No solo se trata de Saprissa y Alajuela

La pérdida de credibilidad es la razón de las derrotas consecutivas del PLN.

Guido Mora Mora

Guido Mora

Se equivocan los que circunscriben las derrotas o los triunfos del Partido Liberación Nacional, únicamente a la imagen de sus candidatos.

Se equivoca Antonio Álvarez al decir que lo que queremos, quienes cuestionamos su presencia, es la generación de un torneo con “la ausencia de Alajuela y Saprissa”.

Se equivoca don Antonio y se equivocan quienes creen que cambiando la imagen y la cara de los que participan en las campañas, Liberación Nacional va a incrementar las posibilidades de tener acceso al poder político, triunfando en futuras elecciones.

El problema de Liberación Nacional no es de caras, he sido reiterativo en este tema.

El problema de Liberación Nacional, al igual que otros partidos políticos, es que dejo de pensar y elaborar propuestas destinadas a favorecer los intereses de las mayorías sociales más desposeídas.

El problema de Liberación y de políticos de otros partidos, es que los costarricenses no creen en sus ofrecimientos.

El problema de Liberación Nacional es que las propuestas y acciones ejecutadas en el ejercicio del poder, se han orientado a favorecer los intereses de pequeños grupos políticos y económicos que integran los sectores económicos más acaudalados de nuestra sociedad.

Es por eso es que los costarricenses no confían en Liberación Nacional.

Desde hace muchos años Liberación Nacional perdió credibilidad ante la opinión pública: argumentaban estar comprometidos con las grandes mayorías sociales y al final de camino, quienes más se beneficiaron con sus gobiernos fueron lo más poderosos.

No tiembla mi voz para afirmar que Liberación Nacional ha sido cómplice del deterioro de las condiciones sociales políticas y económicas de los costarricenses. Es por eso que los costarricenses no creen en Liberación Nacional; por eso ha perdido las últimas tres elecciones consecutivas y por eso también, perdió la elección en que Rolando Araya fue candidato.

No nos engañemos: para que Liberación Nacional y cualquier otro partido tradicional vuelva a generar confianza en los costarricenses, quienes lideren esa transformación deben exigir un comportamiento ético acorde con la decencia y la honestidad; deben de entender que una amplia mayoría de ciudadanos están pasando angustias y carencias económicas; que la desigualdad y la concentración de la riqueza deben combatirse sin descanso, y que la labor de los políticos debe ser velar por los intereses de los grupos sociales más vulnerables, porque los costarricenses de mayores recursos económicos pueden defenderse solos.

O comprendemos esta realidad, o abriremos la posibilidad de que el populismo se entronice en nuestra política y repitamos, en el 2026, con la elección de otro irresponsable como presidente.

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