Italia, el país de los coches, vive un boom de bicicletas

Por Petra Kaminsky (dpa)

Italia, el país de los coches, vive un boom de bicicletas
Una bicicleta aparcada junto a uno de los numerosos baches frente al Coliseo en Roma. Foto: Petra Kaminsky/dpa

La escena podría ser propia del Giro de Italia, pero en los alrededores del Coliseo, todo un monumento de referencia de Roma, no se disputa una carrera ciclista, sino que se ve a parejas, familias o deportistas romanos paseando en bicicleta.

Mucha gente usa gafas de sol, pero poca va con mascarilla. En otras partes de la capital italiana el número de ciclistas también está aumentando, un fenómeno que no se circunscribe solo a esta ciudad.

Italia está experimentando un boom de dos ruedas que nadie esperaba hace meses. Con el fin del confinamiento por el coronavirus, parece que algo serio está cambiando en la tierra de Ferrari, Fiat y Vespa.

«Nunca he vivido un cambio así», afirma el presidente de la asociación de bicicletas Fiab, Alessandro Tursi. Este arquitecto y urbanista está sorprendido con lo que está sucediendo.

Durante años ha estado haciendo campaña a favor de una política de transporte ecológico con un éxito más bien discreto entre los responsables de la toma de decisiones en Roma.

Las leyes, la burocracia, el lobby de los automovilistas, en todas partes los obstáculos contra la innovación parecían insalvables. «En abril y mayo, durante la crisis de la Covid-19, de repente todo era diferente y fácil».

El gobierno italiano emitió decretos especiales para poner en marcha la economía después del frenazo por la situación de emergencia. Estos decretos incluían cambios en las regulaciones de tráfico que eran aptas para las bicicletas, informa Tursi.

Además, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, prometió a los habitantes en ciudades de más de 50.000 habitantes una subvención de hasta el 60 por ciento del precio, hasta un máximo de 500 euros, para comprar bicicletas y patinetes eléctricos.

Como los autobuses y los trenes están autorizados a transportar menos pasajeros debido a las normas de distancia, los ciudadanos tienen que recurrir a los vehículos de dos ruedas más a menudo.

De todos modos, en vista de los constantes atascos de tráfico, muchas ciudades ya estaban al borde de su capacidad en las horas punta antes de la crisis.

Además, esta bonificación en efectivo se supone que es un impulso para la industria. Italia es el líder europeo en la fabricación de bicicletas.

A ello se suma que, debido a la pandemia, muchos italianos se sienten en estos tiempos incómodos con las colas en las estaciones de tren y las multitudes en los autobuses. Así que, ¿Por qué no montar en bicicleta?

Sobre todo porque el ciclismo ha sido más divertido durante el confinamiento, con los centros de la ciudad más vacíos que antes. No obstante, en 2019, las ventas de bicicletas ya habían experimentado un incremento.

Tras la reapertura de comercios en mayo, hubo aluvión de clientes en las tiendas de todo el país. Mientras Alemania hablaba de «mini-auge», Italia hablaba de «revolución».

En declaraciones al periódico «Repubblica», los comerciantes de la metrópoli lombarda de Milán manifestaron su entusiasmo con los compradores que en el pasado ni siquiera habían pensado en subirse a una bicicleta.

La asociación de la industria Ancma estima que las ventas aumentarán un 60 por ciento en mayo y para este año calculan que el incremento podría llegar a ser del 25 por ciento.

Milán, que difícilmente en invierno puede librarse de su capa de polución, anunció que se crearán unos 25 kilómetros de carriles bici para septiembre. Además, antes de que acabe el año se incorporarán más tramos para las dos ruedas en la ciudad.

Y Roma sigue por la misma senda. La alcaldesa de la capital italiana, Virginia Raggi, hizo que los operarios de la construcción salieran a hacer marcas y a trazar pistas para las dos ruedas. La capital quiere crear rápidamente 150 kilómetros de carriles bici, con una superficie mayor que la de Milán.

La alcaldesa de 41 años, del Movimiento de Cinco Estrellas publica regularmente en Facebook videos de nuevas rutas. No obstante algunos romanos saben por experiencia que a Raggi le gusta publicitarlo todo.

Previamente, el Ministerio de Transporte había dado a las ciudades la señal de que podían reconfigurar el espacio de las calles y los estacionamientos.

En Italia, las bicicletas se consideran más un artículo para hacer deporte que un medio de transporte. Además, el país mediterráneo está por debajo de la media de la Unión Europea en lo que respecta a la seguridad vial.

Si bien es cierto que el número de víctimas ha disminuido en comparación con 1980, las estadísticas de la Unión Europea indican que se producen 55 muertes por millón de habitantes al año (2018). En países como Alemania, por ejemplo, donde se usa más la bicicleta en los desplazamientos, las carreteras son mucho más seguras, con 39 muertes por millón.

En Italia, al igual que en otros países, tanto peatones como ciclistas corren riesgo.

Por lo que la amabilidad con las bicicletas y la calidad de la red de carreteras disminuye de norte a sur y la profundidad de los baches aumenta, como dice el ciclista Tursi no sin levantar cierta polémica: «El Alto Adige puede compararse con Escandinavia. Luego viene la zona central y desde Roma hacia el sur, el ciclismo es equiparable al de África».

En el centro de la capital, las antiguas calles empedradas son un desafío en sí mismas. Además, los coches salen de los aparcamientos sin consideración, los ciclistas son cortados por las motos y los autobuses los apartan descaradamente.

Hasta el momento, temas como la reducción de los accidentes y la disminución de los gases de los tubos de escape de los coches han sido objeto de debate principalmente en ocasiones especiales como el Día Mundial del Ciclismo (3 de junio) o después de accidentes mortales.

Así, el 23 de febrero, poco antes del confinamiento por el coronavirus, las asociaciones de ciclistas protestaron frente al Coliseo pidiendo una mayor protección en el tráfico.

Alessandro Malagesi, uno de los organizadores, se mostró escéptico en ese momento sobre si sus compatriotas compartirían voluntariamente su espacio en las carreteras con más bicicletas. Ahora este hombre de cuarenta y tantos años señala: «Si no se empieza con los cambios, nunca pasará nada. El auge de las ventas es una buena señal».

Incluso Nada Franco, que trabajaba en una tienda de bicicletas en la calle Via del Cardello, no lejos del Coliseo, comenta mientras atiende a un cliente tras otro: «Esperemos que este cambio realmente continúe».

dpa

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