La masacre de Texas y Costa Rica

Monólogos con Pelé

Lina Barrantes Castegnaro

¿Cuándo, por el amor de Dios, vamos a enfrentarnos al lobby de las armas?
Joe Biden, Presidente de los Estados Unidos

Lina Barrantes

A principios de mayo, para su cumpleaños número 18, Salvador Ramos, sale de su casa para ir a comprar armas, como quien va a comprar pan. En Texas, no se requiere de nada para comprar armas, solamente tener 18 años. No tiene aun la edad para comprar una cerveza, pero si para comprar dos rifles semi automáticos AR15 y mucha munición. Por sus redes sociales, anuncia que disparará a su abuela —con quien vivía— y a los niños de la escuela primaria, en este pueblo muy cercano a la frontera mexicana. Tan cercano que quienes acuden en auxilio ante la tragedia, son los agentes que normalmente se ocupan de impedir que aquellos que la desigualdad y la miseria expulsa de sus países, logren entrar en busca del sueño americano: la patrulla fronteriza.

Este muchacho, callado, que sufrió bullying por ser tartamudo (seguramente también por sus orígenes) que vestía de negro y tenía pocos amigos, asesinó a 2 maestras de la escuela y a 19 niños. El, quien probablemente fue victima de si mismo y de su vida desde quien sabe cuántos años atrás murió también, cuando un agente logra ponerle fin a la masacre de niños, disparándole en la cabeza.

Todos estamos conmovidos. La muerte de niños nos conmueve siempre.

Hoy los ticos nos decimos: que dicha que, en nuestro país, estas cosas no pasan. Somos un país que abolió el ejército, nos consideramos y somos reconocidos como un país de paz. Tenemos casi casi casi un derecho a la paz. Pero en realidad, ¿qué es lo que pasa en Costa Rica?

Pasa que 25 de cada 100 costarricenses esta armado.

Pasa que, según la única encuesta sobre armas, encargada hace unos años por la Fundación Arias para la Paz, un 60% coincide con lo expresado por nuestra sala constitucional, la cual ha dictado que el Estado tiene potestad legítima para regular una actividad que es susceptible de causar daños a terceros, y que «No existe ningún derecho de rango constitucional a portar o tener armas.”

Sin embargo, cada vez que tratamos de limitar la tenencia de armas en manos de particulares, nos enfrentamos a una férrea oposición producto de un poderoso lobby.

El NRA (National Rifle Association) de los Estados Unidos, destina aproximadamente 6 millones de dólares para lobby en América Central.

Para Smith & Weson, principal fabricante de armas de los Estados Unidos el mercado de América Central significa cerca de un 9% de su cifra de negocios. Esta misma empresa celebró que durante el confinamiento, cuando en los Estados Unidos se declararon las ventas de armas “comercio esencial”, igual que las farmacias y los supermercados, no así los teatros, o las librerías, por primera vez en 169 años de existencia superó el tope de mil millones de dólares en ventas de armas.

El fusil AR-15 fue el arma de reglamento del ejercito de los Estados Unidos en la guerra de Vietnam, y es el que usó Salvador Ramos para disparar. Es el mismo utilizado al menos, en las de Colorado y Connecticut (2012), California y Oregón (2015), Florida (2016), Las Vegas (2017) y Nueva Zelanda (2019). Tiene un alcance hasta de 600 metros con gran precisión. En Costa Rica pasa, que su uso en la versión civil, desde 2019 está autorizado.

Pasa también, que hace solo unos meses, en la campaña electoral pasada, había quienes —el partido por el cual yo, a pesar de eso voté— impulsaban que se liberalizara el uso de armas de fuego.

Al Presidente Biden los que debemos responderle a su pregunta, es que si, que ellos debieran enfrentar ese poderoso lobby, pero advertirle que le espera una ardua tarea.

Durante 40 años, Oscar Arias lo ha hecho y ha enfrentado en forma abierta y valiente ese lobby. Lamentablemente, a pesar de su incansable esfuerzo, no ha tenido el éxito que ansiábamos, cuando incluso en su país, y en su partido, hay quienes quisieran vernos armados como a los Estados Unidos.

Pele fue mi perro durante 10 años. Hace casi 10 años, un tumor en el cerebro me hizo tomar la decisión que me gustaría que alguien pudiera tomar por mi: una inyección que lo hiciera descansar y nos hiciera dejar de sufrir a el, y a nosotros, su familia humana. Durante esos 10 años, oyó atentamente mis comentarios sobre la vida y sobre el mundo. En honor a ese monólogo prolongado llamo con su nombre mi columna.

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Un comentario

  1. Tiene razón Lina, las cosas que hemos hecho de forma distinta, las hemos hecho contra viento y marea. Si quitamos el dedo, ese fuerte viento y esa enorme marea, nos igualará y habremos retrocedido en nuestras importantes conquistas.

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