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Rodrigo Rivera Fournier
Así el Estado de la Nación del año 2020 nos dijo… “la Autoridad Reguladora de Servicios Públicos (ARESEP) identificó 53 acueductos con algún grado de déficit. También, un estudio encontró que, en 2021, un 66% de los acueductos nacionales8 presentan capacidad hídrica reducida, es decir, enfrentan problemas de escasez en las fuentes que les proveen; un 34% exhiben algún nivel de estrés hídrico, lo cual implica que disponen de menos agua de la que se requiere para abastecer a su población meta (Aresep, 2021a). Esto último evidencia las dificultades para garantizar la disponibilidad futura, de manera equitativa entre los territorios.”
Esta situación amenaza con afectar seriamente la calidad de vida de la población, la actividad de construcción de viviendas y la actividad productiva de todo tipo, incidiendo desfavorablemente sobre el empleo y la competitividad.
Entre las principales causas de la futura escasez está el que actualmente entre el 50% y el 55% del agua producida se pierde básicamente por tres factores: pérdidas comerciales (medición deficiente e inexacta, conexiones clandestinas); pérdidas técnicas o físicas (fugas visibles y no visibles en redes y acometidas, pérdidas por rebalses, daños en cañerías por obsolescencia de materiales) y permisos especiales (conexiones autorizadas no facturadas: asentamientos informales, hidrantes) afectando la sostenibilidad financiera y posibilidad de nuevas inversiones.
Otros riesgos asociados los representan la alta vulnerabilidad y riesgo de falla de muchas estaciones de bombeo por instalaciones obsoletas y el riesgo de rotura por presiones elevadas en la red relacionadas a la quebrada topografía del país.
Lo cierto es que así como se tiene dificultad y altos costos en encontrar nuevas fuentes y habilitarlas para consumo humano, se afirma que con la misma agua que producimos hoy, podemos responder a la demanda futura, si logramos hacer un uso más eficiente u óptimo de los recursos.
Por esta razón, en el año 2015 el país firmó un préstamo con el BCIE de $ 130.000.000 (ciento treinta millones de dólares) y logró una donación de $ 2.210.000 ( dos millones doscientos diez mil dólares) del Banco KfW de la Cooperación Internacional de Alemania y se comprometió a aportar $30.196.728 (treinta millones ciento noventa y seis mil setecientos veintiocho dólares) para un total de $162.406. 728 de inversión total, para ejecutar el Proyecto de Reducción de Agua No Contabilizada y Eficiencia Energética que pretende modernizar las capacidades del recurso humano y capacidades tecnológicas del AyA para atacar las pérdidas de agua y peligro de fallo de sus estaciones de bombeo.
El V Proyecto de Abastecimiento para el Acueducto Metropolitano, Orosi 2, con su enorme inversión pierde su sentido, si no existe un ataque serio al tema del Agua No Contabilizada y la Eficiencia Energética.
De paso hay que señalar que según los Informes de Seguimiento sobre Créditos Externos del Ministerio de Hacienda el AyA es la institución que más problemas enfrenta a la hora de ejecutar los préstamos y que en promedio tarda 8 años en ejecutar cualquier Proyecto financiado. Por las razones de siempre el Proyecto de Reducción de Agua No Contabilizada y Eficiencia Energética (RANC-EE) sufrió por siete años, durante los dos últimos gobiernos, retrasos y baja productividad sin presentar avances sustantivos en su ejecución.
Como consecuencia de estas realidades, circula en el sector de los desarrolladores, la noticia de que el señor Presidente Rodrigo Chaves, le ha ordenado al Presidente Ejecutivo del AyA Alejandro Guillén parar el Proyecto RANC-EE sin más. Decisión que por ser el AyA una institución autónoma debe ser aprobada por su Junta Directiva.
Aparte de las consecuencias de deshacer un contrato de préstamo con el BCIE, devolver la donación de la Cooperación alemana, deshacer los contratos de consultoría y apoyo existentes y ver qué se hace con los bienes adquiridos con los recursos del préstamo, lo más importante es que no se conoce un Plan B.
No hay un Plan alternativo y las consecuencias de no actuar cada día están más cerca.
Si esta decisión se toma al calor de la búsqueda del aplauso popular y como reacción efectista para translucir energía y decisión, la improvisación e imprudencia de la misma abrirá la puerta a la privatización del agua en Costa Rica.
No es hora de la obediencia ni de la simpleza de mostrarse leal a quienes nos nombran. Es hora de ponderar lo que está en juego, la necesidad de enderezar la gestión inoperante y fortalecer la institucionalidad costarricense para las generaciones futuras. Sin duda la hora de una decisión muy delicada.
– Docente Universitario
Mientras no tengamos políticas públicas serias para hacer algo tan sencillo para un hotel como lo es recuperar el agua llovida para regar jardines y canchas de golf, reutilizar el agua de la ducha para los servicios sanitarios, reinyectar agua tratada para su uso doméstico, suplir cadenas de hoteles de sanitarios que no requieren agua en su funcionamiento, y mucha sotras cosas que se hacen ya en otros países, no debemos seguir autorizando la construcción de hoteles y viviendas de lujo como si nada pasara en zonas como Guanacaste. Es hora de poner a pensar a ingenieros, arquitectos con decisores políticos. Sin hablar del ecoturismo y turismo comunitario que van tomando cada vez más importancia en el mercado mundial turístico, dejando de lado grandes hoteles tipo Mariott.