¿Por qué fracasan las naciones? Implicaciones para Costa Rica

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría Esquivel
cmecheverria@yahoo.com

Carlos Manuel Echeverría

Pienso mucho en cuál es el camino que a Costa Rica más le conviene para progresar sostenidamente hacia el desarrollo, aquel estado donde sosteniblemente, todos los seres humanos tienen al menos la oportunidad justa de lograr su pleno potencial integral, material, intelectual y espiritual. Acabo de concluir la lectura del libro llamado igual al título de este ensayo. Un libro fascinante, que hace un recorrido descriptivo en detalle de naciones en diferentes partes de mundo, sustentando su tesis de que las naciones que “han salido adelante”, son aquellas que comparten las siguientes características:

  • sociedades socialmente inclusivas en lo que respecta a satisfacción de necesidades básicas y oportunidades de desarrollo personal;
  • estado fuerte, lo que no es sinónimo de autoritario o arbitrario pero si efectivamente funcional, al servicio de la sociedad y fundamentado en legislación amplia, con sentido y respetada;
  • ambiente propicio para el fomento de la creatividad y el progreso de la libre empresa, con adecuadas políticas económicas y sociales tendientes decididamente al respeto a los Derechos Humanos, incluyendo por supuesto los políticos, inherentes a la democracia;
  • y, capacidad para definir un modelo de ahorro, inversión, producción y consumo, acorde con las posibilidades que cada país ofrece y agrego de mi alforja, para asegurar el buen manejo del ambiente, propósito este último qué, post Covid 19, debería tener una presencia transversal en todas las actividades humanas.

Si se dan todos estos elementos simultáneamente, interaccionan y generan un círculo virtuoso.

Un aspecto que el libro reiteradamente destaca, es la presencia en las sociedades afortunadas de lo que en castellano podríamos llamar puntos de inflexión, eventos determinantes que cambian la dirección en la que marcha una nación. Costa Rica ha tenido varios: el que nuestro primer “gefe” de estado fuera admirador de las imprentas y no de las bayonetas; la gesta de 1856 donde se forjó la independencia consolidadora de las repúblicas centroamericanas, lástima que no de una integración regional profunda; la declaratoria en 1869 de la educación primaria como gratuita, obligatoria y costeada por el estado, así como la revolución de 1948. La presente crisis pandémica, por su intensidad y capacidad disruptiva, debería ser un punto de inflexión, capaz de generar un cambio radical en el modelo de existencia de la humanidad, algo a lo que Costa Rica no puede mantenerse ajena. Al contrario y más ahora con esa plataforma que es la OCDE, podría (Costa Rica) convertirse en un agente de cambio a nivel internacional.

Luego de completada la lectura del documento, quedé convencido que la tesis de sus autores Daron Acemoglu y James A Robinson es correcta. Inclusive, he concluido que Costa Rica cumple con varias de las condiciones por ellos planteadas, aunque en algunas podría mejorar mucho. Tal es el caso de la inclusividad, que no será completa mientras no logremos domar esa fiera que es el 20% de pobreza que se resiste a fenecer. Así mismo, nuestro estado es fuerte pero no lo suficiente para ser un socio incondicional de los sectores productivos en el sentido conceptual amplio, más allá de quienes ostenten la propiedad de los bienes productivos.

Nos falta así mismo, que todos los sectores pertinentes, apoyados por una instancia de planificación estratégica que en la práctica no tenemos, den el paso adelante para participar en entendimientos que permitan a los grandes objetivos desarrollistas, comprometidos con una gran visión que nos abrigue y nos de esperanza a todos, el convertirse en políticas de estado, como por ejemplo lo hizo con éxito la República de Corea (Corea del Sur).

Ergo, Costa Rica es un país bien posicionado, como la OCDE lo ha reconocido, para “salir adelante” con relativa facilidad pero mucho esfuerzo. Sin embargo, hay que tener claro que estas condiciones son reversibles con deterioro a las posibilidades de éxito nacional. Podría uno pensar que este deterioro se esté dando en Costa Rica, porque la legalidad ya no es tan confiable y cuyas instituciones públicas en varias instancias, cada vez se alejan más de un modelo inclusivo y de un funcionar sosteniblemente eficiente y eficaz.

A lo anterior hay que ponerle muchísima atención y creo que el actual Congreso ha avanzado al respecto legislando sobre temas claves, aunque todavía falta mucho por hacer y faltará siempre pues, parafraseando a uno de nuestros expresidentes más sólidos… “la lucha es sin fin”.

Duele cuando el Congreso echa para atrás y lo acompaña el Poder Ejecutivo, como sucedió con la aplicación de la regla fiscal a las municipalidades, lo que quisiera pensar no es inevitable en un país de las características del nuestro. La esperanza es que ello no suceda a menudo para que Costa Rica se consolide como un país de enorme potencial capaz de materializarlo.

Ex viceministro-subdirector de OFIPLAN
Blog: carlosmanuelecheverriaprogresemos.com

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