El ICE, huelgas, sindicatos y Estado

Ágora*

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Guido Mora

El pasado viernes hice una publicación en mi Facebook, que causo cierto revuelo entre algunos de mis contactos. Publique lo siguiente:

Todos estos años he sido un fiel defensor del ICE, por la inversión nacional, que representa -una inversión que es de todos los costarricenses, no sólo de los empleados del ICE. Pero les aseguro, por lo más sagrado de mis principios que si pierdo una venta el lunes o un solo cliente me dice que no puede comunicarse conmigo por celular, internet o telefonía fija, por la huelga del lunes, voy a pasar todos mis servicios y los de las empresas que representó, a empresas privadas”.

Lamentablemente, entre el sábado y el domingo sufrí un quebranto de salud, con paso obligado por el quirófano, que no me permitió, sino hasta hoy, poder responder y justificar mi posición, lo que procedo a hacer en esta columna.

Estoy claro que el sindicalismo es una actividad legal, respaldada por la legislación costarricense y que los trabajadores tienen la posibilidad de organizarse para luchar por la defensa de sus derechos laborales.

La reglamentación que respalda el derecho de los trabajadores para organizarse en sindicatos, se sustenta no sólo en la legislación nacional, sino que, además, está cubierta por convenios internacionales suscritos por el Gobierno costarricense, con agencias internacionales de las Naciones Unidas y Organización de Estados Americanos.

También tengo muy claro y reconozco el papel del movimiento sindical en el impulso, fortalecimiento y defensa de las prerrogativas de los trabajadores de Costa Rica y el Mundo: una gran mayoría de derechos de los que gozan hoy día los trabajadores, se han obtenido por las luchas, el sacrificio y el trabajo desinteresado de líderes sindicales, que han procurado defender a los más débiles, de los excesos que promueve la ambición humana y el capitalismo como sistema económico.

Quien no reconozca estas situaciones, cierra sus ojos a la realidad histórica y a las desproporciones que ha permitido la explotación del hombre por el hombre.

De igual manera, hay que reconocer el papel que han jugado algunas organizaciones sindicales de la actualidad, ante los excesos de la clase política, las alianzas entre esta, sus socios financistas y oscuros operadores políticos, así como la denuncia contra la corrupción, que nuestro sistema político ha ocultado u obviado durante muchas décadas.

Pero, igualmente cierto es que muchas organizaciones sindicales han pasado de ser defensores de derechos laborales, para convertirse en encubridores y alcahuetes de sinvergüenzas, incapaces y vagabundos, que vegetan en instituciones del Estado, del Gobierno Central o Instituciones Autónomas y cuyos estipendios debemos cancelarlos todos los costarricenses, constituyéndose en una difícil carga para la hacienda pública y para cada uno de nosotros como ciudadanos.

Si bien es cierto, los partidos políticos han sido responsables de convertir al Estado en una agencia de empleo, favoreciendo en no pocos casos a sus partidarios, la articulación de muchos de estos costarricenses en organizaciones sindicales, convertidas en un fin en sí mismo o en un fin para sus afiliados, ha gremializado el aparato estatal, generando un perverso movimiento en que estas organizaciones se han apropiado de las instituciones en que desarrollan sus actividades y de las que se han acostumbrado a lucrar, ante el silencio cómplice de los jerarcas políticos.

De esta manera, lo que importa es que los bancos tengan utilidades, para poder generar un buen bono a final de año, por el uso del dinero de los ahorrantes costarricenses, pero del que legal, aunque inmoralmente, terminan apropiándose los empleados de estas instituciones: que la brecha entre las tasas pasiva y activa sea insalvable, pasa a un segundo plano. Muchas instituciones descentralizadas concentran buena parte de su presupuesto en el pago de salarios, como si su objetivo fuera la repartición de sus recursos entre sus empleados, aunque no cumpla con los objetivos que le establece la legislación que la creó y sustenta su funcionamiento.

Estos y otros problemas subsisten en Costa Rica, no sólo en el sector público, sino también, vinculados al sector privado, en donde algunos empresarios se han convertido en profesionales en burlar la legislación fiscal, evadiendo el pago de las responsabilidades legales ante la hacienda pública o las organizaciones de la seguridad social.

Todos, y creo que esta afirmación alcanza a todos los sectores de nuestra sociedad, todos estamos cansados de observar un Estado incapaz de atender, resolver o atenuar los problemas de seguridad, infraestructura, inversión y contratación de obra pública, entre otros.

Sin embargo, pienso que se ha asumido una actitud equivocada entre los sindicatos, los trabajadores, el sector público, el sector privado y el Gobierno. Ha prevalecido una posición confrontativa, que se asume que unos sectores son enemigos de otros y que unos quieren mantener sus prerrogativas y subsistir, en detrimento de los derechos de los otros grupos.

Con esta actitud continuaremos estancados y Costa Rica no podrá superar la problemática estructural que le aqueja.

Para salir de esta situación debemos entender que, como ante el gran Leviatán, todos los ciudadanos y los diversos sectores, debemos ceder parte de nuestros beneficios, para que el Estado logre reorganizarse y establecer, con el concurso de las partes, las normas que rijan la sociedad de la Costa Rica del Siglo XXI.

Es indispensable que surjan líderes políticos, sindicales y representantes del sector privado, que tengan la capacidad de negociar, ceder y reclamar, en justa medida, los requisitos básicos para desarrollar el papel que a cada uno de ellos corresponde, evitando los abusos y procurando el favorecimiento no sólo de sus intereses de grupo, sino del bien común, del de todos los costarricenses.

Este es el reto que deben asumir quienes pretendan liderar estas organizaciones sociales, laborales, gremiales y políticas. Este es el compromiso que exige Costa Rica a los líderes de nuestra generación.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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