Plaza de La Laguna: Parque Morazán

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Con esta entrega finalizo mi trilogía de columnas sobre los parques en el noreste de San José. Ya les había hablado del Parque Nacional y del Parque España, y ahora le toca el turno al último de sus hermanos, el Parque Morazán. Hablo de hermandad, porque en realidad están unidos, conformando un eje arquitectónico e histórico único en la ciudad capital.

Mis recuerdos del Morazán son muchos, de niño y joven. Como les he contado mi escuela fue la Buenaventura Corrales en el Edificio Metálico, por lo que tenía de vecino al parque, eso si, diferente al España, que era siempre de paso para ir a la escuela, en cambio el Morazán, era algo así, como el límite entre lo conocido y lo desconocido.

En mi época de escuela, el Morazán estaba dividido en cuatro claras secciones, marcadas por el área central que era el Templo de la Música, y que las delimitaban El Paseo de Las Damas (avenida 3), y la calle 7. Actualmente eso no es así (ver el mapa), la calle 7 queda interrumpida y ya no atraviesa el parque, la avenida 3, tiene un desvío hacia el norte. Estos cambios favorecieron al parque, y lo mejor de todo, ahora el imponente Templo de la Música está protegido del paso de los vehículos y de la contaminación, que se estaba volviendo un problema muy serio. Esto se hizo en la última remodelación a principios de los años 90 del siglo pasado.

Una de las secciones del viejo Morazán (cuando estaba en la escuela) era lo que se conocía como el parque japonés, algo que siempre me llamó la atención, por estar descontextualizado con el resto del parque, totalmente disonante del resto. Tenía un laguito, un puente estilo japonés, y hasta algo parecido a una pagoda. Recuerdo que en el laguito había cisnes, blancos y negros. Incluso hubo un escándalo porque un vagabundo, de esos que duermen en la calle, en un momento de hambre o borrachera, mató a uno de los cisnes y lo cocinó. En la remodelación que les hablé, por dicha se lo “volaron”.

En ese entonces, la parte frente al Edificio Metálico era un “play”, con hamacas, y otros juegos infantiles, pero especialmente notorio un tobogán enorme. El «recreo grande» era ahí, y duraba unos diez minutos. Esa sección la incorporaron al parque, con lo que entonces ahora tiene siete secciones bien definidas: la que está frente al edificio metálico, conocida como “Jardín de Paz”, la “Plaza de las Placas” o de “los corchos” (denominaciones no oficiales), donde está el monumento del Expresidente Daniel Oduber Quirós y hay una gran cantidad de placas, desde una sobre la “Guerra de Coto”, hasta el triunfo contra el fascismo en la segunda guerra mundial, son ocho, y si contamos las del monumento de Oduber, el total sube a doce, y también tiene una gran cantidad de árboles de corcho —de ahí el nombre—. Esta sección está separada del parque por la avenida 3ª al desviarse hacia el norte; el sector sureste, donde está el monumento de don Mauro Fernández y la “Plaza Simón Bolívar”; la sección suroeste, donde destaca el monumento de don Julio Acosta; el sector norte; y la “Plaza orden soberana y militar de Malta”, en la parte noroeste del parque, que quedó separada del parque al desviarse la avenida 3ª, y volver a su curso normal al salir al costado oeste.

El entorno del parque no es tan histórico como el del Parque España o Nacional, pero si tiene algunas cosas que mencionar como los preciosos edificios de “Casa Las Acacias”, junto a la conocida como la “Casa Lindo” (antiguo Key Largo), ambos patrimonio histórico y arquitectónico, y restaurados a su antiguo esplendor. Estas edificaciones están en el costado sureste y se pueden visitar, dado que ahora son un restaurante, galería y centro de cultura. En el suroeste tenemos la escuela Perú, o como se llama ahora “Escuela Unificada Perú-Vitalia Madrigal”, donde anteriormente estuvo la residencia del Expresidente Cleto González Víquez. Al norte y al oeste no hay nada especial destacable, salvo quizás el hotel Aurola Hollyday Inn. En el cotado este, está lo que queda de la antigua casa del expresidente Bernardo Soto, hoy un bar. Por supuesto sin olvidar el vetusto Edificio Metálico en el costado noreste.

Sobre los monumentos, hay tres estatuas y seis bustos, además de otros cuatro que no son de personajes. Son 13 en total, esto sin contar las placas. Como curiosidad podemos anotar que no fue sino hasta 1993, más de 100 años después de inaugurado el parque, que se develó un pequeño monumento-busto de Francisco Morazán. Veamos en detalle las obras:

El monumento a Julio Acosta García, es del escultor italiano Leoni Tommasi. La estatua es en bronce, muestra al prócer sentado y mide 1,50 mt de alto. Presenta dos bajorrelieves de 95 cm de alto por 1,30 m de largo, en el mismo material, representando diversas alegorías relacionadas con la justicia, la sabiduría, la protección y la paz. La figura está colocada sobre un pedestal de placas de mármol travertino romano, que mide 3,60 m de ancho por 2,50 m de altura. En la base al lado oeste se puede leer “L Tommasi 1962”. Fue inaugurado el 14 de diciembre de 1963.

La efigie de Francisco Morazán del escultor costarricense Fernando Calvo, es en bronce de 35 cm de alto El pedestal original de cemento martelinado, inaugurado en 1993, fue donada por la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá (FEDEPRICAP). A finales del año 2022, coincidiendo con el 230 aniversario de su nacimiento, el busto del prócer fue reubicado y rediseñado con un nuevo pedestal, para darle más realce dentro del parque.

El busto de Mauro Fernández Acuña es de bronce, mide 73 cm de alto. La obra es del escultor Juan Portuguez Fucigna. Fue fundido en los Talleres del Ferrocarril al Pacífico, por Juan Harbottle Rojas. En 1943 se realizó la inauguración de esta obra.

El busto del general Bernardo O’Higgins fue elaborado en bronce y está colocado sobre un pedestal de cemento. Posee una altura aproximada de 70 cm. El escultor es el costarricense Luis Umaña Ruiz.

La estatua del Libertador Simón Bolívar fue realizada en bronce, posee una altura aproximada de 1,70 mt y está ubicado sobre un pedestal de piedra caliza; en cada uno de sus lados se encuentra colocada una placa de mármol blanco con leyendas alusivas a Bolívar. La obra es del escultor Tennerani, y fue un obsequio del Coronel venezolano Ernesto Pérez Luna. Fue inaugurada el 15 de setiembre de 1931 al costado norte del parque, y removida del sitio original en dos ocasiones distintas.

El busto del escritor Domingo Faustino Sarmiento fue donado por el gobierno argentino al pueblo costarricense, realizado en bronce y con una altura de unos 75 cm, el cual fue colocado en la década de 1950. La obra está firmada por el argentino Luigi Perlotti y fechada en 1938.

El monumento del expresidente Daniel Oduber Quirós es del escultor Olger Villegas Cruz, sobre un pedestal de mármol y piedra. Fue esculpida en bronce y tiene 3,5 m de altura. Al pie de la escultura hay tres placas impresas con frases destacadas de Oduber. Su inauguración fue en 1998.

El monumento en honor a Marcelino García Flamenco, es una pequeña fuente en piedra granito tallada, que mide 2,30 m de alto por 1,30 m de ancho, en la cual se encuentra colocado un bajorrelieve en bronce, obra del escultor cartaginés Juan Ramón Bonilla Aguilar mostrando seis caritas de niños, mide 20 cm de alto por 75 cm de largo. La fuente bautizada con el nombre de “Fuente del Caminante”, fue inaugurada en 1926.

Cerca del Templo de la Música, en el costado sur, está el busto de José Gervacio Artigas, prócer de la República Oriental del Uruguay, que trasladaron desde la antigua “Plazoleta de Soledad”, hoy “Plaza de las Artes”. Como dato curioso en la base del busto hay una placa que dice «Plaza Artigas» que data de 1955.

El busto del Dr. Carlos Luis Collado Martínez es del escultor costarricense Olger Villegas Cruz, fundido en bronce por la Casa Fage. Está ubicado en la nueva sección frente al Edificio Metálico, llamada Jardín de Paz. La obra fue inaugurada en el 2015.

El monumento “en memoria de los héroes que ofrendaron su vida por la libertad y el honor de la patria”, un homenaje de las escuelas y colegios del país, fue inaugurado en 1958.

Finalmente, están lo que podría llamarse un híbrido entre placa y monumento. Uno dedicado al Tratado de límites Costa Rica-Panamá y el otro donado por México para destacar la amistad de los dos países y celebrando los 200 años de independencia.

También hay una escultura llamada “El Beso”, obra del costarricense Olger Villegas Cruz, que le daba la bienvenida a quienes ingresaban al parque por el portón oeste, y que fue reubicada en la sección al costado sureste del parque. En su lugar pusieron la escultura “Alas de México” obra del artista mexicano Jesús Marín, que es una estructura de dos alas de bronce. La obra fue donada por la Ciudad de México y la Fundación Jorge Marín, al pueblo de la ciudad de San José. Desde su inauguración ha sido un éxito con los visitantes del parque, que quieren tomarse una foto con las alas. Con decirles que hay que esperar para poder hacer una toma sin gente. Logré hacer una foto después de un aguacero, y pude hacerlo sin gente. La obra es todo un éxito, que estoy seguro se convertirá en un referente de la ciudad de San José.

En cuanto a la vegetación, hay muchas variedades de árboles y plantas tales como: Casco de venado (Bauhiia purpure), Jacaranda (Jacaranda mimosifolia), Roble de sabana (Tabebuia rosea), Pincel (Ophiopogon), Dama (Citharexylum donnell-smithii), Cedro amargo (Cedrela odorata), Guachipelín (Diphysa americana), Azalea (Rhododendron), Corcho (Melaleuca quinquenervia), Calistemo (Callistemon SP.) y Lorito (Cojoba arborea). En total son 125 árboles con una cobertura arbórea de 2 687 m2.

El Morazán también está totalmente iluminado por medio de la CNFL, y el aporte de la Unión Europea con el proyecto PRUGAM. Además parece que la municipalidad le da buen mantenimiento. Curiosamente no tiene glorietas como el Nacional o el España, y los poyos son del tipo elaborados (¡que bien!). Cuenta con cuatro entradas principales.

La historia del parque es muy particular. Nació después que se desecó una laguna que había en el sector, de ahí el nombre original de “Plaza de La Laguna”. En 1887 le cambiaron el nombre a “DE MORAZAN”. Para detallar, les transcribo lo que dice al respecto el libro “El patrimonio histórico-arquitectónico y el desarrollo urbano del distrito Carmen” de Gerardo A. Vargas—Carlos Ml. Zamora, publicado por el MCJ en el año 2000.

La Laguna: Parque Morazán

Desde 1790 se tiene noticias de la existencia de una laguna artificial, conocida inicialmente como «Pozo de Villanueva» y llamada posteriormente «La Laguna». Se ubicaba en el límite Oriental de la población de San José y de ella durante mucho tiempo se extrajo barro para la elaboración de bloques de adobe, que se utilizaron en la construcción de viviendas de la capital. El nombre de La Laguna se dio en razón de la existencia de un suampo o ciénaga, formado por la acumulación de aguas de lluvia y el paso de pequeñas acequias. El sitio presentaba características de depresión natural, lo cual facilitó la formación de esa laguna semipantanosa.

En 1851, Nicolás Gallegos elaboró un plano de San José. En éste la ciudad aparece delimitada al noreste por el espacio conocido como «La Laguna». Dicha zona comprendía los terrenos ocupados actualmente por el Parque Morazán, el Edificio Metálico y los linderos del Parque España. Hacia el borde este de la misma, pasaba la acequia de Las Arias. Consecuentemente en las cercanías de la Laguna se fueron avecinando familias, algunas de posición económica prominente, que a la par de otras menos adineradas edificaron sus casas en adobe, bahareque y las residencias más suntuosas con ladrillo. Al correr del tiempo, el vecindario se fue conociendo como Barrio de La Laguna.

A mediados del siglo XIX el sector adquirió relevancia con la construcción de la Fábrica de Licores y el inicio de la paulatina habilitación de calles con la finalidad de proporcionar la debida comunicación al sector. En 1877 los planes de transformación de la zona determinaron la compra, por parte del Gobierno, del espacio conocido como «La Laguna», con el objetivo de desecarlo, aduciendo razones de salubridad. Muy posiblemente, las familias que habitaban en las proximidades de dicho espacio realizaron las gestiones necesarias para la eliminación de lo que se consideraba un foco de infección. Un año después, se concluyeron los trabajos de rellenado del sitio.

Esta desecación fue parte del proceso de cambio impulsado en la ciudad por los liberales, que siguiendo la influencia cultural europea y los postulados de Haussmann decidieron conformar un espacio público como remate de la calle de la Estación. Así en 1881 el municipio destinó la suma de 1.500 pesos en diversas partidas para una serie de trabajos, que representaron el inicio de la formación de un parque municipal. En los documentos de la época se habla de la formación de un parque en la plazoleta de La Laguna, al lado de la Calle de Carrillo (actual Avenida 3).

El 12 de marzo de 1885 sobrevino la muerte inesperada del presidente de la República, general Próspero Fernández (1882-1885), este suceso conmovió ondamente los círculos del liberalismo en el poder, al perder a uno de sus más preclaros exponentes. El 23 de agosto de 1885, tan sólo cinco meses después de su muerte, se decretó la erección de un monumento a su memoria como demostración de «culto» a uno de los personajes que más impulsaron los ideales de «progreso civilizador y modernismo». El busto en mármol se encargó al escultor italiano Francisco Durini y se inauguró el 10 de agosto de 1887 en el parque municipal que se estaba construyendo en La Laguna. La escultura se mantuvo ahí hasta el año de 1904, cuando a solicitud de familiares suyos, se trasladó a la antigua plazoleta de la Iglesia de La Merced, por razones que desconocemos.

El año de 1887 significó el momento decisivo en la conformación del espacio físico de este parque. En esa fecha, el gobierno de Bernardo Soto Alfaro emitió varios decretos en junio y setiembre, por medio de los cuales se expropiaron los terrenos necesarios que, sumados a los de la antigua laguna, dieron origen al parque.

Oficialmente el gobierno de Soto Alfaro dispuso por decreto del 15 de setiembre de 1887, que el nuevo parque que se estaba construyendo, fuera dedicado a la memoria del general Francisco Morazán. Las razones posibles para tal homenaje, pudieron ser de índole político y conmemorativo. Debemos recordar que el 15 de setiembre de 1842, se fusiló en nuestro país al general Morazán; suceso que a nivel centroamericano representó una afrenta para la causa unionista defendida por el caudillo y apoyada por importantes sectores políticos y sociales, sobre todo en Guatemala, Honduras y El Salvador. Otro de los motivos pudo ser el deseo de los liberales de patentizar un desagravio, con miras a la celebración del primer centenario del nacimiento del patriota hondureño a efectuarse en 1892. En 1888 se le encargaron los trabajos de construcción del «Parque de Morazán» al Ing. Juan de Yongh mediante un contrato, por el cual realizó cimientos, pretiles y asientos entre otros.

La creación y embellecimiento del Parque Morazán evidenció un claro interés de Bernardo Soto y Cleto González Víquez, por el mejoramiento del entorno del sector noreste de la ciudad, zona en la cual poseían su residencia y otras propiedades. El diseño del parque obedeció a un planteamiento paisajístico funcional, que determinó el trazado de cuatro secciones cubiertas de césped y plantas ornamentales. Las secciones se hallaban separadas entre sí por la Calle de la Estación (Avenida 3) y la Calle del Obispo (Calle 7) y distribuidas alrededor de una isleta central.

En 1892 el contorno noroeste del Parque Morazán fue provisto de un murete, que en forma de banqueta corrida y con ladrillo repellado se construyó para ser usado como asientos, ante las necesidades de recreo y esparcimiento de los visitantes al parque (100). Entre las décadas de 1890 y 1950, las cuatro secciones del parque estuvieron bordeadas por este tipo de estructura. La finalidad de este diseño fue crear simetría para la protección de los espacios verdes y brindar comodidad a las personas que asistían a las distintas actividades recreativas y de otra índole que acontecían en el parque.

En noviembre de 1910 la Municipalidad de San José autorizó al presidente de la Comisión de Fiestas Cívicas, Enrique Peyroubet, la construcción de un quiosco de estilo elegante, con un auxilio municipal de 1.000 colones. Este se construiría en el espacio central donde anteriormente estuvo el busto del general Próspero Fernández (hoy día situado en el parque frente al Cementerio de Alajuela). De esta manera, con el quiosco dio inicio la tradición de las retretas de la Banda Militar, los días lunes y viernes en el Parque Morazán.

Dicho quiosco fue sustituido en 1920 por el actual Templo de la Música, del cual se hablará en el apartado dedicado al patrimonio arquitectónico del Distrito Carmen. A inicios de la década de 1930, la pavimentación de la Avenida 3 y la colocación de la estatua del Libertador Simón Bolívar, determinaron el traslado definitivo de las fiestas de fin de año a la Plaza González Víquez.

Sobre el Templo de la Música es interesante leer una crónica del Diario del Comercio, publicada el 28 de diciembre 1920, que nos habla de su inauguración:

El Morazán, el parque “corrongo” de la capital costarricense, como lo llaman las lindas bocas de nuestras lindas damitas, ha vuelto por sus fueros y de hoy en adelante tiene, como antaño, su jaula de armonía desde donde en divinos raudales las notas de la música han de encantar las horas amables de las noches.

Ayer se inauguró el Templo de la Música, elegante construcción que es joya que viene a aumentar realzando el ornato de la ciudad de San José.

Muy grato nos es ilustrar esta página con la bella construcción que es reminiscencia del Templo del Amor que artífices maestros erigieron en el legendario Versalles de las fiestas galantes, allí donde se amontonó todo el esplendor y todo el fasto de la corte deslumbrante de los Luises de Francia.

Al Templo de la Música va unido el nombre del joven arquitecto que lo ha construido y en la cual obra ha puesto todos sus cariños de artista y todos sus empeños de apasionado de la línea, de la armonía y de la belleza: José Francisco Salazar, uno de nuestros más jóvenes ingenieros que se ha revelado como arquitecto de exquisito y nimio gusto, y de quien debe esperarse mucho en pro de la belleza ornamental de nuestra ciudad, la que ya le debe valiosas construcciones hechas con arte verdadero.

Ayer tarde, después de que Su Majestad hubo bautizado el templo de la armonía con un rubio baño de champaña, la Banda Militar capitalina dio bajo su bóveda el primer concierto; la bóveda resultó de una resonancia musical perfecta. Y las notas, lanzándose en bandadas como impalpables mariposas que se escapasen por entre las soberbias columnas de su prisión, fueron llenando la hermosa tarde del Morazán con una sonora armonía de cobres majestuosos que entonaran una soberbia marcha triunfal, en tanto que el sol desde el cielo enviaba su luz como un chorro de miel dorada que abrillantaba las guirnaldas que exornan el friso del Templo de la Música.

Si quieren hacer un recorrido virtual por el parque, en Youtube hay un video muy bien realizado, con todo y canción de fondo.

Preparé una extensa galería de imágenes actuales y antiguas, donde se puede apreciar casi todo lo que describí del parque, junto a un álbum de Facebook.

 
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Actualizada el 13-04-2022 con una renovación total de las imágenes.
Actualizada el 23-05-2023 con el nuevo diseño y emplazamiento del busto de Morazán.
Actualizada el 11-09-2023 con imágenes de la placa de Salvador Allende y el monumento de transiarte.
Actualizada el 23-03-2024 con nueva información del entorno.

Con la ayuda del libro “Monumentos escultóricos de la ciudad de San José” del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del MCJ.

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