El expresidente Daniel Oduber enjuicia la política económica del Gobierno de Carazo (VI)

Serie documentos históricos (Especial para Cambio Político)

Daniel Oduber Quirós

Lic. Daniel Oduber Quirós

VI

PRINCIPALES ERRORES FISCALES

Como expliqué en el capítulo sobre la Génesis de los errores fiscales, el Gobierno actual decidió remitir a la Asamblea Legislativa un proyecto de ampliación presupuestaria por 800 millones de colones para cubrir el faltante de 1978, pero se equivocaron al financiarlo casi exclusivamente mediante una emisión de bonos. De esta manera, el faltante tuvo que ser pagado después, con parte de los 600 millones de colones que, al 7 de mayo de 1978, les había dejado en las arcas de la Tesorería Nacional, y el resto aparentemente con una emisión monetaria aprobada por las nuevas autoridades del Banco Central durante el segundo semestre de 1978.

La única explicación lógica que puede hacerse una persona racional y sensata ante la adopción de una medida de esta naturaleza es la falta de ideas, experiencias y programas que tenía el grupo Carazo al hacerse cargo del gobierno el 8 de mayo de 1978.

Estoy seguro de que si el presidente Carazo y los funcionarios actuales se hubieran imaginado las consecuencias negativas que les acarrearía esa decisión tan desacertada jamás lo hubieran hecho, ya que dicha decisión les iría a rebotar inmediatamente después en contra de su propia gestión gubernativa. Pero, como para ellos lo primero es aplicar la política electorera en vez de la búsqueda del bienestar nacional, optaron por el camino equivocado. Ese fue el primer error que cometieron en materia fiscal, que se les magnificó y encadenó con creces en los siguientes años.

En efecto, los funcionarios de nuevo cuño no se dieron cuenta de que, al enviar la modificación presupuestaria financiada con una emisión de bonos estaban creando un gasto que se repite anualmente, amparado con un recurso que tiene vida presupuestaria una sola vez. De esta forma, la ampliación de presupuesto de 1978 tiene que haber contribuido a aumentar el déficit fiscal en un buen número de millones de colones, tiene también que haber provocado una presión importante para incrementar el déficit de 1979 en otros tantos millones de colones y, prácticamente, haber provocado una elevación mayor en el de 1980. Es lógico explicar entonces cómo el déficit financiero del Gobierno pasó de 984 millones de colones en el año de 1977 a la suma de 1760 millones de colones en 1978 y 2607 millones de colones en 1979.

Se observa de inmediato el paralelismo que existe entre el aumento del déficit financiero y el monto de la ampliación presupuestaria que nunca debió haber enviado el presidente Carazo a la Asamblea Legislativa, en la forma en que lo hizo. Cegado con el propósito de comenzar desde un principio por echarle la culpa a la Administración Oduber de todo lo que le ocurriría después en su gestión de gobernante, inició esa tarea partiendo con el problema de los faltantes, pero no observaron o no quisieron darse cuenta, y eso hay que repetirlo cuantas veces sea necesario, que ellos mismos se estaban echando la cuerda al cuello, por culpa de una fallida decisión política o de una desacertada decisión técnica, o ambas cosas a la vez.

Esta bisoña experiencia del actual gobierno, al apenas empezar sus labores, tuvo que ser aprovechada el año siguiente por los mismos funcionarios que se equivocaron el año anterior, al presentárseles el problema de los faltantes de 1979, entre ellos el aumento de salarios y la subvención de las universidades , y tuvieron que preparar a todo vapor un proyecto de presupuesto aparentemente respaldado por un paquete tributario que nunca tuvo el respaldo de la propia bancada oficialista de la Asamblea Legislativa. Esta falta de apoyo de los diputados pertenecientes al partido Unidad y la desidia mostrada por ese mismo grupo político en la Comisión de Asuntos Hacendarios, obligó al Poder Ejecutivo a elevar los derechos de exportación al café y los impuestos al consumo de la gasolina, los licores, los cigarrillos y los refrescos por la vía del decreto ejecutivo (vía que siempre criticó ácremente el señor Carazo).

Cabe hacer notar que si esta medida generadora de recursos la hubiera adoptado el presidente Carazo hacia mediados de 1979, no hubiera provocado innecesariamente el aumento del déficit fiscal registrado el año pasado, pero desafortunadamente les falto sentido de oportunidad. Este fue el segundo error fiscal cometido por el actual Gobierno, provocado por una vigorosa pasividad de la bancada oficialista en ese congreso y una falta de oportunismo de la gente del gobierno. Estos últimos, en vez de buscar fórmulas distintas a la simple emisión inorgánica, en vez de esperar pacientemente que su propios diputados; les aprobaran el fallido Paquete Tributario, y en vez de cruzarse de brazos ante la decisión tomada por la Asamblea Legislativa llegaron a aceptar la derrota que les infringió su propia bancada oficialista, sus propios diputados; reaccionaron entonces, y le echan la culpa a toda la Asamblea Legislativa, y corren presurosamente al Banco Central y le dan instrucciones al Presidente Ejecutivo ya los demás miembros de la junta directiva para que inorgánicamente emitan los recursos necesarios para pagar a los empleados públicos sus aumentos salariales.

De nuevo el Gobierno actual toma desafortunadamente el camino equivocado, que al final resulta el más cómodo para ellos, pero el más caro para el país, y en lugar de demostrar una mente creadora, imaginativa y racional como la que debe presidir un gobernante ante momentos tan agobiantes como a los que nos tenía sometidos en ese momento, vuelve a echarle la culpa de sus penas a la Administración Oduber.

La política tan liberal que adoptó el nuevo Gobierno en materia de reducción y exoneración de impuestos se convirtió en el tercer error fiscal de este Gobierno. Aplicar una política de reducción de ingresos tributarios en un momento en que el país navegaba en un mar infectado de graves problemas hacendarios es una insensatez. Es otro error de oportunidad o una ocurrencia inoportuna. En efecto, parece mentira que habiendo creado un inmenso déficit financiero y no habiendo podido disminuir el gasto público, se les hubiera ocurrido reducir los ingresos fiscales, desarrollando una campaña de actividades con propósitos múltiples, muy notables en ciertos casos. Veamos algunos ejemplos:

No se puede pensar en decretar una rebaja de los impuestos que pesan sobre los artículos suntuarios importados del exterior en un momento de crisis fiscal y de balanza de pagos. Esta acción debió ocurrírsele al Gobierno actual en otro momento más oportuno, pero desgraciadamente se le ocurrió en el momento menos apropiado.

También el Gobierno actual, ante las exigencias de los empleados públicos, se vio obligado a aumentar las deducciones aplicables al impuesto sobre la renta en un momento poco aconsejable, sin que la Asamblea Legislativa les hubiera aprobado la compensación fiscal.

Debió haber pensado en otras formas de compensación y en otras soluciones que no provocaran una merma de los recursos corrientes, cuando más los necesitaban.

La aplicación de una política de reducción de ingresos fiscales, simultáneamente con la implantación de un nuevo modelo económico de corte neoliberal, que afecta directamente al sector productivo del país y a la producción nacional, dio como resultado una caída de la actividad económica en Costa Rica y, como consecuencia, un deterioro importante de los ingresos fiscales. En 1979, la tasa de crecimiento de las entradas corrientes del gobierno fue la más baja de por lo menos los últimos diez años.

Otro error fiscal cometido por el actual Gobierno reside en torno a la actitud adoptada con respecto al primer paquete tributario de Carazo. Parece mentira que hayan dejado transcurrir un año sin haber negociado con la Asamblea Legislativa la tramitación de ese paquete. Parece mentira que no hayan podido ponerse de acuerdo con los 27 diputados que forman la bancada oficialista del partido Unidad en la Asamblea Legislativa. Parece mentira que no hayan dialogado con cada uno de los grupos políticos de oposición que se encuentran representados en el Congreso, con el objeto de definir áreas de coincidencia, encontrar soluciones alternativas y negociar una propuesta más equilibrada. Parece mentira que haya pasado un año entero sin que el Gobierno actual se hubiera preocupado por darle vida al paquete tributario, a sabiendas de que tenía un déficit financiero de más de 3.000 millones de colones en 1980. Parece mentira que se acordaran del paquete tributario cuando aceptaron el aumento salarial de los empleados públicos. Parece mentira que hayan adoptado una actitud tan pasiva respecto a este asunto teniendo en frente tantos problemas acumulados en sólo dos años de Gobierno.

Es probable que esta actitud los pueda conducir a un nuevo error. Así, de la noche a la mañana, en el momento en que el señor Presidente de la República se encontraba en Francia y en Bélgica, el Gobierno actual sustituía el primer paquete tributario por otro nuevo.

Lo sustituye inmediatamente después que el Presidente ha enviado una cadena de cartas en las que urge la aprobación del primer paquete para salvar el país de la crisis en que nos tienen sumidos desde que empezaron con el Gobierno de los errores, engaños y desaciertos económicos. Ante tantas decisiones equivocadas, se sabe que al Gobierno se le ha presentado con demasiada frecuencia un problema de caja para pagar sus gastos diarios. Ante ese problema, y habiendo agotado todos los mecanismos legales y reglamentarios que siempre ha tenido el Gobierno para financiarse, agudizan su imaginación de financieras privadas y descubren el “petróleo bancario”. Esta nueva fuente interminable de financiamiento fácil para el gobierno resultó de muy caro costo para todos los costarricenses.

En efecto, el Gobierno de la República, el gobierno actual, el gobierno de Carazo, decidió abrir el pozo negro “de petróleo bancario” que tenía el Banco Central para llenar el amplio hueco fiscal que la incapacidad y la imprevisión caracista los había llevado a ensanchar en poco más de un año. Con la complacencia del Presidente Ejecutivo del Banco Central y de su junta directiva se comenzó a utilizar el “petróleo bancario”. La falta de autoridad del Banco Central para oponerse a este método de financiamiento inflacionario tan peligroso para la economía nacional, y para todos los costarricenses, condujo a la utilización de una suma tan exagerada de recursos inflacionarios en 1979, como nunca había sucedido en la historia económica de nuestro país.

Más de 2.000 millones de colones usó el Gobierno actual y aprobó el Instituto Emisor por concepto de “petróleo bancario” para atizar el proceso inflacionario y reprimir la producción nacional. Esta actitud complaciente y de poca autoridad técnica y científica del Banco Central se convirtió en el quinto error de la política fiscal del Gobierno actual.

Estos dos capítulos han servido para destacar los principales errores fiscales cometidos por la Administración Carazo en menos de dos años. Como se ha visto, estos errores han estado asociados a la falta de oportunidad, al exceso de complacencia institucional y a la preferencia de interponer el interés político a las decisiones técnicas, todo montado en un escenario aparentemente permita la confusión y el engaño de la opinión pública.

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