Escuadrones de la muerte

Política entre bastidores

Manuel Carballo Quintana

Manuel Carballo

La proyección internacional del Centro de Estudios Democráticos de América Latina (CEDAL) se debió fundamentalmente al apoyo financiero de la Fundación Friedrich Ebert (FES), de Alemania. Por 40 años se mantuvo una relación estrecha y permanente con 22 partidos políticos de Latinoamérica, incluyendo organizaciones sindicales y movimientos cooperativos afines a esos mismos partidos. Sus dirigentes políticos y sociales concurrían a La Catalina a seminarios, cursos de capacitación, o bien al intercambio de expertos y experiencias de todo tipo de dichas organizaciones. Sin embargo, con algunos partidos centroamericanos existió un trato diferido, pues, además de su participación en las actividades de La Catalina, CEDAL realizaba estos cursos y seminarios también en sus propios países. Nos referimos a Guatemala, Honduras, El Salvador y Jamaica. A esos países viajábamos casi mensualmente a supervisar, impartir los cursos y seminarios, y coordinar las actividades.

Para quienes trabajamos en CEDAL, intervenir en sus actividades nos producía una satisfacción que no tiene comparación. Pero también nos dejó huellas de dolor.

Las décadas de los 80 y los 90 fueron fatales para la democracia en Centroamérica y en algunos países sudamericanos. Siempre nos ha llamado la atención que en esa época, cada semana recibíamos la noticia de asesinatos de dirigentes políticos y sindicales que habían estado en CEDAL, asesinatos pocos días y pocas semanas posteriores a su concurrencia en La Catalina. Nos resultaba extraño que los días miércoles, precisamente cuando el equipo director de CEDAL realizaba su reunión de coordinación, se recibía una nueva llamada telefónica suministrándonos la noticia de un nuevo asesinato de ‘cedalinos‘. Así, fueron masacrados, entre otros, dos de los dirigentes sindicales de la Central Obrera Boliviana (COB) junto con Marcelo Quiroga Santacruz en Bolivia; Enrique Álvarez Fuentes y Enrique Barrera en El Salvador; dos líderes ambientalistas en Honduras; Alberto Fuentes Mohr, Manuel Colom Argueta, Marco Antonio Cacao, Feliciano Acevedo en Guatemala. Eran tiempos en que aún reinaba en nuestro Continente la “internacional de las espadas”, como llamaba don Luis Alberto Monge a los ejércitos y los escuadrones de la muerte. Menciono algunos nombres, pero en realidad fueron decenas los asesinados.

Como Coordinador de Programas de CEDAL, me correspondía viajar periódicamente a los países con los que CEDAL y la Fundación Ebert (FES) mantenían capacitación in situ, concretamente Guatemala, Honduras, El Salvador y Jamaica.

Trabajar en Guatemala era asumir un riesgo en todo sentido. Nuestras contrapartes eran el Partido Socialdemócrata (PSD), liderado por el economista Alberto Fuentes Mohr y el Frente Unido de la Revolución (FUR) por el abogado Manuel Colom Argueta. En la ciudadanía guatemalteca era previsible y obvio que ambos aspirarían a la Presidencia de la República en las elecciones venideras. Por tratarse de dos partidos de inspiración socialdemócrata, nuestro trabajo -aparte de la formación socio-política de dirigentes y militantes-, era construir la formación de un solo bloque con la participación de ambos.

En enero de 1979 me trasladé a Ciudad de Guatemala a continuar con los esfuerzos de CEDAL y la FES. El 25 de ese mismo mes fue vílmente asesinado Alberto Fuentes Mohr. Di gracias a Dios no haber acompañado a Alberto en la hora trágica de su muerte. Ese día quería reunirse conmigo para entregarme copia de un artículo que el día anterior le publicó el diario Washington Post. Le manifesté que no podría porque a la misma hora estaría almorzando por invitación con Manuel Colom Argueta. Entonces optó por dejar la citada copia en el Hotel Ritz de Ciudad de Guatemala, donde me alojaba. Estábamos empezando nuestro almuerzo, cuando llamó una hermana de Manuel Colom para informarlo que Alberto Fuentes había sido acribillado a balazos. Hasta ahí llegó nuestro amistoso encuentro porque nos trasladamos de inmediato al lugar del asesinato. Alberto Fuentes estaba inerte, inclinado en el asiento trasero de su vehículo y bañado en sangre. Él conducía su vehículo. Dije que di gracias a Dios porque a Fuentes Mohr lo venían siguiendo desde hacía rato y si nos hubiéramos reunido no estaría contando esta historia. 

Alberto Fuentes Mohr ocupaba un escaño en el Congreso, como diputado por el departamento de Quetzaltenango. Hacia la una y media de la tarde, después de haber participado en la sesión ordinaria del Congreso, don Alberto se enrumbó hacia su residencia. El vehículo avanzaba sobre la avenida La Reforma cuando a pocos metros de la antigua Escuela Politécnica, fue interceptado. Desde un vehículo y dos motocicletas se abrió fuego cruzado y cerrado. Se reportó un total de 23 impactos de bala en su cuerpo. Fuentes periodísticas, sobre la base de testimonios recibidos in situ, aseguraron que el ataque tardó treinta segundos y que, después, los autores se dieron a la fuga tomando distintas direcciones a bordo de los vehículos que tripulaban. A pesar de que el ataque se produjo a cuadra y media del cuartel militar, ninguna autoridad de la policía o el ejército se apersonó en el lugar.

En medio del temor y amplias medidas de seguridad por parte de voluntarios del PSD, el cuerpo de Alberto Fuentes fue trasladado a Quetzaltenango, su ciudad de origen, para su sepelio. Tuve el honor de acompañarlo hasta el final.

Pero la historia no termina aquí. Tras el asesinato de Alberto Fuentes Mohr, muchos de sus correligionarios, amigos y familiares advirtieron a Manuel Colom la necesidad de que saliera del país. Pero él permaneció en Guatemala. Dos meses después, en marzo del 79, Manuel Colom salió de su oficina acompañado por dos escoltas; su vehículo fue atacado por los ocupantes de dos automóviles. Fallecieron los tres. Manuel Colom recibió el impacto de 24 proyectiles. Los familiares de Colom Argueta aseguraron que el operativo fue dirigido desde un helicóptero que sobrevolaba el área y que entre sus tripulantes se encontraba el general David Cancinos, jefe del Estado Mayor del Ejército.

El general Cancinos fue ajusticiado poco tiempo después, atribuyéndose la acción el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), organización que confirmó la versión del involucramiento de dicho oficial en la ejecución de Colom Argueta. En su sepelio el compañero Jorge Vargas Roldán se trasladó a Ciudad de Guatemala representando a CEDAL y la FES.

La mayoría de los crímenes políticos en Guatemala eran producto de un escuadrón de la muerte anticomunista denominado La Mano Blanca, jefeado por el político Mario Sandoval Alarcón, de ingrata memoria. Uno de los modos de operar era repartiendo volantes en la ciudad con listas de nombres de supuestos comunistas o dirigentes de la guerrilla. Aparecer en una de esas listas negras era una sentencia de muerte.

Fuimos notificados por guatemaltecos amigos que en una de esas listas rezaba lo siguiente: “Extranjeros cooperantes con la guerrilla y el terrorismo: …(cuatro nombres de alemanes de la Fundación Ebert y la Internacional Socialista… y Manuel Carballo Quintana)”. No se mencionaba los nombres de CEDAL y la FES, sólo las personas. Pues bien, hasta ahí llegó nuestra “viajadera” a Guatemala, por disposición de la FES y CEDAL.

El día llegó en que se firmó el Plan de Paz para Centroamérica, producto de los esfuerzos del Presidente Dr. Oscar Arias Sánchez. Los partidos PSD y FUR con el tiempo desaparecieron, los ejércitos guerrilleros se reorganizaron como partido político legal y democrático y CEDAL continuó colaborando con la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

Recordando a Alberto Fuentes Mohr

Estos apuntes no tienen ninguna pretensión literaria; son la narración de simples hechos reales poco conocidos que al cabo del tiempo se convierten en histórico.

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