Serie documentos históricos (Especial para Cambio Político)
Lic. Daniel Oduber Quirós
XIII
EL FRACASO DEL CONVENIO CON EL F.M.I
En marzo de 1978, estando todos los indicadores económicos en niveles satisfactorios, el Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó un tenebroso panorama para recetarle al Gobierno la suscripción de un convenio de contingencia o “stand by”, si no se tomaban las medidas recomendadas por ellos en el “informe secreto” a que me referí en los dos capítulos anteriores.
Para que todos los costarricenses comprendan la importancia que tiene la firma de un convenio de contingencia con el Fondo Monetario, debo hacer la siguiente aclaración: el Fondo, después de la crisis monetaria internacional de 1973 y de su fracaso para evitarla, resurgió fortalecido en 1976 con la aprobación de la segunda enmienda a su Carta Constitutiva, que le confirió amplios poderes para regular los sistemas cambiarios de los países y aplicarles condiciones asfixiantes de carácter contractual cuando requieran de su financiamiento.
Los préstamos contratados con el Fondo son actualmente los más onerosos en razón de esas condiciones. Por eso, los países acuden a ellos cuando se encuentran en condiciones de extrema urgencia, cuando el Gobierno reconoce que ha sido incapaz de controlar la situación económica, y cuando la economía está al borde de la ruina; o sea, cuando no le queda más camino a ese país y a ese gobierno que acudir a ese organismo internacional porque, de lo contrario, los bancos privados extranjeros le negarían el financiamiento solicitado. Los bancos privados, cuando un país afronta una situación económica como la que vive Costa Rica en este momento, ponen como requisito principal que el Gobierno suscriba un convenio con el Fondo, para garantizarle que habrá un programa serio de reordenamiento y que la recuperación de sus créditos está segura. Además, los préstamos contratados con el Fondo son los que están más “atados” a las imposiciones externas en el mundo del crédito internacional, porque restringen y lesionan la soberanía económica de los países, al imponerles límites a su desarrollo económico y social y al trasladar de hecho el control de la economía nacional a Washington.
Una vez hecha esta aclaración, cabe señalar que el gobierno del señor Carazo, deseoso de lograr condecoraciones, se propuso ganar la medalla olímpica de la ineptitud, y después de 18 meses de irresponsable entrenamiento y romper todos los récords de la ineficiencia, obtuvo el ansiado galardón. No en Moscú, sino el Washington. Se ganó la medalla del “stand by” del Fondo Monetario Internacional. Así, la actual administración del partido Unidad, dada su incompetencia para al menos sostener la buena situación económica que heredó el 8 de mayo de 1978, se vio obligada al final de cuentas a reconocer ante la comunidad financiera internacional, que la economía nacional la condujeron al borde de la ruina, y que la única salvación que les quedaba era entregar la soberanía económica de Costa Rica al Fondo Monetario Internacional, a cuya sede en Washington acude todos los meses el Ministro de Hacienda a recibir instrucciones de lo que debe o no debe hacer en materia económica, monetaria, crediticia y fiscal.
Se presenta entonces una paradoja interesante que los costarricenses debemos conocer. Desde el 8 de mayo de 1978, la administración del partido Unidad, bajo el escudo de un nuevo modelo económico neoliberal y blandiendo la espada de la no intervención, persiguió al empresario, acosó a los agricultores, alejó al inversionista, arruinó al consumidor, alentó al especulador y, como resultado de todo ello, en sólo 19 meses arrasó de un solo tajo con el sistema económico costarricense. Al final de esta desventurada carrera, el Gobierno de la Unidad, sumiso y derrotado, buscó en diciembre de 1979 la protección del amo interventor internacional más grave del mundo, el Fondo Monetario. Así, el Gobierno de la no intervención, pide que lo intervengan. ¡Oh gobierno de contradicciones!, pero al menos nos queda el consuelo de que se siente, se siente, ¿verdad?
El Gobierno, dada la precaria situación económica del momento, firma entonces el acuerdo de contingencia o “stand by” con el Fondo Monetario. Así, a cambio de obtener financiamiento por cien millones de dólares durante dos años, en entregas trimestrales, acuerda un programa de estabilización económica – financiera para 1980 que, entre otros objetivos destacan los siguientes: a) mejorar la posición externa del país mediante una disminución de la brecha entre importaciones y exportaciones; 2)reducir drásticamente los requerimientos crediticios del sector público; 3) disminuir la demanda agregada; 4) mantener un adecuado nivel de reservas netas; 5) controlar el aumento de precios; y 6) procurar que se mantenga el tipo de cambio actual.
Para cumplir con este programa de estabilización impuesto por el Fondo Monetario Internacional, esta institución fijó límites máximos a: 1) los activos internos netos del Banco Central, o sea, frenos a la expansión crediticia interna de ese banco; 2) el crédito neto del Banco Central al sector público no financiero y 3) los flujos netos de endeudamiento externo del sector público.
En conclusión, y algunos dirán que enhorabuena, dada la irresponsabilidad de la presente administración del partido Unidad, se intentó frenar de golpe la carrera desenfrenada del actual Gobierno aunque ello nos condujera directamente al abismo, todo por unos dólares más, como reza la película. Lástima los 360 millones de dólares en reservas monetarias internacionales que les heredé el 8 de mayo de 1978. A propósito, ¿qué se habrán hecho esos 360 millones de dólares que les dejé en el Banco Central, junto con los 600 millones de colones que les dejé también en la Tesorería Nacional?
Pero eso no es todo. El Gobierno suscribió el programa de estabilización, y ya en ese mismo viaje de regreso de Washington a San José el Ministro de Hacienda venía plenamente convencido de que el Gobierno de la Unidad no podría recibir los ansiados 100 millones de dólares que les ofreció el Fondo Monetario para aliviar la situación deficitaria de reservas en los dos años siguientes.
Antes de seguir adelante, debo aclarar que si bien es cierto que no cumplieron con las exigencias establecidas por el Fondo, también es cierto que la suscripción del convenio de “stand by” les permitió continuar endeudándose con los bancos privados extranjeros en un gran número de millones de dólares, especialmente a corto plazo (algunos afirman que 300 millones de dólares).
De esta manera, el enfermo ha podido continuar con vida aunque en estado comatoso, durante los meses transcurridos de 1980. Asimismo es cierto que la suscripción del convenio de “stand by” les permitió desarrollar una fuerte presión ante la Asamblea Legislativa para aprobar a golpe de tambor el paquete tributario que habían presentado en diferentes versiones, y en definitiva para promulgar el decreto ejecutivo con que nos recetaron un aumento generalizado del impuesto de consumo para pagar los aumentos de salarios de la administración pública.
Sí, en ningún momento el Gobierno del partido Unidad ha cumplido los límites fijados por el Fondo. El Ministro de Hacienda tenía toda la razón; era imposible cumplir con lo que horas antes había pactado con su firma. Si sabía que el compromiso no se iba a cumplir, ¿para qué se comprometió en hacerlo? Engañar a unos y a otros, o a todos, ha sido el objetivo del Gobierno del partido Unidad.
A principios de julio pasado la acuciosa periodista Lidiette Brenes de Charpentier nos informó en el diario La Nación que por segunda vez consecutiva el Gobierno actual había infringido el convenio suscrito y firmado con el Fondo Monetario. Dio las cifras disponibles al 30 de junio de 1980 con el objeto de demostrarlo. Pocos días después el Ministro de Hacienda la contradijo en ese mismo periódico, pero sólo en las cifras, porque en el fondo ambos coincidieron. Sí, era cierto que el Gobierno no había cumplido, la periodista indicaba que en una suma millonaria y el Ministro en unos dólares menos, pero ambos ratificaron el incumplimiento del Gobierno de la Unidad.
Pero aún hay más. La información que no conoce el público es que, al 15 de julio de 1980, los límites fijados por el Fondo siguen totalmente excedidos. El primero de ellos en 363 millones de colones y el segundo en 168 millones.
El Banco Central atribuye el fracaso del Gobierno de la Unidad para cumplir con el compromiso del Fondo a que, debido al rápido crecimiento de las importaciones, han caído aceleradamente las reservas monetarias internacionales y a las mayores necesidades de recursos que ha exigido el Gobierno, así como a que el crédito concedido al sector público contribuyó a aumentar también las importaciones.
Queda así demostrado, con las propias cifras emanadas del Banco Central, que el Gobierno de la Unidad ha sido incapaz de cumplir con sus compromisos internacionales suscritos en un convenio, en este caso del Fondo Monetario. Creyó la administración actual que firmar ese convenio era lo mismo que firmar y avalar un programa de Gobierno elaborado para engañar a los electores costarricenses. Pero esta vez el tiro les salió por la culata. Al Fondo Monetario no se le puede engañar con sonrisas televisadas, ni con cifras manipuladas. El Fondo les ha comenzado a apretar las tuercas, y el Ministro de Hacienda los ha querido engañar con jugadas contables a finales de cada trimestre, pero hasta este momento no le han servido los malabares. El Ministro de Hacienda ha sido llamado urgentemente a Washington por sus nuevos jerarcas, para renegociar los límites y traerse unos cuantos dólares más, y sobre todo para que la banca privada internacional suavice su posición con respecto a Costa Rica, ya que dada la condición económica en crisis de nuestro país a que nos han llevado más recientemente, nos han comenzado a catalogar como zona de alto riesgo financiero.
Habrá que esperar qué nuevos compromisos se sujetará el Gobierno del Partido de la Unidad con tal que los bancos extranjeros nos abran de nuevo la compuerta de los créditos en dólares para seguir dándole vida al enfermo que actualmente somos. Por unos dólares más, son capaces de cualquier cosa en el campo internacional (en este caso del trasiego de divisas ya gozan con una experiencia acumulada por otros recientes trasiegos) Pero, además, no me extrañaría que siguiendo la tradición de estos últimos dos años, el gobierno Carazo al no poder echarle ya la culpa a la administración Oduber no le queda más remedio que culpar al Fondo del incumplimiento, aduciendo que los funcionarios internacionales no supieron calcular los límites fijados o no conocen la realidad nacional.
¡Qué triste situación! ¡Hasta donde nos ha llevado la ineptitud de este Gobierno! Examinando la situación descrita resulta difícil creer que los mandarines económicos de este Gobierno, que han contribuido con su sumisión, ineptitud y prepotencia a crear el caos, la ruina y la incertidumbre que hoy reina en todos los ámbitos del país, sigan todavía tan tranquilos en sus quehaceres oficiales. Es posible que a ninguno de ellos les permitan matricularse o figurar en alguna de las tendencias del partido Unidad, ya que aceptar que se mezclen con alguno de ellos llevando colgado todo este fracaso de la política del modelo neoliberal, que ya no le sirve ni a Carazo mismo, sería contagiarse con la enfermedad de los Chicago Boys que significa: persecución a los empresarios, ruina económica del país, represión a los industriales, congoja para el agricultor y agobio para los consumidores.
I. LLEGÓ EL MOMENTO DE RECTIFICAR
II. LA PRODUCCIÓN DISMINUYE POR LA POLÍTICA ECONOMICA
III. JUSTIFICACIÓN CARACISTA DE LA INFLACIÓN
IV. LA INFLACIÓN NO ES IMPORTADA
V. GÉNESIS DE LOS ERRORES FISCALES
VI. PRINCIPALES ERRORES FISCALES
VII. LA SUBEJECUCIÓN PRESUPUESTARIA
VIII. FINANCIAMIENTO DEL DEFICIT FISCAL
IX. LOS ECONOMISTAS LIBERALES Y LA POLÍTICA CREDITICIA
X. ATAQUES A LA NACIONALIZACIÓN BANCARIA
XI. EL “DOCUMENTO SECRETO” DEL F.M.I.
XII. QUIEN DEBÍA APLICAR LAS PROPUESTAS DEL F.M.I.
XIII. EL FRACASO DEL CONVENIO CON EL F.M.I.
XIV. EL DETERIORO DE LA BALANZA DE PAGOS
XV. EPÍLOGO