en Beirut occidental. Durante este período, las milicias cristianas libanesas, aliadas de Israel y bajo el liderazgo de Elie Hobeika, tomaron el control de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila en Beirut occidental.

La matanza comenzó el 16 de septiembre de 1982, después de que el presidente libanés Bachir Gemayel fuera asesinado. Las milicias cristianas, bajo el mando de Hobeika, entraron en los campos de refugiados y llevaron a cabo una brutal masacre que duró varios días. Las estimaciones del número de víctimas varían, pero se estima que entre 800 y 3,500 personas, en su mayoría civiles palestinos, perdieron la vida en esta masacre. Las víctimas incluyeron a mujeres, niños y ancianos indefensos.

Los hechos provocaron una condena internacional y una gran indignación en todo el mundo. La comunidad internacional responsabilizó tanto a las milicias cristianas como a las fuerzas israelíes presentes en la zona por permitir que ocurriera esta tragedia. La presión internacional forzó a Israel a establecer una comisión de investigación que concluyó que las fuerzas israelíes tenían «responsabilidad indirecta» en la masacre debido a su presencia y no haber evitado el ingreso de las milicias cristianas. El entonces ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, fue acusado de ser responsable de la masacre, pero nunca fue procesado.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas condenó la masacre y creó una comisión para investigar los hechos. La comisión concluyó que Israel era responsable de la masacre, ya que había permitido que las milicias falangistas entraran en los campamentos y las había armado.

A pesar de todo lo anterior, nadie ha sido procesado por la masacre. El ex primer ministro israelí Ariel Sharon, que era ministro de Defensa en el momento de la masacre, fue acusado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional, pero nunca fue procesado, y ya murió.

Como resultado de la presión internacional, Israel retiró sus fuerzas de Beirut occidental y se retiró del Líbano en 1985 y llevó a la caída del gobierno de Menachem Begin. La masacre también llevó a una mayor conciencia internacional sobre la situación de los refugiados palestinos en Líbano y en toda la región.

La matanza sigue siendo un tema doloroso y polémico. Ha dejado una cicatriz en la memoria colectiva de los libaneses y sigue siendo un recordatorio de los horrores de la guerra civil y la ocupación extranjera. Además, ha contribuido a la hostilidad duradera entre Israel y los palestinos, ya que simboliza el sufrimiento de los refugiados palestinos y la falta de justicia en su búsqueda de un Estado propio.

La matanza es un capítulo oscuro y trágico en la historia del Líbano y de la región del Medio Oriente en su conjunto.

Participación de Israel

La participación de Israel en la masacre de Sabra y Shatila es un tema altamente controvertido y ha sido objeto de intensos debates y controversias a lo largo de los años. Aunque Israel no llevó a cabo directamente la masacre, su presencia en la zona y su cooperación con las milicias cristianas libanesas desempeñaron un papel significativo en lo que sucedió.

Aquí hay una descripción de la participación de Israel en la masacre:

Control de la zona: En el contexto de la Guerra del Líbano de 1982, Israel invadió Líbano con el objetivo de expulsar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) del país. Después de la invasión, las fuerzas israelíes ocuparon Beirut occidental, incluyendo los campos de refugiados de Sabra y Shatila. Esto les dio un control efectivo sobre la zona.

Permitir el acceso a las milicias cristianas: A pesar de que Israel estaba al tanto de las tensiones sectarias y de la presencia de las milicias cristianas en la zona, permitió que estas milicias entraran en Sabra y Shatila después del asesinato del presidente libanés Bachir Gemayel. Las fuerzas israelíes cercaron la zona y no interfirieron mientras las milicias cristianas llevaban a cabo la masacre.

Bloqueo de información y apoyo logístico: Israel también bloqueó el acceso de periodistas y organizaciones humanitarias a la zona durante el tiempo en que ocurrió la masacre. Además, proporcionó apoyo logístico a las milicias cristianas, como iluminación nocturna, que les permitió llevar a cabo la masacre durante la noche.

Consecuencias y comisión de investigación: Después de la masacre, Israel estableció una comisión de investigación interna, conocida como la Comisión Kahan, que concluyó que las fuerzas israelíes tenían «responsabilidad indirecta» en la masacre debido a su presencia en la zona y no haber evitado la entrada de las milicias cristianas.

Aunque Israel no llevó a cabo directamente la masacre de Sabra y Shatila, su presencia en la zona y su cooperación con las milicias cristianas contribuyeron a la tragedia. Esto ha sido objeto de controversia y ha dejado una mancha en la historia de Israel y su relación con los palestinos y el Líbano.

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