Antigua Casona de la Hacienda El Coyolar

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

Uno de los sitios que siempre ha despertado mi curiosidad es el Parque Nacional Carara, por el nombre, y la historia que hay alrededor de su creación, que inicialmente fue como reserva biológica; además también que siempre me había intrigado de donde había salido aquella enorme extensión de terreno (5.222 ha).

Investigando un poco sobre esto, encontré que Carara había sido parte de la Hacienda El Coyolar, un complejo de más de 50 fincas que en su momento llegó a ser el mayor latifundio y hacienda de todo el país, con más de 20 mil hectáreas de extensión, y que abarcaban tres provincias: Puntarenas, Alajuela y San José.

La hacienda tuvo al menos cinco propietarios: de 1895 a 1916 fue del ex Presidente Rafael Yglesias Castro; de 1917 a 1919 de una sociedad de los hermanos Federico y Joaquín Tinoco Granados; y de 1920 a 1966 de don Fernando Castro Cervantes.

Con la muerte de don Fernando, en 1967 inicia el litigio de la Hacienda Coyolar entre varios herederos; con un pleito muy sonado. En 1976, la hacienda fue adquirida por la sociedad panameña Investment of America S.A., y finalmente en 1977 fue expropiada por el gobierno, pasando las tierras a lo que entonces era el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), luego Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) y actualmente el Instituto de Desarrollo Rural (INDER). Esta entidad posteriormente inicio la repartición de las tierras y un total de 7,013 hectareas fueron distribuidas para parcelación entre los productores de la zona. El resto fue declarado como áreas de conservación, en Zona Protectora Cerros de Turrubares y Reserva Biológica Carara, hoy Refugio Nacional de Vida Silvestre Fernando Castro Cervantes, bautizado así en su honor en 1994, y Parque Nacional Carara respectivamente.

Su principal dueño Fernando Castro Cervantes, fue un personaje muy particular de la historia de Costa Rica, incluso con participación en la política. Rival de don Pepe en las elecciones presidenciales de 1953, primeras que se realizaron tras la guerra civil de 1948 y el retorno a la democracia, que como ya sabemos, Figueres ganó arrolladoramente. También tuvo una participación en la convención de la oposición en 1947, para elegir quién se enfrentaría a Calderón Guardia, donde quedó de candidato Otilio Ulate, con Castro Cervantes y don Pepe como los otros precandidatos. Al final, como ninguno de los tres lograba la mayoría necesaria, Figueres y sus partidarios, terminaron dándole el apoyo a Ulate, argumentando que Castro Cervantes era muy conservador.

Después de las elecciones de 1953 se retiró de la política, dedicándose a sus empresas y a la hacienda. Era muy querido y respetado en Orotina, y siempre trató de ayudar a la gente; incluso permitió que sus tierras fueran explotadas por familias pobres.

Los terrenos de Carara fueron parte de lo que a principios de siglo XX se llamó Hacienda La Manuelita, cuyo propietario fue el expresidente Rafael Yglesias Castro. En 1919, fue adquirida por Castro Cervantes quien la incorporó a la Hacienda El Coyolar. Su ubicación geográfica en pleno Pacífico Central y con tierras en su mayoría aptas para la agricultura y la ganadería, fueron un pilar importante para que la hacienda fuera considerada uno de los latifundios más productivos, a tal punto de que en los años 50 fue la mayor productora de leche de Costa Rica.

El 27 abril de 1978, a finales de la administración Oduber, fue creada la Reserva Biológica Carara en los terrenos de lo que fue La Manuelita. El 24 de agosto de 1998, fue cambiada su categoría a Parque Nacional.

La designación de toda el área como “Carara” aparentemente se debe a la existencia dentro del Parque del río del mismo nombre, sin embargo muy probablemente es un vocablo indígena Huetar (los que habitaron en la zona) que podría significar «río de lagartos». De hecho el parque cuenta con numerosos vestigios de ocupaciones indígenas.

Al darse la expropiación, la Casona de la Hacienda quedó a cargo del ITCO. Esta fue construida en 1895 con árboles de pochote y cedro de la zona, el primer propietario de la casona, el presidente Rafael Yglesias Castro, junto con su esposa Manuela pasó temporadas de veraneo en la casona para despejarse de sus arduas labores en San José. La casona fue el centro de actividades comerciales de la hacienda.

La casona de dos pisos, con una altura de 9 metros, es un fiel exponente de la arquitectura hacendaria del Pacífico Central. Fue declarada de Interés Histórico Arquitectónico, según Decreto Ejecutivo Nº 23240-C, publicado en La Gaceta Nº 97 del 20 de mayo de 1994, de carácter estatal por pertenecer al Instituto de Desarrollo Rural (INDER).

Contaba con pozo de agua, que aún se puede ver, que en tiempos de ausencia de acueductos era la única fuente de agua potable para abastecer la gran casa. Cerca, pasa la línea del tren y hasta hay una estación, que en estos momentos está abandonada, pero en los momentos de pujanza de la hacienda y el ferrocarril, era muy utilizada.

En 1924, se dio la lamentable tragedia de lo que se conoce como el terremoto de Orotina, que tuvo una intensidad de 7.0 en la escala de Richter y que devastó la región. Este hecho afectó enormemente la economía de la zona, incluida la hacienda, que tuvo que reconstruir el aserradero que era una de sus principales fuentes de ingresos en aquella época, junto a la agricultura y la ganadería, que quedaba junto a la estación del tren.

Al ver las fotos de la casona, recordé hace como unos 20 años que por casualidad acompañé a una amiga que tenía que hacer una diligencia en las oficinas del IDA en Orotina, y precisamente estaban en ese lugar. En aquel entonces no tenía noción de lo que representaba, pero me impresionaron sus características constructivas, algo muy diferente a la típica arquitectura del lugar.

A través del tiempo, la casona ha sido poco transformada, lo que ha ayudado a su preservación. Después que el IDA trasladó sus oficinas, se han intentado varios proyectos para darle uso, como albergar un ecomuseo, que no duraron mucho. Actualmente acaba de terminar un proceso de restauración importante, y los orotinenses quieren que pase a ser su casa de la cultura, aunque su destino final aún es incierto. En estos momentos, está desocupada.

Si la quieren visitar, es muy fácil llegar. Ya sea por el viejo camino a Mastate desde Orotina, donde se ve a mano izquierda antes de llegar a la iglesia de Coyolar o por la 27, siguen un poco después de Orotina, y se desvían en en la salida a Mastate y Coyolar. Está casi a simple vista, por si acaso les incluyo un mapa.

 
En Internet hay muchas referencias a la Haciendo Coyolar y la Casona. Los invito a leer algunas de ellas. La que más me gustó fue “La Hacienda Coyolar de Orotina: entre la historia y la leyenda”.

También pueden ver un vídeo muy bueno “Casona Histórica Coyolar de Orotina” donde de primera mano nos cuentan detalles del inmueble.

Si quieren conocer más sobre el Parque Nacional Carara, pueden visitar este sitio web. Además incluyo en la galería algunas imágenes del parque, el cual visité hace poco.

 
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Un especial agradecimiento a María Gabriela Castro y al grupo de FB “Amantes de Casas Antiguas CR” por las fotos de la Casona que ilustran esta publicación.

Para algunos datos use como referencia el trabajo “Vegetación del Parque Nacional Carara, Costa Rica” de Quirico Jiménez Madrigal y Michael H. Grayum.

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