¿Quién entiende a los gringos?

El Sereno

Álvaro Campos Solís
campos.solis.alvaro@gmail.com

Alvaro Campos

La política de los gobiernos de Estados Unidos hacia las naciones latinoamericanas se ha convertido en un rompecabezas casi imposible de entender. Cada vez que intervienen en algún país de la región de habla hispana terminan por darse, ellos mismos, un balazo en el pie.

Cada vez que un país latinoamericano decide hablar un idioma político distinto al que se habla en Washington y por lo tanto salirse de la zona de influencia del Tío Sam, queda expuesto a terribles sanciones económicas que empobrecen a los pueblos, provocando éxodos masivos.

Luego promulgan leyes especiales para que millones de refugiados de la nación cuestionada reciban un tratamiento migratorio especial. En estos casos la migración es insegura y desordenada. Al final, la gente huye de la miseria y termina respirando el aire de la nación norteamericana. Es el caso de los cubanos y los venezolanos.

En todos los casos, – excepto los ricos que llegaron de primeros, con visa y en avión- cuando se trata de gente pobre deben arriesgar hasta sus vidas, como condición para ser aceptados en la nación donde se habla inglés y se comen hamburguesas. Hasta hace algún tiempo se le conocía como el “sueño americano”.

El problema de fondo es que Estados Unidos ha dejado de ser aquella nación que nadaba en la abundancia. Actualmente, en la mayoría de los estados de la Unión Americana la pobreza, la criminalidad y la drogadicción golpea con fuerza sus estructuras sociales.

A pesar de tal descomposición social los gobiernos del Tío Sam siguen recibiendo a millones de refugiados con la condición a que desafíen las aguas del Mar Caribe o caminen miles de kilómetros, sufriendo todas las calamidades imaginables, hasta cruzar las peligrosas aguas del rio Bravo.

En el caso de los refugiados venezolanos estos se han convertido en la carne del emparedado: los demócratas los aceptan mientras que los republicanos los rechazan. Tanto es así que los gobernadores de Florida y Texas optaron por expulsarlos de sus dominios para enviarlos a los feudos controlados por los demócratas. Una maniobra inhumana que solo busca obtener réditos electorales.

De hecho, los refugiados venezolanos que llegan en grandes caravanas, luego de caminar a través de siete países, expuestos a todos los peligros y mendigando el bocado del día, se han convertido en un objetivo de la campaña electoral, prevista para el próximo martes 8 de noviembre, cuando los estadounidenses acudan a las urnas para renovar el Senado y la Cámara de representantes.

En el siglo anterior Estados Unidos invadía cualquiera de estos países con la única razón que da el poder de las armas. A nadie le importaba un carajo la suerte que corría la nación invadida.

Aquellas invasiones provocaban la migración de miles de familias que huían hacia diversos países de la región y de Europa. Desde 1960 hasta la fecha han intervenido en toda nación que gire hacia la izquierda haciendo uso del poder económico y tecnológico. La obsesión de los inquilinos de la Casa Blanca ha sido intentar, por todos los medios posibles, poner de rodillas a todo gobierno que intente salirse de su zona de influencia.

Ahora que la mayoría de las naciones latinoamericanas dan un giro hacia la izquierda que podría fortalecerse aún más con un eventual triunfo del opositor Ignacio Lula, en Brasil, cabría esperar algún cambio en la política exterior de los Estados Unidos hacia la región.

En ese sentido, resulta difícil entender por qué tanto encono contra naciones latinoamericanas, mientras Estados Unidos forja estrechos vínculos con naciones que hace alrededor de 50 años se enfrentó en el campo de batalla, tal es el caso de Alemania, Japón y Viet Nam.

Imposible olvidar que fue en Japón (Iroshima y Nagasaki) donde Estados Unidos inauguró, con un rotundo éxito, la era nuclear. El resultado inmediato fue la muerte de un cuarto de millón de personas. Ahora son socios comerciales, con excelentes relaciones en el plano diplomático.

En el caso de Alemania, sus ciudadanos residentes en Estados Uniodos y en numerosos países latinoamericanos fueron sujeto de expulsión, reclusión y expropiación. Como por amnesia, ahora los alemanes viajan en el mismo carro de combate junto al gobierno estadounidense.

El problema de la política que rige las relaciones entre países parece que no logra encontrar un punto de coincidencia, ya que mientras América Latina gira hacia la izquierda, la mayoría de las naciones europea dan un giro radical hacia la derecha. En Europa han comenzado a surgir muestras de temor ante un eventual surgimiento del fascismo y el nacionalismo como el que su momento promovieron Adolfo Hitler, en Alemania y Benito Mussolini, en Italia.

Dos personajes que entraron en la historia por haber promovido la Segunda Guerra Mundial la cual dejo un saldo de millones de muertos y una destrucción material sin precedentes.

– Periodista

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