Fabricio no

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría Esquivel

Carlos Manuel Echeverría

Hace pocos días publiqué un artículo en el medio digital crhoy.com que titulé “Su voto decide la suerte del país”. En él fui crítico del programa de gobierno del Frente Amplio. Votar por el FA para presidente y diputados es tirarse al vacío, botar el agua, la tina y el bebé, algo que Costa Rica no tiene necesidad de hacer. Villalta se aprovecha de la libertad inherente a la democracia para penetrarla y destruirla desde adentro.

En esta oportunidad me ocuparé de Fabricio Alvarado y su “Plan esperanza para la Nueva República del Siglo XXI”, que si acaso puede ser considerado un programa. Es un documento de 188 páginas que he leído y que me ha servido para corroborar la hipótesis que ya tenía. Por supuesto que no podré comentarlo detalladamente por limitaciones de espacio.

Es notoria la influencia de las prácticas de las iglesias cristianas en el documento. El uso de expresiones efectivistas como por ejemplo “soluciones disruptivas e innovadoras” (pag 3), “crecimiento cualitativo”, “política deliberativa neo-republicana” (pag 9); el uso excesivo del término “estrategia” y derivaciones de la palabra desnaturalizando el concepto en varias instancias y más cuando no se tiene una visión elaborada que vaya más allá de plantear una “Costa Rica inteligente”. Una visión con objetivos global y específicos claros, cada uno con sus metas cuantificables que inspiren la estrategia, ésta como la forma de organización para alcanzarlos, no fue algo que encontré. Usar el concepto “estrategia” repetidamente no es conveniente; no todo puede ser estratégico. No es suficiente hablar de una “Costa Rica inteligente”, como si la actual fuera una de gente incapaz, lo que no es cierto a pesar de la difícil situación en que estamos producto de una mezcla de falta de rumbo, excesos y negligencia.

El programa quiso plantear un eje pero no lo logra, se desdibuja en lo que parece ser una desagregación, imposible sin propuestas agregadas.

El plan de gobierno de Fabricio mezcla propuestas globales con otras muy puntuales. Lástima, pudo haberle dado un tratamiento mucho mejor al concepto de pensamiento abstracto como elemento a fortalecer en la formación, uno sobre el que este servidor ha escribo bastante. Ciertamente los programas de gobierno buscan presentar al electorado propuestas concretas, pero a esta gente de Fabricio, caramba, se les fue la mano y crearon lo que es más bien un árbol de navidad, que aguanta cualquier cosa que le cuelguen. No es buena seña; queda la impresión de que no hay en el grupo el conocimiento necesario para priorizar. El programa es definitivamente mágico. No hay recursos financieros, materiales y humanos ni en el país en general ni el aparato estatal en particular para implementar lo que se propone. No llegarán del exterior.

El “Canal Verde Interoceánico” tomaría al menos de 10 años, es un engaño a la ciudadanía, que bien podría entusiasmarse con un proyecto que dice el plan costaría 16 mil millones de US dólares y que generaría 60 mil empleos, afirmaciones no corroborables. Lo que no dice es que en el istmo centroamericano y en Tehuantepec México, hay varios “canales secos” y uno “húmedo” en Nicaragua en prospecto, el de Honduras funcionando rústicamente. Un canal de esta naturaleza, para transportar de costa a costa carga internacional, requiere de legislación especial, estudios profundos que no se concretan fácilmente y de segregación territorial posiblemente. Se plantea como “soplar y hacer botellas”. No lo veo tan fácil. El programa está plagado de ese tipo de propuestas.

Me quedó la sensación al leer el planteamiento macro económico, que el grupo de Fabricio tiene poco que ofrecer, en un campo en que la improvisación y la práctica de la no ortodoxia económica conducente a la economía vudú es capaz de descarrilar el país irremediablemente. Se hizo una especie de refrito tomado de documentos de agencias internacionales que son valiosos como referencia para formar criterio, pero no como propuesta propia. No me quedó clara cuál será la propuesta para manejar la economía. La información aportada es insuficiente y ajena al juego político sano, propio de una democracia. Esta ambigüedad y demostración de poco conocimiento es algo muy delicado. Es más, hace poco uno de los supuestos economistas de Fabricio propuso una fórmula financiera que fue calificada como desastrosa. “Si por la víspera se saca el día…”
En la introducción se plantea a Fabricio Alvarado como un super líder de donde emana todo lo expresado en el documento; un líder mesiánico, algo así como un Kim Il Sung tropical religioso. Eso no me gusta del todo y lo encuentro peligroso. La cosa se complica cuando en la página 19 se plantea el Centro de Gobierno, integrado por el presidente, los dos vicepresidentes y quienes ejerzan los ministerios de Hacienda y Planificación. Se entiende que será en este pequeño “cliqué” donde se concentrará el poder, en contradicción inclusive con los cinco pilares enunciados en la página 11. Me parece un atentado contra el buen gobierno. Si eligiéramos a Fabricio y su grupo, formado por gente desconocida en el ámbito de la vida nacional, sin saber además quienes ejercerán ese par de cargos ministeriales, estaríamos como ciudadanía entregando el país a cuatro personas. Es una expresión de “liderazgo heroico” pasado de moda a nivel mundial y no propio de una sociedad culta como la costarricense.

El ejercer la primera magistratura del país no es tarea fácil y requiere de mucha experiencia, formación y conocimiento, “mundo”, cultura general, entendimiento de la situación mundial y hacia dónde va, así como vocación. Se requiere que quienes ocupen cargos de jerarquía máxima o cercanos tengan clara la majestad de sus cargos y lo que implica el servir púbicamente. No creo que Fabricio y quienes están cerca de él quizás con algunas excepciones que al momento no conozco, tengan esas condiciones. Muy peligroso caer en esa situación. La gerencia pública no se improvisa y tampoco “a punta” de reglamentos, propuestos en abundancia en el documento, se puede hacer funcionar con efectividad al aparato estatal.

Un punto que me llamó a la atención, en la página 75, es la mención a la “explotación nacional de oro, gas natural, CO2 y otros”, refiriéndose posiblemente al petróleo. Lo que no entendí es lo que se dice sin sentido sobre explotar C02, que más bien debe de permanecer enterrado o atrapado por la foresta. En la página 78 se habla de explotar petróleo en el mar, lo que es contradictorio con lo que se dice en el capítulo que trata el tema ambiental. Me queda la impresión de que Fabricio no ha leído y menos analizado el documento que le prepararon según se dice interpretando su pensamiento o de que éste está bastante enredado. Si por la “víspera se saca el día” …

Implementar el “STEAM”, una novedosa metodología formativa, como se plantea (a partir de la página 92) es irreal. Así como lo es -y eso realmente me sorprendió- el que Costa Rica se meta a fabricar automóviles, aviones y satélites (pág 32), descentralizando estas actividades por todo el país. Ciertamente podemos hacer piezas, tener experiencias y ser parte de procesos. Pero pensar en industrias completas de esa naturaleza me parece exagerado y con un alto costo de oportunidad. Es jugar con la ilusión de la ciudadanía.

La democracia para algunos es un sistema para elegir al liderazgo que gobernará. Para este servidor va más allá. El gobierno somos todos, no es un poder monolítico y centralizado con vida autónoma. Desde esa perspectiva, el escasísimo tratamiento que se le da al tema de la sectorialización del estado ya apalancado por legislación vigente y a su concepción sistémica vía la planificación nacional y regional que fomenta la participación de la sociedad civil organizada es una gran carencia. Se demuestra un desconocimiento de la organización del estado y sus herramientas para gobernar, como las leyes 5525 de planificación nacional y la 6227, General de la Administración Pública. Eso es muy serio y son temas que no permiten desconocimiento ni improvisación.

El tratamiento a la política exterior es inadecuado y pobre. Recordemos que Fabricio a estado cerca de Bolsonaro y felicitó a Kast, un derechista extremo y declarado pinochetista; eso complica el tratamiento del tema. Recordemos también lo mucho que se ha planteado a nivel internacional de cuál fue el origen de las iglesias cristianas en América Latina, que explica su fuerte vinculación con similares en EEUU. Es algo que por mi experiencia como diplomático me crea suspicacias.

El tratamiento de la política social es pobre, lo que posiblemente tiene que ver con el que muchas de las posiciones de las fuentes ideológicas de Fabricio son claramente contrarias a lo que prevalece hoy en día en la civilización occidental. La implementación de algunos puntos claves sería un retroceso, contrario inclusive a lo que ya establece la ley. No creo la gente joven comulgue con estos planteamientos. Teorías medio horneadas o desacreditas, regreso al oscurantismo y autoritarismo parecen ser la tónica.

Respecto al tema de la corrupción, que se trata en la página 172, me parece que se soslayaron las grandes fallas, por decirlo de alguna forma, en el manejo de los recursos del Estado, en la primera campaña fabricista. Así mismo, se han dado situaciones irregulares a nivel de diputados que no vale la pena comentar para no mortificar.

Para finalizar solo quiero dejar muy claro que no tengo nada en contra de las iglesias evangélicas, muchas de las cuales realizan una labor positiva. Inclusive, su claro desdén a la Virgen de los Ángeles, patrona de la mayor parte de la ciudadanía costarricense, es algo a lo que tienen derecho quienes practican el cristianismo evangélico, pero que ofende a una gran parte de los costarricenses. Me cuesta visualizar a Fabricio un dos de agosto en la Basílica de los Ángeles. No tiene que ir pero es una tradición presidencial el hacerlo. Cada uno que resuelva su problema existencial como le parezca, sin imposición. Eso hay que respetarlo.

Meter la religión en el gobierno como si Costa Rica fuera una teocracia, no me parece del todo. Habría un gran peligro de que ello suceda si Fabricio y su grupo llegarán al control del Poder Ejecutivo con un apoyo fuerte en el Congreso. En este caso, vale más la experiencia que la esperanza. No tengo razones para pensar en que Fabricio y su grupo son gente mal intencionada, pero tengo claro que no está ese grupo preparado para liderar y menos para lograr entendimientos, que es algo fundamental en este momento de la historia costarricense. Sin embargo y asumiendo que sean gente bien intencionada, ello no es suficiente para que lleguen a Zapote. La capacidad es clave y el análisis del programa de gobierno hace pensar que aquella no está presente.

Exprofesor de Ciencias Políticas UCR

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Un comentario

  1. Gustavo Elizondo

    Gracias mi amigo Carlos, con su vasto conocimiento nos permite tener el panorama claro con respecto a las opciones que tenemos el próximo 6 de febrero. Coincido completamente, hay que hacer un gran esfuerzo para impedir que la religión se meta en el gobierno, sería el retroceso más grande de esta democracia bicentenaria, los liberales de los años 70 y 80 del siglo diecinueve ya nos habían marcado el rumbo, no debemos de perderlo.

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