El Vaso de Agua

Conversaciones con mis nietos

La vida entera es la expresión de un amor tan grande que nadie puede comprenderlo.” -Meher Baba

Arsenio Rodríguez

Una vez que estaba visitando a un amigo, a quien había conocido durante el transcurso de mi vida. Vivía cerca de una aldea remota en Maharashtra, India. Era un hombre muy sencillo, aunque muy culto y con una larga vida de búsqueda espiritual. Ese día estuve hablando con él sobre el desarrollo del universo, la evolución, la danza de las energías y los electrones, el Big Bang y sobre el nuevo consenso científico sobre el origen y la sustancia del universo.

Resumiendo mis recientes lecturas sobre cosmología y el origen del universo le contaba sobre los flujos turbulentos y arremolinados de las partículas subatómicas, la radiación cósmica de eventos pasados hace mucho tiempo, y como esta energía radiante daba origen a la vida. Inspirado por mis recientes lecturas, y el bello paisaje de las planicies del Decan continúe diciéndole a mi amigo; En nuestros cuerpos construidos de proteínas y otras moléculas, aparece la consciencia, la mente la creatividad. Sí, le decía, las moléculas que estallan en sabores y colores, en ondas que se transforman en fragancias y música, en la risa de los niños, en el aroma de las rosas». «Qué concierto», le decía a mi amigo, «qué maravillosa obra es la naturaleza».

Mi amigo me miró con cariño. Estaba sentado en el suelo, sus ojos que tanto habían visto portando unos gruesos lentes. Mostró una dulce sonrisa de agradecimiento ante mi descripción, con la pose modesta de alguien que ha escuchado muchas historias y palabras y ha encontrado en el silencio, la respuesta a todas las preguntas.

Todo es sagrado«, me respondió, “sagrado”. Y continuó casi en rima explicando lo que quería decir. «No los pensamientos, no, estos son solo sílabas alineadas de la mente. Tampoco las emociones, es decir, la energía que nos mueve en el tiempo. Es un conocimiento más profundo, indefinido, un amanecer, un momento de rima. Todos los encuentros, trayectorias y confrontaciones se funden en escombros, momentos y formas, como en un caleidoscopio infinito. Las fuerzas atómicas y los besos, las formas de vida en todas sus manifestaciones, las cascadas de océanos y estrellas, la vida burbujeando en los charcos; todas está íntimamente entremezclado todo es sagrado.

Son corrientes de amor que desesperadamente se buscan, a través del ADN, los rezos y el carpe diem, gritando en momentos de satisfacción, riendo en arrebatos de dolor, derrumbándose en lo desconocido, en una fama anónima. El tiempo, la mente, la angustia de los ciclos, se revela en un momento de amanecer, que está más allá de la mente, la emoción y la medida. En un silencio de palabra y pensamiento, mas allá del ego, evocando una unicidad más allá de esa fragmentación que emerge de cascadas de ADN, sangre y partículas atómicas.

Todo esto es un caprichoso viaje, tuyo y mío, hermano mío. Y no podemos describir en este momento de ser, lo que realmente es el Ser. Conocemos solo el no conocer, mientras sentimos esta belleza, este valle de la nada, donde vemos el despliegue de este guión creativo. Pero a veces, sólo por un santiamén, vamos más allá de la imaginación, y en ninguna parte de esta nada, sentimos el Ser, sí, a veces somos instantáneamente, atravesados por el Ser. Y entonces experimentamos un silencio de imagen, sonido y concepto, un Amor que no puede ser escrito ni hablado ni llamado por ningún nombre. Una totalidad, lo sagrado”.

Estiró su brazo y lo colocó sobre mi hombro, mientras concluía su intervención, en respuesta a mi presentación sobre la naturaleza del cosmos, llamándome la atención sobre que algo que va más allá del juego de partículas, moléculas, pensamientos, egos y estrellas.

Es todo es un sueño del Ser”, continuó, “Maya, así lo llamaban los antiguos filósofos y místicos de la India”. —¿Pero qué es, qué es Maya? – Pregunté, incapaz de comprender la naturaleza de este sueño en relación con mi propia inquietud, acerca de lo que es la vida.

El me miró y respondió: «Tu pregunta me recuerda una vieja historia que escuché una vez, sobre la misma pregunta planteada por un discípulo de un famoso maestro espiritual y la forma en que éste respondió». Y, procedió a contarme la historia.

“Érase una vez un discípulo que disfrutaba de un momento de tranquilidad, después de un largo viaje con su maestro espiritual y otros condiscípulos. Era uno de esos días áridos y soleados en la meseta del Decán, y habían estado caminando kilómetros y kilómetros. El resto del grupo se había adelantado para encontrar un refugio adecuado para pasar la noche, y él se había quedado a solas con el maestro, sentado a la sombra de un árbol de neem.

El maestro, mirando amorosamente a su discípulo cercano le preguntó: «¿Hay algo que quieras preguntar?» El discípulo planteó una pregunta que siempre tuvo en su mente, acerca de lo que era la ilusión cósmica, o Maya, o el sueño de la existencia.

Él había escuchado antes, lo que el maestro había dicho sobre esto, que el Maya era como un sueño del que uno debe despertar, para saber que solo hay una existencia y que este sueño es un capricho, un juego en la imaginación del Ser para manifestar el Amor, que es la esencia de la Existencia. Pero ¿qué es, qué es realmente Maya? El discípulo siempre pensaba en esto, mientras caminaba, escuchaba y servía a su amado maestro. Entonces, dado este momento de estar a solas con él, y ante la invitación a preguntar cualquier cosa; él dijo: ‘Maestro, ¿qué es el Maya?’

El maestro lo miró pensativo, habiendo anticipado la pregunta, y le dijo: «Esta es una pregunta particularmente buena, pero tomará algún tiempo explicarla, y como hemos estado caminando todo el día, y hace tanto calor ¿podrías traerme un vaso de agua del río que está cerca? Entonces te contestaré.

El discípulo se fue, con un recipiente, a buscar agua al río cercano. Mientras se apoyaba en las orillas del poderoso río para llenar el envase, un golpe de agua inesperado una inundación repentina se precipitó y lo arrastró río abajo. La corriente lo echó a la orilla del río, a muchos kilómetros de donde él fue a buscar el agua. Fue encontrado, inconsciente, por una joven mujer, que estaba llevando ropa para lavar en el río. Ella lo llevó a su casa, donde vivía con su padre, un pequeño agricultor de la zona. Durante semanas lo cuidó hasta que recuperó el discípulo recobró el conocimiento.

Pero tenía amnesia y no se acordaba quien era y que estaba haciendo allí. Poco a poco fue se fue recuperando con la dedicación de esta joven mujer que lo ayudo por varios meses a recuperar su fortaleza física Como la joven era atractiva, se enamoró de ella y se hizo amigo de su padre, y finalmente, se casó con ella. El agricultor estaba feliz, ya que ahora había más manos para ayudar en la finca.

Tuvieron cuatro hijos, la finca prosperó y compraron tierras adyacentes. Después de veinte años, se convirtió en uno de los agricultores más ricos de la región. En esta época, para celebrar una fiesta religiosa, decoraron dos barcazas, y toda la familia se embarcó junto con trabajadores de la finca, para cruzar el ancho río y hacer un pasadía en la otra orilla. Al cruzar, el ambiente festivo se vio trágicamente interrumpido por una repentina inundación que volcó las barcazas. El trató de salvar a su esposa y a su hijo pequeño, a quien ella sostenía en brazos, pero la corriente era demasiado fuerte, y al final fue arrastrado por un torrente de agua y finalmente arrojado, apenas consciente, a la orilla del río en algún lugar, muchos kilómetros río abajo. Al abrir los ojos, vio unos pies con sandalias que reconoció, levantó la vista y allí estaba su maestro sonriendo. El maestro le dijo: «¿Dónde está mi vaso de agua?» Y guiñándole un ojo le dijo a su discípulo: ‘Por cierto, eso es Maya’”.

Cuando mi amigo concluyó su historia, me fui en mi mente a mi propia vida, a todas las circunstancias pasadas y a los acontecimientos que habían ocurrido en ella. Y la sustancia del pasado era como la sustancia de los sueños que uno tiene por la noche, intangible, excepto por los recuerdos y los sentimientos evocados. Y entonces pensé que el futuro de mi vida, aún no desplegado, también está hecho de lo mismo que los sueños del pasado y los sueños nocturno; nuestra imaginación.

Entonces mi amigo añadió. «La existencia es una sola», le dijo el maestro al discípulo, que aún se estaba recuperando de su estadía en el Maya. “Es una singularidad omnipresente que se abarca a sí misma. Mas allá de los pensamientos, más allá de cualquier ámbito o dimensión, infinitesimal e infinita tanto en su nada y en su realidad. Es simultáneamente latente y manifiesta. Fluye, a través de infinitos puntos de vista, en una multitud manifestada e inexistente, es una belleza de Uno, que expresa su creatividad a través del Amor».

Cerré los ojos ante la belleza del significado de la historia contada por mi amigo. Enmarcado por la simplicidad del ambiente del lugar en el que nos encontrábamos en la meseta del Decán, me trajo uno de esos instantes de consciencia pura. Un atisbo, más allá de los juegos que continuamente jugamos, en aras de la dicha de descubrir ese campo unificado, esa totalidad del Ser.

En el amor, nada existe entre el corazón y el corazón. El hablar nace de la añoranza, la descripción verdadera proviene de la
degustación. El que prueba, sabe; El que explica, miente. ¿Cómo puedes describir Algo en cuya presencia no eres, y en cuyo Ser
todavía existes?
” –Rabia al Basri

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