¿Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad?

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Días atrás, a propósito de una organización que me es muy querida, escuché esta frase, que me ha devuelto a mis clases de filosofía del derecho, en las que junto con Carlos Pantoja, y Porfirio Jiménez, muchas veces por horas pasamos tratando de formarnos criterios sobre temas como este. Cada uno de nosotros, a nuestros 18 años tratando de construirnos una ética propia que al menos en mi caso, me ha acompañado con pocas variaciones por el resto de mi vida.

En principio sí: todo el mundo debería tener derecho a una segunda oportunidad. Pero la afirmación, de alguna manera se contradice con que hay hechos que marcan con tal peso a un individuo que por si solos, lo caracterizan: hay hombres que pueden juzgarse por un hecho único y aislado. Alguien que asesina a sangre fría, es un asesino, aunque solo haya matado una vez. Un violador aunque se arrepienta, es un violador, aunque solo haya violado una vez. Una madre o un padre lo son, aunque solo tengan un hijo.

¿Quien le daría otra oportunidad a un individuo que ha participado activamente en un ilícito violento? ¿Quién le daría trabajo de chofer, o de misceláneo? Mi imaginación no da para pensar mas que en cuatro posibilidades: o alguien que sea extorsionado por el delincuente, su amante, su socio, o alguien que se vea como en un espejo y considere que el mismo tiene siempre derecho a una segunda oportunidad (segunda, tercera, cuarta, quinta) y por lo tanto esté dispuesto a acreditárselas a otros también.

Durante toda mi vida he tratado de ser suave cuando juzgo a los demás. He partido siempre de mis propios defectos e inseguridades. Con frecuencia pienso que “eso perfectamente me hubiese pasado a mi”, lo cual me conduce a menudo a las segundas y terceras oportunidades. Dicho de otra manera, me ha jalado tortas importantes y el haber sido perdonada por mis jefes, me ha hecho suave.

Sin embargo, dentro de la lista de cosas que no me pasarían, están claramente los abusos de poder, la vinculación con ilícitos, y mucho menos con ilícitos violentos. ¿Será entonces por eso que en esos temas soy mucho mas rigurosa y no creo en segundas oportunidades? ¿Será que siempre se actúa en espejo, y que el ser humano solo puede juzgar con base en sus propias actuaciones y perdonar solamente el error que es capaz de cometer?

En mi próxima vida, cuando volvamos a estar en Filosofía del Derecho, frente a doña Sonia Picado, prometo poner este tema en la mesa de discusión para ver si juntos llegamos a alguna conclusión.

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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