Rodrigo Arias Sánchez, persona de Estado

Ciircunloquio

Yayo Vicente

Yayo Vicente

Existen personas, hombres y mujeres, raras y escasas. La escasez se acentúa con el cambio cultural que vivimos, hacia una sociedad más individualista, menos solidaria, en la que la colectividad pierde importancia y las personas están más enfocadas en su propio bienestar y por eso el tipo de gobierno deja de ser una preocupación. Pero es posible todavía encontrar personas que mantienen la preocupación por el sistema político que nos gobierna y por conservarlo.

Una “Persona de Estado” es estadista, tiene la mira alta, le interesa además del corto plazo, el mediano y el largo. Reconoce las consecuencias en el tiempo, de las actuaciones del hoy y las proyecta con increíble sabiduría. Cree en el Estado Social de Derecho y sabe que la paz interna no depende solo de las fuerzas del orden, que son un complemento tardío para una inversión social insuficiente, que no se hizo a tiempo.

Ese tipo de personaje ha estudiado distintas organizaciones de gobierno y la metamorfosis que ha sufrido durante milenios. Aunque el perfeccionamiento del sistema nunca termina y se ajusta constantemente, la división de poderes y los pesos y contrapesos los considera un atributo de gran importancia. La agudeza de su visión, capaz de ver simultáneamente el bosque y el árbol, le permite distinguir los roles distintos y complementarios entre los distintos poderes.

Una “Persona de Estado”, detesta los consensos y actúa para conseguir acuerdos, de corto alcance en el tiempo, pero fuertes mientras rigen. Por eso los rehace una y otra vez, sabiendo que durante las negociaciones los grupos ceden en sus posturas, pero no renuncian a ellas.

Él o ella sabe y aprecia que existan y convivan diferentes puntos de vista. Le satisface que en un mismo poder coexistan las diferencias, es claro que así debe ser en el parlamento, pero no es tan evidente en el Poder Ejecutivo, donde no le estorba un ministro de Trabajo cercano al sector sindical y uno en Economía cercano a las cámaras empresariales. Las diferencias y posiciones contrapuestas en un tema, las decide el Consejo de Gobierno.

Una “Persona de Estado” puede no estar formalmente en Gobierno, pero su capacidad, reconocimiento y experiencia, son suficientes para que se le consulte y se le pida orientación. Por estar por encima de intereses particulares y partidarios, cuenta con suficientes contactos e influencia política para apaciguar momentos de crisis.

Los políticos con talla de “Persona de Estado”, pueden parecer ambivalentes, pues ponen por encima de sus partidos, a la nación. Prefieren un daño pasajero a su grupo político, que causar un daño a la estructura del Estado. Esa es una característica contra la cual no se enfrenta el político común, que no se plantea esos interrogantes.

Los filósofos y la “Persona de Estado”

Comencemos recordando que la democracia en la Grecia Antigua era para que la ejercieran las personas ilustres. Tanto Platón como Aristóteles no la considerada una buena forma de gobierno, pues se corría el riesgo del voto no informado. Así que la democracia tiene detractores desde la teoría política clásica hasta la teoría política moderna, que no aceptan el voto universal o la falta de atributos de los elegidos. Desde Aristóteles hasta Maquiavelo, se plantea que la democracia socializada es caldo de cultivo para la demagogia y el populismo.

Platón y su vocación de enseñar, se oponía a las “Personas de Estado” por considerarlas egoístas que no compartían su saber. Su discípulo Aristóteles, decía que el deber de una “Persona de Estado” era conocer la constitución y de aplicarla, siendo que no es suficiente concebir un gobierno perfecto e ideal, pues lo que se necesita sobre todo es un gobierno practicable, que impulse medidas de sencilla y segura implementación, rescatando así el importante rol de la “Persona de Estado”.

José Ortega y Gasset escribió «Mirabeau o el político» que divide a los políticos en tres categorías:

  • “Personas de Estado”,
  • escrupulosos, y
  • pusilánimes.

La “Persona de Estado» tiene virtudes magnánimas y carece de las pusilánimes. Ortega y Gasset aclara que no deben confundirse un político y un intelectual: el político «se ocupa», el intelectual “se preocupa”. Se viene al mundo a hacer política o a elaborar definiciones, pero no ambas cosas, porque la política es clara en lo que hace y lo que consigue, pero contradictoria en su definición.

Según Ortega y Gasset, normalmente ocurre que la “Persona de Estado” es incomprendida, porque se ocupa de cuestiones de largo plazo y toma decisiones impopulares a corto plazo. No se debe medir a la “Persona de Estado” por la escala de las virtudes usuales, porque la grandeza viene, inevitablemente, acompañada de sus propias miserias.

Rodrigo Arias Sánchez es una “Persona de Estado”, el país lo ha visto colaborando como tal en las dos administraciones de su hermano Óscar, ayudando en el gobierno de Abel Pacheco y actualmente desde la presidencia de la Asamblea Legislativa. Tenemos un presidente de la República disruptivo, ha perdido dos años de su gobierno confrontando, dividiendo, dinamitando puentes y repartiendo culpas. Su propósito más evidente es destruir al Estado Social de Derecho y el pequeño Estado de Bienestar que contribuye a la paz interna. Quiere destruir 200 años de democracia a cambio de nada, pues carece de propuesta, aunque abunda en ocurrencias.

Anécdotas

Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.

José Martí

Rodrigo Arias disfruta tanto un viaje en la carreta de un chapulín, como viajar en primera clase de Air Singapur tomando champagne Dom Pernigón. Disfruta igual una sopa de mondongo en el mercado de Heredia, como un banquete preparado con todo detalle por doña Flora Echandi. Por ese disfrutar de todo y no necesitar aparentar nada, puede ver el bosque sin dejar de ver los árboles.

Conocí el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa y como guía tuve a don Rodrigo, me enseñó desde la sobria oficina de la Presidencia Legislativa, el atajo para llegar al Plenario, desde dónde hablaba en calidad de diputado y dónde en calidad de presidente. Todos los artilugios tecnológicos que aseguran la transparencia de cualquier reunión.

En un convivio de amigos, la mayor parte militantes de un partido que no es el mío, les comenté que las encuestas les daban margen de ganar. Pregunté: “¿qué harían si ganan?” Sin pensar la respuesta, el anfitrión contestó de inmediato: “llamar a Rodrigo Arias, que es el único que sabe cómo gobernar en este país”. Todos nos reímos de una salida que era realista y pragmática.

Cerbero

Le ha tocado a Rodrigo Arias Sánchez actuar de Cerbero, aquel perro mítico y monstruoso con tres cabezas y cola de serpiente, que cuidaba la puerta, en el reino de Hades. Cerbero era sobornable y Rodrigo Arias no. Con elegancia, con tacto y con humildad, brinda su mano, su consejo, pero no cede un milímetro en la defensa de nuestra Costa Rica.

CIRCUNLOQUIO. Viene del latín circumloquium. El Diccionario de Real Academia Española lo define como: “Rodeo de palabras para dar a entender algo que hubiera podido expresarse más brevemente”.

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