El Tío Sam

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Carlos Revilla M.

Carlos Revilla

No crean por el título de la columna que les voy a a hablar de política, del imperio o cosas de esas. No, más bien el tema de hoy es totalmente distinto. Como es mi costumbre, de vez en cuando, me gusta escribir de recuerdos de cuando era un poco más joven. Hoy es una de esas oportunidades.

Conversando uno de estos días con un amigo, recordó una taberna en San José, que se llamaba «Tio Sam» que estaba en el centro de San José. Algunos tal vez se acuerdan, quedaba, si no estoy equivocado, algo así como 100 o 150 mt al sur del parque central en la que se conocía entonces (no se ahora) como la «Calle de la Perdición» (calle 2). En esa calle y en ese sector se concentraban la mayoría de los «Night Clubs» y Bares relacionados con este tipo de negocio de San José, no todos por cierto eran de mala muerte como pensarán algunos. Tengo presente muchos de estos lugares de mis épocas de adolescente, porque pasaba con frecuencia por ese sector, ya sea para ir al cine o hacer algún mandado. Aunque esto no significa que los haya visitado.

De los Night Clubs me acuerdo del Poema Room (al costado oeste del parque central), Las Arcadas, El Molino Rojo, Le Chapeau y Colt 47. El Molino Rojo, obviamente toma el nombre de su contraparte francesa en París. Parecía como algo especial, aunque nunca fui, quedaba (¿queda?) en la esquina de la calle 2 con avenida 10 y siempre lo veía porque por ahí pasa una de las rutas del bus de Sabana-Cementerio que yo tomaba a menudo cuando volvía del sector oeste de San José.

En esos lugares usualmente los entreshows eran muy buenos y se le daba oportunidad a algunos artistas de la farándula. Recuerdo al dúo «Guzán y Moralitos» que hacían un espectáculo de fonomímica y a veces se hacían acompañar de un ventrilocuo que tenía un muñeco que se llamaba «don Tico«, lamento no acordarme quien era la persona que lo manejaba.

Cerca también estaba el cine y teatro Center City, donde se hacía producción nacional. Habían dos shows muy buenos, el «Bin Ban Bun«, que era una especie de lo que se podría llamar desfile de vedettes y «A latazo limpio» cuyo conductor era el ya desaparecido humorista Pomponio. Este espectáculo era una versión a la tica del famoso programa de la TV gringa de esa época llamado «The Gong Show«, la gran diferencia era que en lugar de golpear un gong como en el gringo, aquí Pomponio lo hacía con una lata de zinc. Si no me equivoco ese show se transmitía por la radio, en la estación que se llamaba por cierto Radio City.

De los Bares, estaba el ya mencionado Tío Sam, El Sétimo Cielo, El Atlas y La Gallega. Cerca y en la ruta de bus ya mencionada, estaban también La Alcancía y La Nueva Lira, que tengo entendido su nombre obedece a un cambio de moneda en Italia, que antes de adherirse al euro era la lira, y que en algún momento, como estaba muy devaluada, el gobierno sacó una «nueva lira» con diferente valor, de ahí el título, que no tiene nada que ver con el instrumento musical del mismo nombre, a pesar que se ve a la entrada del local, que todavía existe.

Al Atlas si fui en alguna oportunidad, era un bar muy bueno que quedaba en avenida 4 a la vuelta de la Prensa Libre (hoy Diario Extra), que por cierto ya no existe y ahora el edificio es parte del «complejo extra».

La cantina La Gallega era algo especial, ahí por primera vez comí una boca de gallo pinto, es más, la razón para visitarla fue esa recomendación, algo realmente curioso en aquellas épocas, bueno, y que lo sigue siendo la verdad. En ese lugar fue donde por primera vez vi las bolsas de plástico transparentes llenas de agua colgando encima de la barra, algo que me sorprendió mucho. Con curiosidad pregunté para que servían y me dijeron que con eso se espantaban las moscas. La Gallega estaba en avenida 10, por la calle de la perdición, no se si todavía existe.

Se que son muchos más Night Clubs y Bares (cantinas), pero esos son de los que me acuerdo.

También, por supuesto, habían en esa calle algunos antros de lenocinio (burdeles) como «Las Tucas» o la «1215» (ese era el número de la casa), pero de esto no les pienso hablar, pues desconozco del tema y solo por interpósita mano es que conozco de esos lugares.

Bueno, vuelvo al Tío Sam que es lo que me motivó a escribirles. Nunca fui, pero siempre que pasaba enfrente, quedaba como mesmerizado por una enorme marquesina que tenía a la entrada, con la figura del mítico Tio Sam gringo, el mismo del afiche de «I want you« que usan para lograr que la gente se enliste en el ejército de ese país. A un lado, como ya dije el Tío Sam y al otro la figura dibujada (el trazo) de una mujer semidenuda con luces en el borde que se encendían y apagaban en cadencioso intercambio circular. Y en la ancha entrada del lugar, se divisaba una barra en forma de una especie de herradura, que se perdía de vista hacia el fondo, dejando un halo de sórdido misterio.

Comprenderán que un espectáculo de esta naturaleza ante los ojos de un imberbe e inocente adolescente, fue algo que me impresionó mucho y que me dejó marcado para toda la vida.

No quiero terminar sin hablar de otro de esos lugares que quedaba por ese sector, me refiero a la «Terraza Oriental» que ocupaba un segundo piso de un edificio en la avenida segunda, por un lugar conocido como la «Cañada» que nunca supe que era. Escuchaba hablar mucho de ese lugar, pero igual, nunca fui (parecía incluso peligroso).

Más modernamente aparecieron en el sector lugares de «ambiente» (para gente del mismo sexo) que junto a la expansión de la Clínica Bíblica han cambiado mucho el sector.

Muchas gracias al amigo que me habló del Tío Sam, porque me trajo todos estos recuerdos, que aunque parezca que no es algo importante, uno los tiene grabados y creo vale la pena compartir, son parte de la historia de nuestra capital.

En otra oportunidad les voy a hablar de las discotecas que había en esa época en San José, que eran un montón, estaban de moda y aquí sí, les contaré algunas anécdotas, porque las conocí casi todas.

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