Efectos de la imposición de aranceles

Pérdida de rentas para unos y precios más altos para otros

Oferta de aguacates mexicanos en un supermercado de Chicago el pasado mes de febrero. Se esperaba que los aranceles impuestos por Trump al país vecino incrementara los precios.
Pamela Brick/Shutterstock

Rubén Garrido-Yserte, Universidad de Alcalá

Los economistas tienen poco éxito entre los políticos cuando hacen recomendaciones en aquellos temas en los que hay un amplio consenso sobre lo que se debe hacer. Y por el contrario, cuando hay controversia, parece que afloran más recetas de política económica a modo de dietas milagro.

Mercados distorsionados

Esto parece observarse en estos momentos en el terreno del comercio internacional. Es difícil encontrar mayor consenso que en las bondades del libre comercio para el crecimiento económico, el empleo y el bienestar.

No obstante, Donald Trump ha comenzado su segundo mandato presidencial anunciando medidas que van a limitar el crecimiento económico. La imposición de aranceles genera profundas distorsiones por la alteración artificial de los precios relativos de los bienes importados, de los bienes nacionales y de las exportaciones. Sobre todo cuando se hace de forma arbitraria o discriminatoria (por sectores industriales, zonas geográficas, etc.).

A corto plazo, la imposición de aranceles perjudica a los sectores y países exportadores, que ven cómo la demanda de sus productos se reduce rápidamente, mientras que encontrar mercados alternativos es una tarea de más largo plazo. Esta conjunción provoca pérdidas de renta y de empleo para el país exportador.

Todos pierden

También hay costes para la economía que impone las restricciones. Estas, además, pueden agudizarse si el establecimiento de aranceles desata una guerra comercial, que reduciría el tamaño del comercio internacional, fuente de crecimiento para todas las economías participantes. Así lo ponía de manifiesto Maurice Obstfeld (entonces economista jefe del FMI) en 2018, cuando analizaba los riesgos de la agenda proteccionista de Trump.

El proteccionismo de algunos sectores beneficiados por los aranceles suele extenderse hacia otros, alterando los precios relativos entre bienes o productos y generando incertidumbre, lo que siempre se traduce en menor inversión y crecimiento.

Además, las tensiones inflacionistas implican pérdidas para los ciudadanos del país que impone los aranceles, que ahora pueden adquirir menor cantidad de bienes por los precios más altos.

¿Es esto lo que se espera de la nueva política económica de Trump?

El economista francés Olivier Blanchard, antiguo economista jefe del FMI, profesor en Harvard y el MIT y autor de uno de los manuales de economía más utilizados en las universidades de todo el mundo, cree que no.

Fuente: Peterson Institute for International Economics, YouTube.

No porque su política proteccionista no fuese a tener los efectos negativos antes citados, sino porque cree que las trumponomics (más aranceles, menos impuestos, menos controles a las empresas y más deportaciones) no llegarán: el impacto que tendrían en términos de inflación obligaría a actuar a la Reserva Federal para evitar el despliegue de subidas arancelarias. Es decir, los esperados efectos beneficiosos a escala microeconómica se toparían con la tozuda macroeconomía: más inflación, menor crecimiento, además del desequilibrio de las cuentas públicas.

¿Florecerá la producción automotriz estadounidense gracias a los aranceles?

Es curioso que la administración Trump decida subir los aranceles a los vehículos europeos (lo que encarecería sus precios en EE. UU., favoreciendo a los fabricantes locales) y, simultáneamente, aumentar los aranceles al acero y el aluminio (materias primas fundamentales para su sector automotriz), y a los vehículos fabricados en México (en 2023, el 42,3 % de la producción automotriz mexicana fue de marcas estadounidenses). Todos estos factores (precios de la competencia, materias primas y producción) tienen un fuerte impacto en los fabricantes automovilísticos de Estados Unidos.

En todo caso, las medidas anunciadas no van encaminadas a la recuperación de la demanda interna de automóviles, que lleva años en descenso y en la que los fabricantes japoneses y surcoreanos tienen un trozo importante del pastel.

La utilidad de los aranceles trumpistas

¿Corregirán los aranceles el desequilibrio en sus cuentas exteriores que denuncia el gobierno de Trump? Es difícil saberlo, pero hay que tener en cuenta que el desequilibrio comercial es consecuencia, en parte, de la pérdida de competitividad y liderazgo de la industria estadounidense ante la creciente competitividad de la economía china.

Uno de los efectos más significativos de la pérdida de libertad de comercio que supone la agenda de Trump será su pírrico resultado para EE. UU. y el mundo y la reacción de los países que hasta ahora han sido socios comerciales como Canadá o la UE. Por lo pronto, Canadá ha presentado una reclamación contra Estados Unidos ante la OMC.

Si bien las medidas anunciadas por Trump podrían tener un cierto impacto positivo para la economía estadounidense en el corto plazo, este se iría diluyendo con el tiempo. En cambio, las pérdidas globales serán relevantes a corto, medio y largo plazo.

Uno de los costes más importantes tiene que ver con la fragmentación de los mercados de bienes y servicios, que afectará especialmente a las economías líderes, como la propia economía estadounidense.

También se verá afectada la percepción de Estados Unidos como socio fiable en otros ámbitos como la seguridad, la tecnología y la defensa del multilateralismo.

Esta alteración del orden internacional, que ahora se ha hecho visible en el comercio exterior, inaugura una nueva época en las relaciones internacionales y afectará a otros ámbitos: la tecnología, las inversiones directas, la seguridad, la cooperación. Los aliados tradicionales de EE. UU. ahora se sienten amenazados por unas políticas que afectan tanto a la esfera internacional como a las políticas internas.The Conversation

Rubén Garrido-Yserte, Director del Instituto Universitario de Análisis Económico y Social, Universidad de Alcalá

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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