Costa Rica: una larga noche neoliberal

Ágora*

Guido Mora

Guido Mora

El Pasado domingo leí el artículo de Carlos Revilla intitulado “La larga noche neoliberal”, en que analiza la aplicación de medidas neoliberales por los Gobiernos de Costa Rica, los últimos 30 años. La lectura de ese artículo motivó la escritura de la columna de esta semana. Les ofrezco disculpas por la extensión, pero deseaba ser lo más explícito posible en mi planteamiento.

Al respecto quiero hacer algunas reflexiones que me permitirán concluir que las Administraciones de los últimos 30 años se han regido por políticas neoliberales y que es la teoría y práctica del neoliberalismo económico la que ha predominado en nuestro país –y en el Mundo. Que es éste el modelo económico causante del incremento de la pobreza, la concentración de la riqueza y el empobrecimiento de amplias masas populares: desde Chile en que se aplicaron las medidas más puras de la Escuela de los Chicago Boys en los años 70, pasando por Argentina, Brasil, y las demás naciones latinoamericanas.

Socialdemocracia Keynesiana

Después de la Segunda Guerra Mundial, con el establecimiento del comunismo en Rusia los gobernantes, secundados por los economistas de occidente, renuncian a imponer el capitalismo clásico, entre otras cosas, para evitar que los obreros de otras naciones manifestaran mayor simpatía a las ideas del “prometedor” comunismo soviético.

El mayor crítico del liberalismo clásico y del capitalismo intervencionista por rearme, que pretendía invertir en la industria armamentista, sobre la que iba a descansar todo el crecimiento económico, fue el economista inglés John Maynard Keynes.

Keynes señala como falsa la capacidad del mercado de auto regularse por medio de sus leyes internas, planteamiento central de los economistas liberales clásicos y defiende la participación e intervención de Estado, para corregir los desequilibrios que produce la mano invisible del libre mercado.

Para Keynes, el Estado debe intervenir para mantener alta la demanda de bienes y servicios. En esta lógica, el incremento de la demanda estimulará la economía y será la encargada de generar empleo. La capacidad del Estado de intervenir en la economía, se la brinda la posibilidad de obtener recursos, para lo cual propone acudir a dos mecanismos: aumentar los impuestos o creando dinero.

En el caso de que el mecanismo seleccionado sea la creación del dinero, se generaría inflación, o sea, aumentarían los precios de los productos rápidamente, para lo cual Keynes equilibra la ecuación argumentando que el crecimiento económico derivado permite aumentar los salarios para compensar el aumento de los precios.

Esta fórmula de impulsar el crecimiento económico se denominará posteriormente capitalismo socialdemócrata de tipo keynesiano, y se convierte en una alternativa al comunismo ante el capitalismo liberal clásico y al capitalismo intervencionista por rearme.

La Socialdemocracia Keynesiana es el modelo económico que prevaleció en Europa después de la segunda Guerra Mundial. Con la muerte de Keynes, sus ideas continuaron siendo desarrolladas por John Kenneth Galbraith, economista canadiense que, a partir de las ideas de Keynes, impulsó y defendió la inversión del Estado en sectores estratégicos y en servicios públicos para mantener e incrementar la demanda.

En esta época, el intervencionismo estatal y la planificación económica lograron obtener metas de crecimiento económico, sin generar rompimientos o traumas sociales, como no se había visto en la historia reciente de la humanidad.

Los políticos impulsaron y acuerparon las medidas sociales y económicas que benefician a las grandes mayorías sociales, utilizando éstos mecanismos como una forma de atraer votos y beneficiar el caudal electoral de sus respectivos partidos.

Mientras esto sucedía, las oligarquías económicas compensaban la pérdida sus influencias en las naciones occidentales, mediante el control de la economía de los nuevos países descolonizados a través de métodos de dominación, apropiación y explotación de sus recursos naturales.

La aplicación de las medidas intervencionistas en Europa y América Latina, permite desarrollar como modelo económico el “Estado de Bienestar”. Los principales impulsores a nivel mundial de este modelo económico fueron Willy Brandt en Alemania, Olof Palme en Suecia y Bruno Kreisky en Austria.

El pensamiento y ejemplo de estos grandes hombres influyó de forma impactante y profunda en los padres de Liberación Nacional, ideólogos socialdemócratas que fundaron la Segunda República y transformaron la sociedad costarricense, particularmente en Rodrigo Facio, José Figueres y Daniel Oduber, entre otros.

La aplicación de los programas concebidos dentro de la concepción del Estado de Bienestar, se ejecutaron en Costa Rica, respondiendo a nuestras características como Nación y considerando nuestra realidad política, -este fue el mayor logro de los gobernantes socialdemócratas, y al cual me referiré más adelante. El Modelo del Estado de Bienestar transforma la Costa Rica de los años 40 y 50, convirtiéndola para los años 70, en una nación moderna, solidaria y próspera. Costa Rica pasa de ser “un país de personas sin zapatos y sin dientes”, a convertirse en una Nación pujante, con metas claras de inversión y de crecimiento social y económico.

A nivel internacional, y ante la repartición de las riquezas de los países recientemente descolonizados, los teóricos del Estado de Bienestar proponen la planificación y ejecución de un programa económico keynesianismo a escala mundial. La oligarquía económica reacciona ante esta propuesta que considera una amenaza a sus intereses y prepara un planteamiento alternativo a la espera de tener la posibilidad y viabilidad económica para ponerla en práctica.

El neoliberalismo: la concepción de Hayek

En 1944, Friedrich August von Hayek escribe su obra El Camino de la Servidumbre, pronosticando el desastre del capitalismo intervencionista keynesiano. Fue precisamente a partir de 1944 y por más de 30 años, que la aplicación de las ideas de Keynes impactan positivamente la economía a nivel internacional, impulsando un ciclo de prosperidad económica y la proliferación de los derechos sociales y las libertades individuales, como nunca antes se había producido.

Esta realidad hace que las ideas de Hayek no tengan el impacto y éxito que él auguraba. No fue sino hasta pasados esos treinta años que la oligarquía mundial retoma las ideas de Hayek y las convierte en el pensamiento dominante en los medios de comunicación y los representantes de los capitales internacionales.

En el ánimo de lograr imponer las ideas del capitalismo salvaje y recuperar los espacios perdidos, los ideólogos de los capitales oligárquicos internacionales acuerpan e impulsan los planteamientos económicos elaborados por Milton Friedman, economista estadounidense que reelabora el pensamiento clásico liberal para publicitarlo como el pensamiento neoliberal y presentarlo como una “novedosa” exégesis económica.

El neoliberalismo busca recuperar y fortalecer las medidas liberales que otrora beneficiaban a los sectores oligárquicos, procurando el beneficio para los representantes de la élite mundial. Para ello, propone e impulsa entre otras medidas, la privatización de los derechos sociales metiéndolos en ámbito del juego del mercado, comercializándolos mediante la privatización de los sectores públicos que los gestionaban: por ejemplo la privatización de la salud, las pensiones, la vivienda o la educación. Se impulsa la desregulación del mercado laboral procurando eliminar los beneficios que muchos trabajadores habían logrado en la Era del Estado Benefactor, para retornar a la situación de libre explotación de trabajadores, utilizando como modelo ideal la libertad de explotación laboral que prevalecía a principios de la revolución industrial. Proponen la reducción de los controles financieros con el fin de favorecer la libre especulación, de manera que se permita a las oligarquías económicas mayores beneficios. Reducen los impuestos directos y se favorecen los indirectos, para “repartir las cargas fiscales” entre mayor número, sin que caiga directamente entre los sectores que tienen las rentas superiores. Finalmente, los políticos neoliberales incrementan el endeudamiento y recurren a la expansión del crédito para evitar la caída de la demanda.

El resultado de la aplicación de estas medidas tiene un impacto terrible para los grandes sectores sociales: aumento del endeudamiento de la población, se incrementa la polarización social y económica, se produce además la pérdida del poder económico de los Estados nación. Como producto de todo lo anterior, la economía mundial queda en manos de los representantes de los oligarcas especuladores, se produce un deterioro de los derechos sociales y laborales adquiridos, la reducción del salario real y una enorme inestabilidad laboral. A escala mundial, la aplicación del neoliberalismo genera flujos migratorios desde el sur hacia el norte que facilitan la existencia de mano de obra barata para las empresas ubicadas en los países desarrollados. Este proceso ha generado el crecimiento imparable de miles de refugiados económicos víctimas de las políticas neoliberales.

Desde la perspectiva de los defensores del neoliberalismo, los resultados económicos obtenidos en este proceso, medidos en función de datos macroeconómicos, constituyen resultados positivos en la aplicación del modelo.

Milton Friedman y los Chicago Boys

La aplicación de las medidas neoliberales se inicia en el Gobierno de Richard Nixon, en Estados Unidos, de Augusto Pinochet en Chile, una vez instalada la dictadura militar y con la asesoría directa de Milton Friedman y la escuela de los Chicago Boys.

La Crisis de la Deuda Externa y la Crisis del Petróleo en los años 70, brinda la oportunidad a los neoliberales de señalar al Estado Benefactor como culpable de los problemas que sufre la economía mundial y de afianzarse como los líderes del planteamiento económico mundial.

Con la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos y durante el período de Margareth Tatcher como Primera Ministro de Inglaterra, logran los neoliberales el respaldo político que permite la aplicación de sus medidas a nivel mundial y la ejecución directa en las economías de esos dos países.

Como resultado de la aplicación de las medidas neoliberales en Estados Unidos e Inglaterra se produce el desmantelamiento parcial del Estado, el aumento de la pobreza y la concentración de la riqueza. Por otra parte, la reducción de los impuestos generó un problema de déficit fiscal y permitió la acumulación de capitales, que en vez de orientarse a la producción, se destinaba a la especulación financiera.

El paso siguiente de los sectores neoliberales para seguir consolidando su posición predominante fue la lucha por alcanzar el monopolio en el control de los medios de comunicación y la aparición del pensamiento único-oficial económico, prevaleciente en todo el mundo occidental.

En el tanto esto ocurría, los Organismos Financieros Internacionales, que son instrumentos de la oligarquía económica mundial, definen una serie de medidas económicas que convirtieron en vinculantes para los países en vías de desarrollo, si deseaban “beneficiarse” de los créditos y apoyos económicos que estas organizaciones les ofrecían.

John Wiliamson y el Consenso de Washington

A partir de 1989, el Banco Interamericano para Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y al final se suma también el Club de París, al amparo de los Gobiernos Neoliberales, establecen el llamado Consenso Washington. La primera formulación del Consenso estuvo a cargo de John Williamson, economista inglés que trabajo en estas organizaciones.

Las características generales del Consenso Washington son: el restablecimiento del mercado como mecanismo central para la asignación de recursos en la economía; la priorización del sector como motor de la economía y la minimización del peso del sector público; la liberalización de mercados y la apertura como estrategia fundamental de inserción en la economía mundial; y la negación de una economía del desarrollo, mediante la utilización de un único análisis y aplicación de recetas universalistas para todas las economías con independencia de su nivel de desarrollo y su contexto particular.

Para América Latina, concretamente, el Consenso Washington, que se regía por el criterio de “condicionalidad cruzada”, o sea, todos los organismos involucrados debían velar por el cumplimiento los requisitos establecidos, involucraba diez enunciados: 1- disciplina presupuestaria, que significa concretamente no generar déficits fiscales; 2- cambios en prioridades del gasto público, sobre todo reduciendo los recursos destinados a las inversiones en salud, educación, etc.; 3- Una reforma fiscal, que ampliara la base impositiva, de manera que los impuestos recaigan en una amplia base de la población y no en unos pocos que son los que más tienen; 4- La determinación de los tipos de interés vía los mecanismos de mercado, para evitar la “desviación inadecuada” de los recursos; 5- La liberalización del tipo de cambio, que debía ser determinada únicamente por el mercado; 6- La liberalización comercial, para que el comercio internacional rigiera la economía y orientara los factores de producción; 7- La apertura indiscriminada a la inversión extranjera directa; 8- El impulso de una política de privatizaciones de instituciones en manos del Estado, para permitir el libre juego de la compra y venta de productos y servicios, organizada por la “mano invisible” del mercado; 9- La desregulación de la economía, como una manera de impulsar la competencia y el libre juego del mercado; y 10- El respeto y la defensa inclaudicable de los derechos de propiedad.

La aplicación de estas medidas en América Latina repercute negativamente en las economías, generando en los años 90 un paupérrimo porcentaje de crecimiento del PIB muy por debajo de las tasas del 5% que se alcanzaron entre los años 1960 y 1970, el incremento del desempleo y la generalización y ampliación de la pobreza: más de un tercio de la población latinoamericana vivía a inicio del año 2000, con ingresos por debajo de los 2 dólares al día y casi 80 millones de personas, subsistían con ingresos inferiores a 1 dólar al día.

Por otra parte, y como producto de la aplicación de las medidas neoliberales, se favorecen los procesos de concentración y acumulación del capital y favoreciendo directamente a las minorías oligárquicas inescrupulosas, que se dedican a especular con los capitales internacionales.

La globalización: el impacto mundial del neoliberalismo

La desaparición del comunismo real, la pérdida de identidad de los partidos socialdemócratas, que no logran encontrar respuestas aternativas a las posiciones neoliberales, la desarticulación de amplios sectores sociales y la aplicación de las medidas neoliberales a nivel internacional, por parte de los Organismos Financieros Internacionales, convierten esta concepción económica en la visión hegemónica mundial.

Prevalece la hipótesis del derrame, impulsada por Simon Kuznets, economista ruso-estadounidense, que relaciona el crecimiento económico y la distribución del ingreso. Según Kuznets, el crecimiento de la economía basta para reducir la desigualdad social, pues la ejecución de grandes obras y proyectos generan empleo y, con la generación del empleo se logrará incrementar los salarios y por ende, una mejor distribución del ingreso. En otras palabras, solo cuando haya suficiente generación de riqueza y se llenen los contenedores de los más acaudalados, se derramará esa riqueza, hasta llegar hasta otros sectores menos privilegiados de la sociedad.

Esta hipótesis ha probado históricamente ser falsa, pues los sectores económicamente más poderosos, siempre tienen la posibilidad de concentrar más riqueza y evitar que se produzca el derrame de recursos a los sectores menos beneficiados de la sociedad.

El festín económico que se ha suscitado en la etapa de globalización neoliberal, ha permitido a pequeños sectores económicos, apropiarse de las grandes utilidades de la economía mundial.

A la vuelta de estos casi 40 años de liberalismo económico, de aplicación del Consenso Washington, de la condicionalidad cruzada y de la constante proyección ideológica de las “virtudes” del liberalismo, el sistema económico imperante, hegemónico y predominante, la versión oficial de los medios monopólicos de comunicación mundial es el neoliberalismo.

Esta época de globalización, por otra parte, se ha constituido en la edad dorada de los especuladores de capitales. Para Jean Ziegler (ensayista y relator de la ONU) “nos encontramos en una nueva etapa económica caracterizada por el poder desmedido del capital financiero (el que se mueve en las bolsas de valores) sobre el resto. Hoy el capital financiero domina sobre el capital comercial, sobre el capital industrial, sobre el capital social, etc. Este nuevo poder mundial parece invisible y descarnado”

La crisis financiera mundial

Pero el sistema colapsa. La burbuja especulativa que genera el juego por la acumulación desmedida de riqueza explota y genera la crisis económica mundial.

A pesar de que los economistas neoliberales no lo quieran reconocer, el único logro visible que ha tenido esta corriente económica ha sido el enriquecimiento y la concentración de la riqueza en manos de pequeños grupos económicos, el empobrecimiento de grandes capas sociales de la población, la polarización social, grandes flujos de refugiados económicos del sur hacia el norte, para proveer mano de obra barata a los propietarios de las corporaciones: desigualdad, pobreza y exclusión.

Neoliberalismo en Costa Rica

Quiero ir aterrizando la exposición en Costa Rica.

Para ello es imprescindible decir que, al igual que en otros países de Latinoamérica, las Administraciones existentes desde los años 80, han aplicado, como receta médica, las medidas neoliberales en Costa Rica.

Se ha debilitado continuamente el papel del Estado, se ha obligado a que la economía nacional sucumba ante las leyes de la “mano invisible” del mercado, se ha promovido la educación privada, orientando el gasto público a la focalización de la pobreza, se han abierto los mercados, incluso a economías que nos inundan con sus bienes y a las cuales apenas si podemos exportar algunos productos, el déficit fiscal crece y las propuestas para disminuirlo descansan en los hombros de todos los costarricenses, obviando las necesarias reformas fiscales progresivas, que deberían de realizarse, cargando de tasas impositivas los grandes capitales. En suma, las leyes del mercado son las que rigen la economía nacional.

Costa Rica también ha tenido una larga noche neoliberal, que ha durado más de 30 años y que continúa perpetuándose.

En la época del bipartidismo, ninguna Administración, ya del Partido Liberación Nacional, ya del Partido Unidad Social Cristiana, impulsaron iniciativas novedosas e inteligentes destinadas a atenuar el desastre económico que ha causado el neoliberalismo.

Tal como señale cuando me referí a las medidas de la democracia keynesiana, la gran virtud de los padres del Partido Liberación Nacional fue la “tropicalización” de estas medidas y su capacidad de aplicarlas adecuándolas a las necesidades de los costarricenses.

Con las medidas neoliberales, la receta se aplicó tal cual venía redactada. No existió interés alguno en atenuar el impacto que éstas podrían causar.

Los compromisos de los sectores gobernantes –los de Liberación y los de la Unidad, con los grupos oligárquicos nacionales condujeron a que el impacto en la economía resultara desastroso: hoy Costa Rica es un país más desigual, más pobre, más polarizado y menos solidario que hace 20 años. Esta afirmación no es mía, lo evidencian los datos del Estado de la Nación y múltiples investigaciones de Organismos independientes y universidades.

Aun hoy día, cuando se habla de la creación de la riqueza, el Presidente del Partido Liberación Nacional argumenta que es indispensable generar riqueza y rehúye la posibilidad de hablar de una reforma fiscal progresiva. Después de tanta agua que ha pasado debajo del puente, los líderes políticos siguen aferrándose a la hipótesis del derrame.

Olvida que tal como se ha señalado, “que riqueza que no se distribuye cuando se produce, se concentra” y el mecanismo de distribución solidaria de la riqueza, debe realizarse mediante el impulso de una agresiva reforma fiscal progresiva, donde los que tienen más, tengan que pagar más. Esto sería, entre otras cosas, lo que haría girar a Liberación Nacional hacia la izquierda, lo demás son simples discursos demagógicos.

Que el Partido Unidad no haya hecho un esfuerzo para reducir la pobreza, ni me preocupa ni me importa, todos sabemos que han sido liberales desde su concepción. Como decía don Pepe, allí se fueron a agrupar los enemigos históricos de Liberación Nacional.

Pero que Liberación Nacional haya permitido que los neoliberales tomaran el mando del partido, es terrible, porque esa posición ha socavado la esperanza miles de costarricenses, en ese gran instrumento de transformación nacional que fue históricamente el Partido Liberación Nacional.

Quiero terminar recordando las palabras de don Pepe, en su libro Cartas a un Ciudadano, que creo que muchos liberacionistas deberían releer para reposicionar el programa económico que debe impulsar Liberación Nacional.

Decía el Caudillo:

Nuestra tarea no ha sido meramente la de producir más riqueza, sino también la de distribuir en la forma mejor posible el ingreso nacional”.

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* El Ágora era el centro de la actividad política, administrativa, comercial y social de la antigua Atenas.

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