La Patrulla de Bares: El batracio goumet (El Sapo Texano)

Especial para Cambio Político

Patrulla de Bares Misión: Bar Sapo Texano
Dónde: San Miguel de Santo Domingo de Heredia (ver mapa)

Sapo Texano

Érase una vez, en un pueblo no muy lejano, de esos santos que tienen nombre y dos apellidos, que había un mítico bar denominado “El sapo chingo”, los orígenes de tan extraño nombre se pierden en la noche de los tiempos y luego de varios cambios de propiedad y de nombre lo fueron vistiendo y por último hasta lo hicieron extranjero, ahora se llama “El sapo texano”, ubicado en Sanmigueldesantodomingodeheredia.

La dirección es muy fácil, pues está en la calle Sapo Chingo, tan legendario es su antecesor. Pero para los citadinos que vienen desde la atribulada capital, las señas son: se toma la carretera a Guápiles, se pasa el puente del Virilla y luego de un par de kilómetros se llega a un semáforo, el de la entrada a San Miguel ahí se dobla a mano izquierda, se llega a un cruce donde está un negocio llamado La Guaria (suspiro, antes era un bar buenísimo), se sigue recto hasta pegar con cerca y luego se dobla a mano derecha, de ahí se avanza como trescientos metros y se llega a la ansiada meta. Suena lejos, pero no lo es, si no hay presa en diez minutos llega uno al cruce de Tournón.

 
El actual dueño del acogedor mesón es nada menos que el célebre Chumi, el que tenía aquel memorable bar en Santo Tomás de Santo Domingo de Heredia, que era celebrado tanto por sus bocas como por las atractivas féminas que lo atendían. Y lo del nombre actual no es nada misterioso, simplemente para hacer juego con el tipo de mobiliario que se escogió, aunque tampoco es que el ambiente es como si fuera Jiúston, siempre tiene un aire de bar de pueblo y el local se divide en dos partes, una más tipo bailongo y el bar propiamente dicho, que tiene además una bonita vista.

Ya poniendo los esófagos a la obra en la rigurosa labor de degustación, el primer y agradable detalle es que traen unas sustancias de cortesía, pero nada de que son puro caldo, más bien son casi una mini olla de carne, apenas para ir abriendo la panza a las viandas, que pronto se revelaron como generosas en tamaño y exquisitas en sabor. La sopa de espárragos la preparan en el acto, nada de sopa de paquete, espesa y la sirven acompañada con pan de pita. Hay una boca buenísima, el gallo pinto con chicharrón, que viene muy bien presentado, con chicharrón de pura carne y con medio aguacate para terminarse de llenar, una verdadera estrella culinaria. El hígado encebollado lo sirven acompañado de papitas de verdad y tortillitas, la carne estaba muy buena, sin nada de pellejo, aunque le volaron demasiado fuego. Ya que la casa se inspiró en Texas, había que pedir algo con el nombre para ver si le hacían el honor, se pidió un taco texano que verdaderamente cumplió el homenaje, es una enorme tortilla de trigo rellena con pollo y queso, a pesar de sus dimensiones no resultó ser una comida pesada. Por supuesto se pidió chifrijo, el cual repitió las bondades de la carne de los chanchitos, por lo que habremos de repetir que el bicho no murió en vano. Para lo que quieren comer más sano, hay hongos al ajillo, realmente buenos. Hay dedos de queso, con un queso blanco bien cremoso, los sirven con una doble salsa rosada y de tamarindo, son una verdadera delicia, sirven una abundante ración con ocho dedos, además muy bien presentados. También se probó un canelón de carne, otro que vino muy bien presentado, lo sirven acompañado de ensalada y arroz, el gratinado estaba en su punto y la carne aunque estaba buena, tal vez necesita un poquito más de sazón para llegar a excelente. Hay arroz con cerdo, con el mismo chancho generoso que ya habíamos probado, también viene acompañado con ensalada y papas. El arroz con camarones repitió los méritos del gran tamaño, la buena presentación y el buen sabor, los camarones eran abundantes y de regular tamaño. Y para cerrar, como se acostumbra en los bares de Heredia, hay bocas dulces, se pidió un arroz con leche, el cual fue de lo mejor de la sesión, coronado con un aderezo de cereza, el problema es que ya malacostumbrados a los tamaños familiares, el postrecito lo encontramos más bien pequeño.

Terminada su sacrificada labor científica, los patrulleros entraron en una apasionada diatriba filosófica sobre si conceder una preciada mención de honor al reseñado. Ciertamente el lugar es agradable, la atención estuvo solícita, el menú es amplio y variado, la comida casi estuvo perfecta y la presentación de los platos es una obra de arte. Pero los precios son altos. Lo vale, no reclamamos por ello, pero la verdad es que los patrulleros somos más tradicionalistas y tendemos a favorecer a la cantina con un concepto más pisoetierra, en donde tomar y comer bien no sea un placer elitista. A fin de cuentas, no entró al Olimpo, pero sólo por el precio. Fuera de eso, altamente recomendada.

Sapo texano

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