Un sueño hecho realidad

Bazar digital

Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

Hace muchos años, allá por finales de la década de los 80s y principios de los 90s, cuando ni siquiera se sabía en el país que era el Internet, junto con un señor amigo mío, se nos ocurrió la loca idea de hacer una cosa que llamamos «Edel – Editorial Electrónica». Vean si fue hace tanto tiempo, que quizás el nombre debió ser Eddi, por aquello de Editorial Digital, que ahora sería más apropiado; pero bueno, se quedó Edel.

Como les decía, Internet no existía en Costa Rica, lo que habían era unos pocos BBS (Bulletin Board Systems), ya les había hablado un de esto en la columna «Recuerdos del pasado«, por si quieren ahondar un poco más en el tema. Lo cierto, es que aunque todavía no había Internet, si existía una pujante y activa comunidad «en línea» que utilizaba las herramientas existentes, como ya dije los BBS, y en las universidades públicas (solo la UCR al principio, después se integraron las demás) una red internacional llamada Bitnet (Because It’s Time Network), que era básicamente de correo electrónico e intercambio de archivos.

Racsa tenía una red llamada Racsapac, que usaba el protocolo X.25 y tenía interconexión con otras redes X.25 alrededor del mundo, eso si a un precio como de otro mundo, esto lo digo por lo inalcanzable, la tarifa era algo así como a un $1.25 por minuto, una fortuna. Yo utilizaba una empresa de comunicaciones estadounidense cuyo nombre completo era CompuServe Information Services, o CIS. Fue el primer proveedor comercial de servicios telemáticos en los Estados Unidos. Dominó el mercado durante los años 80, y permaneció como uno de los principales suministradores hasta mediados de los 90, cuando fue eclipsado por nuevos servicios de información, como America Online (AOL), que cobraban una suscripción mensual en lugar de por tiempo de conexión.

De ConmpuServe tengo muchos recuerdos, ingresar al servicios era algo así como llegar al nirvana, ¡no tienen idea de la sensación!; sus foros estaban llenos de información y tenía una gran sección de «software», que en ese entonces solo ahí se podía conseguir. Algunos con gran ironía escribían Compu$erve (con el signo de dólares), por el costo tan alto que significaba usarlo. Media hora o una hora de uso, era una pequeña fortuna, pero créanme valía cada centavo. Por esa época también compraba una revista que venía de USA que se llamaba Compute!, que era genial porque traía programas, en un floppy disk, si, aquellos «mounstros» de 5 1/4′, y eso que por suerte no me tocaron los de 8′, que también existieron. ¡Que tiempos aquellos!, era algo así como las época de las cavernas de la computación. Esa revista casi siempre traía un anuncio de CompuServe, que tenía de fondo una foto de alguna parte del universo lleno de estrellas, y decía algo así como «CompuServe, la base de datos más grande en el universo… hasta donde sabemos», y si, era la más grande de la tierra, no había otra parecida, y como del resto del universo no se sabe, entonces se atrevían a decir eso. Rajoncitos si eran…

Bueno, pero como se me está haciendo costumbre, me desvié del tema de la Editorial Electrónica. Con mi amigo empezamos a editar una revista digital a la que le pusimos RELI (Revista en Línea) y hacíamos una edición mensual, que en su momento llegó a ser un éxito editorial. Hicimos como 30 publicaciones, lastimosamente no conservo ninguna, en alguna «pataleada» de un disco duro las perdí.

Como tenía la «fiebre» de la editorial, me dio por empezar a digitalizar algunos clásicos de la literatura universal, pero curiosamente infantiles y juveniles. Mi primer libro fue «Alicia en la País de las Maravillas«, le siguió «Las Aventuras de Pinocho» y posteriormente los «Cuentos de mi Tía Panchita«, por aquello de hacer algo nacional; solo para citar los primeros. Estos los comencé a «pasar» a finales de 1995, que fue cuando empezó a funcionar el Internet comercial (diciembre de 1995), ya el académico llevaba casi dos años de estar disponible. Todos los hice en html, el lenguaje de Internet para el WWW y los navegadores, que en aquel entonces los reyes eran Mosaic y Netscape (ahora casi nadie los recuerda), el Explorer de Microsoft ni existía. El formato pdf, que se usa mucho ahora para el manejo digital de los documentos, tampoco se conocía. Para que vean, Google apenas se acababa de fundar y contaba con unos diez empleados nada más.

Por cuestiones de trabajo, el proyecto de la editorial se paró, y no volvimos a hacer nada por muchos años. El año pasado por mi trabajo en Cedal, me tocó tener que digitalizar algunos de las publicaciones clásicas sobre socialdemocracia, y entonces, me volvió a picar el «gusanillo» de la Editorial. Así que sacando tiempo de donde no tengo, me dediqué estos últimos meses a montar la editorial de nuevo, ahora sí, con todas las herramientas modernas que tenemos a disposición.

También me he dediqué a digitalizar otras obras, especialmente de la literatura costarricense, que ya no se consiguen en ningún lado, como el «Árbol enfermo» de Carlos Gagini, o «Por el amor de Dios» de Luis Dobles Segreda, solo para mencionar dos, de una lista de publicaciones grande, que ya va por 195 en total, eso si, no todas las he digitalizado yo, especialmente las de literatura universal, que son de otras fuentes, como la Biblioteca Digital de la Imprenta Nacional, donde de paso hay que reconocer que hacen una gran labor.

En estos días terminé de pulir el diseño gráfico del Sitio Web de la editorial, y ya está bastante presentable. Ahora si, es una Editorial «con todas las de ley», aunque, como dijo un amigo mio «amateur», pero eso no importa. Lo que importa, es que ya está lista y funcionando al 100%, como yo la había soñado en aquellos días de oscurantismo digital, que les narré.

Como le hemos metido mucho trabajo, y las digitalizaciones no son «comida de trompudos» (lleva mucho tiempo hacerlas); decidí pedir una colaboración simbólica de $ 1.00 en algunos pocos de las títulos disponibles, y esto solo con carácter de contribución; siempre se da la posibilidad de pedir la publicación sin costo, en caso que alguien no quiera o no pueda hacer el aporte, que es por medio un carrito de compras y se paga por medio de Paypal.

Ahora si, la Editorial Electrónica es un sueño hecho realidad, que los invito a visitar, y porqué no, además para que me den su opinión a ver que les parece, y más importante en que se puede mejorar. La dirección de la Editorial es http://guiascostarica.info/edel/. Si aprecian la lectura, se que les va a gustar. No se la pierdan.

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