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Fernando Berrocal
Desde hace décadas, el mundo y Costa Rica están experimentando un cambio profundo y acelerado. La revolución tecnológica de nuestro tiempo, ha transformado a la humanidad en una “aldea global” y los nuevos paradigmas, hijos de la información en línea y de las comunicaciones entre todas las culturas, cambian día a día nuestra forma de entender y enfrentar la realidad.
El viejo debate clásico entre derechas, centro e izquierdas ha perdido toda legitimidad y sentido, porque hay varias derechas e izquierdas y el centro que se mueven, sin rubor alguno y con total pragmatismo, para uno y otro lado, según sea el problema económico, social o institucional, en medio de la globalización y la interrelación de los mercados y las legítimas y justas aspiraciones humanas, en todos los rincones de la “aldea global” que resultó ser el planeta.
Pero hay algo que, todos los 15 de septiembre, debemos tener presente y nunca olvidar como pueblo y es la “vía costarricense”. No como una concesión al pasado y a un nacionalismo sentimental, sino como una forma del “ser costarricense” y el reconocimiento de un largo camino recorrido desde la independencia del Reino de España hasta nuestros días, en pleno siglo XXI y que nos ha hecho, como país, una sociedad singular y diferente en el medio de las turbulencias de América Latina. Eso es muchísimo.
Esa “vía costarricense”, republicana y democrática, de tolerancia y diálogo, libertad de prensa y pensamiento crítico, pesos y contrapesos legítimos, es lo que más debemos defender en este tiempo complejo y difícil de cambios y de reformas urgentes y necesarias que debe enfrentar y resolver Costa Rica, al margen de cualquiera de los actuales populismos de derechas o de izquierdas.
Y un propósito esencial: superar el gravísimo error de ser hoy una de las sociedades más desiguales del planeta. Un desafío nacional que nos convoca a todos, y que solo lograremos superar trabajando duro y produciendo inteligente y creativamente riqueza económica con sentido social, generando oportunidades reales y viables, por medio de una educación de calidad y muchos emprendimientos privados, con un Estado Social de Derecho que promueva el progreso de nuestra sociedad en libertad y con justicia social.
El país necesita liderazgos políticos inteligentes, visionarios y responsables; y partidos políticos que aporten soluciones a la altura del tiempo de cambio y reformas que vivimos y, sobre todo, una sociedad civil organizada y participativa, por medio de cámaras empresariales, sindicatos, cooperativas, asociaciones solidaristas, organizaciones comunales, iglesias, academia y pensamiento crítico individual en los medios de prensa y en las redes sociales.
Sí… reguemos y cultivemos todos los días esa delicada planta que es la democracia y festejemos, este 15 de septiembre, con un positivo sentido crítico de amor y confianza en el futuro de Costa Rica.
