Preguntas sin respuestas

Por Yayo Vicente

Yayo Vicente

Costa Rica está recibiendo por parte del mundo, aplausos de pie por su manejo de la crisis sanitaria. La información que se tiene mediante sitios centinela y seguimientos epidemiológicos, nos orienta a pensar que el primer brote, sin entrar a la transmisión comunitaria, se controló. Ojalá tengamos igual éxito con los sucesivos rebrotes.

La ruta de salida es la vacuna. Mientras tanto, debemos apagar incendios (brotes) conforme se vayan detectando. Eso es lo que hicimos. Si sacamos de circulación al virus del país, al limitar los contagios a cero, el problema desaparece (hasta una nueva reintroducción o rebrote). Crucemos dedos para que no sea una persona (nacional o extranjera) asintomática, la que nos vuelva a traer el SARS-CoV-2 que nos enferma de COVID-19.

Un paciente asintomático nos pone las cosas cuesta arriba, no sería sencillo hacer los rastreos epidemiológicos y podemos entrar de golpe a la Fase 4 o de transmisión comunitaria.

La hoja de ruta para atender la crisis sanitaria, es la adecuada. Los resultados así lo demuestran. Las crisis sociales y económicas derivadas, no provienen ni del sector social ni del económico. El asunto es que las medidas de compensación, mitigación y administración del problema social y económico, deben adecuarse a las medidas sanitarias para atender la pandemia. Las medidas epidemiológicas, dictadas por el Ministerio de Salud, deben seguir siendo el pivote. Si no respetamos esa jerarquía, pagaremos con muertos los desaciertos.

Al cumplirse dos meses de confinamiento general de la población (con excepciones puntuales), la incertidumbre nos abruma. Las ansias nos llevan a preguntar y querer saber: ¿Cuándo acabará?, ¿Cuál es la estrategia de salida?, ¿Cuándo reiniciarán las clases?, ¿Cómo se reestablecerá el sector turismo?, ¿Al final, todo esto valdrá la pena?, ¿Podré aguantar?, ¿Me enfermaré y moriré?. Muchas preguntas y preguntas.

Algunos, para encontrar con desespero “tierra firme”, hasta inventan. Quieren pensar que se trata de una conspiración con un gigante moviendo los hilos, otros que el Gobierno esconde información y nos ofrece datos parciales y hasta un alto dignatario (pero payaso, al fin y al cabo), duda de los magníficos resultados conseguidos por el país.

Para mala suerte de pueblos con rezagos, los resultados en Costa Rica no son producto de la casualidad. Son consecuencia de una estrategia epidemiológica adecuada y posible en un país educado, con un consolidado sistema de salud y un ministro profesionalmente sólido y respetado.

Volvamos a nuestras preguntas existenciales, para empezar no estamos solos. El mundo entero está en el mismo predicado. Todos los habitantes del planeta queremos respuestas a las preguntas, sin cuyas respuestas vivimos en zozobra. El que otros estén en las mismas circunstancias, no es un consuelo, pero nos dice que no somos los únicos salados, desgraciados y premiados por el infortunio.

Este es un patógeno nuevo para el Homo sapiens, y sucede en condiciones de rápido y altísimo intercambio. Hoy, un viajero llega de cualquier parte del globo a las antípodas, en menos de 24 horas.

La trashumancia moderna contraste con el intercambio de patógenos entre América y Europa, que fue poco a poco. Por ejemplo, durante muchos años la rabia no llegó a nuestras tierras, los navíos eran lentos y los animales enfermos morían durante la travesía. Cuando los ingenieros navales aumentaron el tamaño de las velas e hicieron otras mejoras, el tiempo del viaje se acortó, y la rabia nos llegó en el siglo XVIII.

La otra ventaja de no estar solos en esta tragedia que provoca el COVID-19, es la enorme cantidad de científicos y recursos que en la actualidad permiten el desarrollo de muchas investigaciones, en distintos campos: diagnóstico, tratamientos y vacunas.

En el ámbito del respaldo diagnóstico, con ensayos de laboratorio, todavía la intervención en Costa Rica se apoya en PCR-RT, una prueba que «busca» la partícula viral. Muy preciso (buena sensibilidad, especificidad y valor predictivo). El país se preparó desde antes del primer caso (caso 0) y tenía la prueba montada en INCIENSA. Luego se implementó en los grandes hospitales nacionales y después en hospitales regionales. Además se le sumó la oferta en laboratorios privados.

El PCR-RT, es relativamente complicado en su logística. Pero no se ha tenido problemas y los laboratorios cumplen con holgura con la cantidad de ensayos que solicitan los epidemiólogos de campo.

Pronto dispondremos de ensayos serológicos, que buscan «rastros» que deja el virus. Son los anticuerpos con los que se defiende el organismo humano. A través de este tipo de pruebas es posible hacer «encuestas» sero-epidemiológicas para conocer si el virus está circulando afuera de los «clusters«. Son más útiles en la fase comunitaria.

Los ensayos serológicos no son tan precisos, pues arrojan una cantidad importante de falsos positivos y falsos negativos. Pero tienen como ventaja que son muy prácticos, en menos de cinco minutos se tiene un resultado y pueden hacerse afuera de un laboratorio (pues no requieren ni equipo sofisticado, ni condiciones ambientales controladas).

Economistas serios, como Paul Romer (premio Nobel en el 2018), sugiere hacer pruebas masivas cada dos semanas, como vía para abrir la economía. En salud pública podemos dividir las intervenciones, de acuerdo a la necesidad de participación de la gente, veamos:

  • Poca o ninguna participación, los ejemplos son: proveer agua potable a los hogares y bajar drásticamente las enfermedades de transmisión hídrica, como diarreas y hepatitis A y si le adicionamos flúor, las caries bajan mucho. Pasteurizar la leche y con eso desaparece la brucelosis y la tuberculosis de animales en las personas. Agregamos vitamina B1 a algunos alimentos y las espinas bífidas desaparecen. Le ponemos yodo a otros, y dejamos de ver los bocios. Vitamina A ciertos alimentos, y la ceguera por su carencia deja de ocurrir. La gente ni se da cuenta de tantos “milagros”, pues no participa activamente.
  • Mediana participación, ninguna duda que en este grupo encontramos a todas las nosologías inmunoprevenibles. Es solo poner el brazo y quedamos protegidos de cánceres provocados por virus, de paperas, sarampión, influenzas, tétano, y tantas otras. Controles prenatales, reducen de manera importante los problemas alrededor del parto de mujeres y recién nacidos, exámenes tamiz como Papanicolaou, palpación de mamas y testículos, pueden llevarnos a diagnósticos precoces y salvar vidas. Lástima que tantos nos sigan los consejos …
  • Amplia participación, es más sencillo conseguirlo en personas con enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión, alergias, son más receptivas y la educación dirigida suele ser dar buenos resultados. Luego vienen las decepciones: los hábitos de higiene, hábitos para vida saludable y todavía más con sobrepeso, tabaquismo, alcoholismo y otras adicciones, si el paciente no pone de su parte, los resultados no serán en ningún caso buenos. El ejemplo más claro, es el control de criaderos de los mosquitos vectores del dengue (fiebre amarilla, chikunguña, Zika y Mayaro), no lo hacemos y es claro que el Aedes aegypti solo existe en las viviendas y alrededores de las personas.

No es pragmático, aún en fase 4 o de transmisión comunitaria, someter a toda la población a pruebas cada dos semanas. La participación no sería suficiente y bajaría día con día, independientemente del costo y la disponibilidad.

En el ámbito del tratamiento, se ensaya con medicamentos que ya se han utilizado en seres humanos para otros propósitos. El asunto se complica por el fenómeno salud-enfermedad del COVID-19. Sin tratamiento el 95% de los pacientes no requieren ayuda terapéutica importante. Entonces, pareciera que hasta los placebos, las brujerías y los tratamientos caseros curan. Por eso comenzamos a ver mucha tontería, que sin el rigor del método científico, la gente dice que son la panacea, la “cura milagrosa”.

El detalle es ver si curan o acortan la enfermedad en pacientes complicados y en riesgo de morir. Pero determinarlo según la gravedad y las enfermedades de fondo, no es sencillo. Todavía más, ante la dificultad ética de los controles (pacientes igualmente graves, a los que no se les aplicará el tratamiento).

La OMS tiene la iniciativa “Solidaridad”. Estudios en 10 países de manera simultánea, para determinar la efectividad de cuatro medicamentos. Eso permite ampliar el número de pacientes a grupos estadísticamente necesarios, lo que le confiere mejor confianza a los resultados y acelera las investigaciones.

Fueron seleccionados cuatro tratamientos prometedores (medicamentos o combinaciones) que se han utilizado en el tratamiento del ébola, la malaria o el VIH: Remdesivir, Cloroquina/hidroxicloroquina, Ritonavir y lopinavir e interferón-beta.

Australia y México investigan las ivermectinas y en Costa Rica pronto se dispondrá de sueros hiperinmunes, tanto homólogos (de plasma de pacientes curados) como heterólogos (de caballos).

Hasta la fecha de hoy, no se tiene un «tratamiento oro», para utilizarlo rutinariamente o que sea un punto de partida, para encontrar uno superior.

Los buenos resultados en Costa Rica (0,8 de tasa de letalidad), son atribuibles al trabajo de los intensivistas y los abordajes oportunos de síntomas letales. Eso no se puede hacer si el número de pacientes rebasa la capacidad de un número limitado de intensivistas y camas-UCI.

En el ámbito de las vacunas, la OMS le da seguimiento a muchas investigaciones, seis están muy adelantadas y empezaron la etapa de experimentación en personas. El asunto es laborioso y cuidadoso. Los optimistas creen que estará disponible en el segundo semestre del 2021.

Al ser todo nuevo y tener tanta investigación en proceso, los resultados pueden cambiar completamente los escenarios futuros. A todo esto, el virus muta y cambia, a veces en contra de su suerte (como sucedió con MERS y SARS) o más bien para generar nuevas versiones más exitosas para ellos y peligrosas para los humanos.

Es posible entonces que la vacuna deba ser repetida cada año, para adecuarla a las cepas circulantes.

Finalmente, estamos ante una “nueva normalidad”, ojalá nos deje un sistema económico revisado, amigable con la naturaleza, menos materialista, más humanista, con prioridades mejor determinadas. Ojalá nos deje mejor preparados para la Cuarta Revolución: basada en la utilización de herramientas y servicios tecnológicos, comercio electrónico, teletrabajo, telemedicina, educación virtual, producción de bienes e insumos mediante nanotecnología e impresión 3D, inteligencia artificial, robótica y renta básica universal.

Lamento entonces no poder contestar a las preguntas y más bien provocar unas adicionales. En esta crisis sanitaria, la incertidumbre es lo real y permanente.

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