Hasta siempre, César Meléndez

Camilo Rodríguez Chaverri

Me sobrecogió la muerte de César Meléndez. Lo conocí en el solidarismo costarricense. Llevó uno de los monólogos del Teatro La Polea, que él fundó, a un centenar de asociaciones solidaristas. Recuerdo el impacto de su personaje campesino, un jornalero, en las asambleas del solidarismo.

El director del Movimiento Solidarista en aquellos años era un nicaragüense que, al igual que César Meléndez, se vino a Costa Rica a buscar una mejor vida. Ese director del Movimiento Solidarista se llamó Wálter López, y también falleció muy joven. Don Wálter y César abordaron un tema fundamental para el ser costarricense, el cual es su componente nicaragüense.

Más o menos una quinta parte de la población costarricense proviene de Nicaragua. Ese es un tema fundamental en nuestra construcción sociológica. Wálter López abordó el tema desde sus tres libros de cuento y su libro de poemas, libros que tuve el honor de editar e imprimir. El de poemas salió después de su muerte. El otro artista fundamental en este tema es este actor tan bueno y tan noble, César Meléndez, que acaba de partir al cielo. Era un hombre de Dios.

La obra mayor de César fue, sin duda, “El Nica”, la mejor aproximación artística que se ha hecho del dolor y la discriminación que sufren los nicaragüenses en nuestro país. Es teatro aguerrido, desgarrador, duro, sincero, fuerte, sin concesiones. Había que ser muy valiente para presentar en Costa Rica una obra así. Desnuda en las tablas lo más feo del ser costarricense, su choteo cruel.

Recuerdo que lo llevamos con esa obra a otro centenar de asociaciones solidaristas, cuando este servidor fue director del Movimiento Solidarista, precisamente sustituyendo al insustituible Wálter López, a quien vi llorar la primera vez que fuimos a ver “El Nica”. Es inolvidable el diálogo de César Meléndez con Jesús, con “El Colocho” o “El Colochón”, como le llaman los nicaragüenses a Dios. Y sin duda que la escena más fuerte y dolorosa es cuando se ahoga una criatura cruzando el río San Juan. Lloré dos o tres veces con esa escena tremenda…

César deja su impronta, su huella, su nombre, para siempre, en la historia del teatro costarricense por la obra “El Nica”. También escribió y puso en escena otras obras de teatro significativas. César fue un artista completo. Es más, no se dio a conocer como actor sino como cantante, en los años 80, cuando era un muchachillo que acababa de salir del colegio. Él aparece en varios videos de las canciones de los grupos nacionales de esa década de oro, cuando brillaron conjuntos como Manantial, Jaque Mate, La Selección, Los Hicsos, La Banda y La Pandylla, entre muchos otros. De esa época nos queda el conjunto Los Hicsos, que es más antiguo pero brilló más en los 80, como todos los conjuntos mencionados. César fue el cantante principal de uno de los conjuntos en esos años.

César Meléndez fue una gran persona. Recuerdo la escena de él dándole de comer a una persona con discapacidad en un restaurante. La prensa lo consignó. Lo recuerdo con aquel personaje afeminado en La Pensión. Otra vez, es obra de un actor muy valiente, dueño de sí mismo. Y también lo recuerdo como juez de un programa de baile, en la televisión. Siempre fue simpático y muy accesible.

Costa Rica y Nicaragua deben estar de luto por el fallecimiento de este gran artista de ambos países, amante del paisaje de ese país vecino del nuestro, esa Nicaragua preciosa, esa tierra bendita, llena de encanto y de gente buena y generosa.

En los últimos años se hizo vegetariano y experimentó toda una transformación o un período de crecimiento espiritual, místico y holístico.

En el cielo, la Purísima, la Virgen amada por los nicaragüenses, y la Negrita, nuestra amada reina, están esperando a César, le tienen una fiesta de recibimiento con todos esos nicaragüenses y esas nicaragüenses que murieron en Costa Rica, o en Panamá, o en Honduras, o en Estados Unidos, extrañando su paisaje precioso, su comida, que ya es nuestra también; su forma deliciosa de hablar, su fe y sus encantos. Allá también lo espera mi querido Wálter López.

Gracias, César Meléndez, gracias por tu vida, por tu obra, por tu generosidad. Dios te tiene a su lado, el único lugar donde podés estar, con Nuestro Creador.

 

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Periodista y Escritor

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