Deterioro social y crisis económica

Ágora*

Guido Mora

Guido Mora
guidomoracr@gmail.com

Sí, los valores de la sociedad costarricense han cambiado. Sin lugar a dudas se nota un deterioro continuo en el comportamiento de hombres y mujeres a lo largo y ancho del país.

Ya no importa la vida de los demás. No tienen ningún sentido “los otros”. Nos hemos vuelto una sociedad materialista, ególatra y fatua, donde sólo interesa el bienestar de cada uno, así sea que haya que pasarle por encima a los derechos de los demás.

Veamos algunos ejemplos:

El más extremo, aunque no nos haya afectado personal o directamente, pero si en conjunto a la sociedad, es el caso de hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, los famosos picones, que se reúnen en algunas zonas de la ciudad a lucir sus vehículos y a atentar contra la vida de otros conductores o peatones.

Hace poco una joven fue mutilada por uno de esos irresponsables. Quién provocó el accidente huyo del país y la joven, sin percatarse aún del cambio de vida que va a significarle el haber perdido sus piernas, comenta que no va a poner ninguna denuncia, en vista de que ella fue de manera voluntaria a observar estas carreras de autos.

Del otro lado, las autoridades, sabiendo cuales son los lugares y presumiendo quienes son los que participan en estas actividades, no tienen la capacidad de articular un operativo, como otros que se ven en televisión, orientados a detener e incautar los autos de estos malos costarricenses, que se pasan por encima las normas, las leyes de tránsito; que se saltan semáforos en rojo y son capaces, con sus acciones, de atentar contra la vida de muchos ciudadanos inocentes.

Otra manifestación de la situación prevaleciente se las puedo relatar a título personal. Hace unos días, entrando a una de las rotondas, una muchacha joven, que conducía un vehículo último modelo, se saltó el alto, obstruyendo mi paso, toque la Bocina anunciándole mi paso y la muchacha, con toda naturalidad y la mayor vulgaridad, lo único que atinó fue a sacar el dedo, a levantarlo y a indicarme que me lo “metiera”…

No importan los altos, no importa la direccional a la hora de cruzar a derecha o izquierda, no importa si la ruta tiene o no doble sentido.

Somos testigos todos los días de cómo los motociclistas nos encuentran de frente, cuando recorremos algunas de las carreteras, adelantando incluso con doble raya amarilla e ignorando las leyes de tránsito.

Esto también lo hemos visto en la conducción de algunos oficiales de tránsito, que cometen las mismas violaciones a la legislación que deben de respetar y proteger.

De igual manera y en vista de los cotidianos congestionamientos que sufre el país, vemos constantemente cómo, después de estar haciendo una cola de cien o doscientos metros, hombres y mujeres se saltan la cola, llegan al principio del congestionamiento y exigen, por tener un vehículo más grande o por ser mucho más “intrépidos”, que se le dé el espacio para poder pasar, irrespetando y pasando por encima de quienes posiblemente tengan ya muchos minutos de estar esperando su oportunidad de paso.

Vemos también el comportamiento de hombres y mujeres jóvenes que llegan a lugares luciendo ropas de marca y cuerpos de gimnasio, que buscan impresionar, aparentar e imponerse, por su supuesto poder económico o por ser los más populares, pasando por encima de quienes también hacen fila y esperan y han invertido su tiempo para poder adquirir una entrada o disfrutar un espectáculo.

Ese comportamiento que era castigado años atrás, cuando el matoncito de las escuela pretendía pasarle por encima a los compañeros del aula o de la institución educativa, hoy día solo provoca silencio, bajar la cabeza y no hay ninguna posibilidad de reclamo, porque en cualquier momento, ese matoncito hombre o mujer, es capaz de sacar un arma y acabar con la vida de cualquier costarricense.

También miramos atónitos el comportamiento de barras, camino a estadios o ubicados en bares, que agreden como animales a otros seres humanos, por no portar su mismo color de camiseta o como ocurrió en Playas del Coco, como manera de zanjar una diferencia, que bien se puede resolver con una disculpa, como lo hacían regularmente las generaciones que nos antecedieron.

O la publicación, cada vez más frecuente de disputas entre colegiales, que alentados por sus compañeros, se dan de puños, en cualquier lugar del pueblo, en media calle y a vista y paciencia de muchos ciudadanos.
Esta situación es producto del deterioro social y este a su vez, el resultado de la crisis económica que sufre nuestro país, de la cual en buena medida son responsables los integrantes de la clase política.
No creo que hombres y mujeres con un trabajo respetable, con obligaciones laborales, con un buen ingreso o una posición social que deba cuidarse, sea capaz de arriesgarse a perderlo todo en una noche de juerga o por sencillamente intentar impresionar a su grupo de amigos.

Esta situación es producto del deterioro económico de jóvenes: mujeres y hombres, que nos les importa arriesgar lo poco que tienen. Que están dispuestos a perderlo todo por unos minutos de “gloria”.

Es importante que los representantes de la clase política analicen seriamente lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, que valoren el deterioro cada vez más profundo y que busquen maneras diversas de detenerlo y reversarlo.

Sin ánimo de ser profético, o detenemos este proceso de descomposición, o en algunos años tendremos que reforzar las verjas, los portones y subir un metro a las tapias de muchas de nuestras casas y edificios.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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