Perspectivas electorales 2018

Ágora*

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

En un conteo regresivo, estamos apenas a 17 días de las elecciones. El próximo 4 de febrero tendremos que apersonarnos a las urnas electorales a ejercer el sagrado derecho al sufragio.

Al igual que ocurriera en las elecciones de 2014, aun no se perfila un claro ganador, o al menos, un candidato que haya sacado una ventaja importante sobre sus demás contendores.

La diferencia entre el primero y el segundo lugar, se encuentra en el margen de error, sin que pueda afirmarse con seguridad, quien ocupará la silla presidencial.

Lo único que parece ser cierto, ceteris paribus, es que tendremos una segunda ronda electoral, el primer domingo de abril.

Al día de hoy, según las últimas encuestas, los indecisos oscilan entre el 26 y el 30% del electorado y todo parece indicar que el abstencionismo tendrá cifras similares.

Ante esta perspectiva, como estudioso de la política, me llama la atención la poca capacidad de los partidos políticos y de sus comandos, para diseñar y ejecutar campañas, mensajes y programas, orientadas a reducir la apatía de miles de costarricenses, que miran con escepticismo los discursos, planteamientos y propuestas de estos actores políticos.

Esta realidad no es sino el resultado de la reacción que genera la decepción que, por años, han sufrido los costarricenses de los partidos y sus representantes, por haber generado una brecha casi insalvable, entre las promesas de campaña y los logros de gobierno. Es esta una marca indeleble que ha impregnado nuestra realidad histórica.

Ciertamente con los años, la dispersión y la pluralidad de intereses ha fragmentado a una sociedad que años atrás era más monolítica. Por otra parte, la implosión de los partidos políticos y su incapacidad de reestablecer alianzas con importantes grupos sociales, ha dificultado la representación de los intereses de las mayorías. Finalmente, considero que muchas agrupaciones políticas se han convertido en fines en sí mismos, buscando el beneficio de militantes y representantes, dejando de lado los intereses de grupos sociales que no realizan una militancia continua en sus filas.

Tal como lo han expresado connotados analistas y actores políticos, “los partidos políticos han dejado de ser correas de transmisión de la democracia”. Más duro aún y tal como lo hemos visto en muchos países de América del Sur, muchos partidos alternativos a la derecha conservadora, se transformaron en uniones para delinquir, como instrumento de enriquecimiento de sus principales cabecillas políticas.

En Costa Rica, es posible que, de alguna manera, el tan comentado tema del #cementazo, se haya constituido en un intento de enriquecimiento que, esperamos, a diferencia de otros países, no quede impune.

Tenemos la esperanza de que la institucionalidad supere los embates de los delincuentes de cuello blanco, que se fortalezca el Poder Judicial y el Estado de derecho, para bien de Costa Rica.

En lo que compete directamente al actual proceso electoral, considero que es indispensable que los partidos políticos realicen, una vez electas las nuevas autoridades, un esfuerzo intelectual para comprender y descifrar la composición social contemporánea, y procurar la realización de operaciones que conduzcan a reestablecer las alianzas sociales, políticas y económicas con los diversos actores sociales.

La democracia se nutre de la participación ciudadana.

Una mal entendida democracia, la que nos han querido vender a lo largo de los años, identifica este sistema político sólo con la emisión del sufragio. Este sagrado acto, como lo señalé al principio de esta columna, es un derecho que nos brinda este sistema político, pero no se circunscribe únicamente a esta acción.

Es indispensable que los partidos políticos busquen la forma de integrar los intereses y acciones ciudadanas en sus actividades y que superen la concepción de que se debe visitar comunidades cada cuatro años, para ir a solicitar el voto.

El fortalecimiento del sistema político democrático depende de la participación ciudadana en la construcción de la cotidianeidad política y social, si quienes aspiran a dirigir partidos políticos no lo entienden, el sistema de debilitará y la credibilidad en la democracia continuará por el camino de la deslegitimación.

Sea cual sea el resultado de las próximas elecciones, es imprescindible construir un nuevo sistema de alianzas sociales y políticas, para poder hacer de Costa Rica, un estado con esperanza y futuro, en el mediano y largo plazo.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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