La Patrulla de Bares: Montaña Rusa culinaria (Bar Tunas)

Especial para Cambio Político

Patrulla de Bares Misión: Bar Tunas
Dónde: Barrio Cuba detrás del cementerio general, San José (ver mapa)

Bar Tunas

El bar Las Tunas arrastra una historia que abarca tres décadas y este Cronista se precia de haberlo seguido a lo largo de toda su historia. A inicios de los años ochenta estaba en plena “calle del pecado”, la calle 2, haciendo juego con el night club Pigalle, el lugar tenía pretensiones de bar fino y era uno de los más caros de la entonces segura ciudad de San José, pues ahora ir a un bar en esa ubicación sería jugarse el físico. Pero más tarde Tunas se hizo de verdad pipis, y se fue a Sabana Norte, en donde estuvo por muchos años, allí es particular nuestro recuerdo cuando hicimos fila en 1988 para entrar al Woodstock tico, el concierto Derechos Humanos Ya!, la espera se hizo placentera, pues mientra la mitad del grupo de amigotes cuidaba los campos de la fila, la otra mitad libaba sus birritas en el bar, y así nos estuvimos turnando toda la tarde. Finalmente, el lugar fue víctima de la especulación inmobiliaria que hay en La Sabana y fue demolido para dar campo a un lujoso edificio de oficinas, afortunadamente volvió a reencarnar, supuestamente en el paraje más anticomercial de la ciudad, justo detrás de las “ciudad de los ñatos”, léase cementerio general, pero su clientela demostró ser leal, pues el lugar sigue lleno a reventar.

 
La nueva ubicación sirvió para que Tunas volviera por sus viejos fueros a la par de otro night club, pero para efectos patrulleros lo que resultó realmente amenazante es que el lugar tiene dos ambientes y uno de ellos es un horrible salón de karaoke, de hecho la digna Patrulla tuvo que elevar sus voces de protesta para que cerraran la puerta que divide ambos locales y no escuchar el desagradable escándalo de los desafinados cantantes terminando de ametrallar lo más horrible del repertorio musical que se les pueda ocurrir.

Cuando se hizo la prepatrulla de rigor, con el fin de evaluar si el local tenía suficientes méritos para ser visitado por los altos catadores en pleno, el resultado fue poco menos que espectacular: la sopa de mariscos aparte de enorme, tenía una buena variedad de frutos de mar y ni qué decir del sabor, igualmente espectacular estuvo el pulpo al ajillo, con una presentación además muy apetitosa y la chalupa de pollo aparte de repetir lo méritos en tamaño y presentación también demostraba cuidado en su preparación y un excelente sabor. Por lo demás, el lugar es tranquilo, algo formalito sin llegar a elegante, con un ambiente agradable porque es muy abierto y cuenta con un buen equipo de solícitos saloneros.

Bar Tunas

Así que pasada la Semana Santa y su hipócrita ley seca, los patrulleros reanudaron su vida de sacrificios saciando su sed y hambre en Las Tunas. Pero a pesar del alentador prólogo, la visita definitiva arrojó una gran cantidad de altibajos. El filet mignon fue la estrella de la noche, a pesar de que precio es un poco alto y supera los tres mil colones, sí se ve es todo un plato de restaurant y en otro lugar por eso mismo pueden cobrar el triple, el acompañamiento es generoso, con frijolitos negros, papa asada y maduro, todo buenísimo de sabor. La costilla de cerdo, que la acompañan con una gustosa salsa barbacoa, si bien la carne esta buena de sabor, no así se pudo decir de las yuquitas que pusieron de acompañamiento, simplemente feonas. La sopa negra es grandota, hasta le ponen un chile jalapeño, estaba buena pero sin despertar particulares clamores de admiración. El gordon blue (a pesar de que el lugar sigue jugando de fino lo escriben a la manera pola tica en menú) sí fue una profunda “desecsión” (para seguir haciendo juego en la manera de hablar de algunos compatriotas) y la carne no estaba dura, estaba durísma. El pollo en salsa de hongos, que tenía una presentación más que apetitosa, cuando fue degustado salió insipidón. Pero aún resultó peor el gallo de chorizo, hasta que nos corrían las babas cuando llegó a la mesa por su apariencia, pero luego más bien nadie se lo quiso comer. El chifrijo de rigor en cualquier degustación patrullera viene con pellejo y chicharrón, pero tampoco movió mucho las hormonas de la concurrencia. Alguien se arriesgó a pedir más carne, y el lomito en salsa de hongos resultó muy bueno en su sabor, pero la carne estaba un poco dura. Y otro que “se la peló”, fue el palo ranchero, aquí si fue un verdadero desastre, la carne dura, el sabor malo y además pasado de sal.

Bar Tunas

Si no hubiera sido por su brillante historia y los platos que superaron la prueba de calidad, hubiéramos enviado a Las Tunas a nuestra oprobiosa lista negra, más si tomamos en cuenta los precios de las bocas, que no son precisamente “populares”. Tal vez el ubicar a la cocina cerca del área en donde se escucha el karaoke tuvo un efecto nefasto esa noche. Tal vez el cocinero seguía de semana zángana. En fin, después dicen que andar patrullando es una alcahuetería, ya ven que a veces corremos nuestros riesgos.

Bar Tunas

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