Un joven de 77 años…

¿…Y usted qué opina?

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Un “joven de 77 años”, de nombre y apellidos simplemente Lula, ganó apretadamente las elecciones en el país más grande y más importante de América Latina. Fue una auténtica resurrección política personal, y su triunfo es como un renacimiento político para los brasileños y para América Latina.

¿Y saben por qué? Por una razón que se llama la experiencia de la vida y fuertes e intensos golpes políticos , porque ese “joven de 77 años”, con más visión y energía que muchos jóvenes, interpretando el signo de los tiempos, supo estructurar una amplia y pragmática alianza de varios partidos políticos y figuras individuales desde la izquierda, el centro y la derecha y unió a Brasil para salvar el sistema democrático, amenazado por un gobierno de extrema derecha e inclinación fascista y militarista al que, incluso, no le importaba la explotación irracional de la Amazonía y el daño irreparable al planeta Tierra.

Ese resucitado que es Lula y que pasó por la cárcel y las peores humillaciones imaginables, tuvo la inteligencia emocional y el valor de superar el odio y el rencor y plantear una convincente y emotiva campaña electoral de amor y esperanza, fundamentada en el hecho cierto y coherente de un político de izquierda que, en sus dos primeras administraciones, logró sacar a 30 millones de brasileños de la pobreza y construir más viviendas populares y generar más trabajos dignos y decentes que todos los otros gobiernos de Brasil juntos.

Lula, con gran visión política y vocación integradora, buscó a Fernando Henrique Cardoso, el gran intelectual y expresidente social demócrata de Brasil; escogió a un político conservador honesto como vicepresidente; siguió buscando adversarios y amigos en el amplio espectro de los partidos democráticos, desde la izquierda, el centro y la derecha; se enfrentó con inteligencia a las más brutal manipulación de los sentimientos religiosos de algunos pastores y tomó una sabia decisión: hablar, decir y creer en su propia verdad, presentándose con humildad y transparencia ante el pueblo brasileño con sus fortalezas y sus debilidades. Así ganó las elecciones.

Ganó por un estrecho margen. Pero ganó y salvó a Brasil, generando una ola de entusiasmo y esperanza en todos los hombres y mujeres de pensamiento democrático en América Latina, sean o no sean de izquierda como es Lula. Aunque Costa Rica es un ejemplo singular y particular en América Latina, todavía en nuestro país muchos siguen viviendo la política bajo los viejos anatemas de la Guerra Fría, sin entender los términos actuales de la “política real” y los amplios escenarios de las nuevas agendas integradoras y pragmáticas, más allá de los gastados y simplistas conceptos de derechas e izquierdas. El mundo cambió y la revolución de las comunicaciones ha creado nuevos paradigmas y renovados retos económicos y sociales al sistema de vida en libertad y democracia. Así lo entendieron los brasileños y eligieron a Lula.

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