Vladimir de la Cruz
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También fue el último día para que los funcionarios públicos como los Vicepresidentes de la República, Ministros, Magistrados propietarios de la Corte Suprema de Justicia, los Magistrados propietarios y suplentes del Tribunal Supremo de Elecciones, quien ocupe la Dirección General del Registro Civil, los directores o gerentes de las instituciones autónomas y el Contralor y el Subcontralor Generales de la República, que quisieran postularse para el ejercicio del cargo de Presidente o Vicepresidente de la República para el período 2026-2030, renunciaran a sus cargos. Pocos lo hicieron. Varios ministros entre ellos, que no han anunciado a qué aspiran y con cual partido político se van a presentar como candidatos.
El 31 de julio vence el plazo para que el Tribunal Supremo de Elecciones dicte las resoluciones de aceptación de inscripción de los partidos políticos que participarán en las elecciones.
Este día también vence el plazo para que funcionarios públicos, como el Presidente de la República, renuncien a sus cargos, si desean participar como candidatos a diputados en las elecciones del 2026.
Para este momento, 31 de julio, deben estar constituidas las posibles COALICIONES electorales, que pudieren formarse. Las coaliciones son las fusiones de varios partidos, en uno solo nuevo, con otro nombre, que agrupa a esos partidos que acuerdan unirse para la elección.
Las coaliciones se realizan mediante un pacto de unión, que tiene que ser aprobado por cada una de las respectivas asambleas nacionales o provinciales de los partidos que quieren unirse.
De hecho, para que esto sea posible faltan cuatro meses. En términos reales pueden ser tres meses máximo, si se considera que las asambleas nacionales o provinciales que deben aprobarlas, en cada partido político, deben ser convocadas por lo menos quince días antes de realizarse.
No veo, sinceramente, a ningún partido político trabajando en serio para constituir una coalición con otro u otros.
El 28 de setiembre vence el plazo para que los partidos políticos ratifiquen, con sus asambleas nacionales o provinciales, la designación de sus candidatos a los cargos de elección popular.
Entre el 1 y el 18 de octubre deben inscribirse en el Tribunal Supremo de Elecciones las candidaturas a presidente y diputados, por parte de todos los partidos.
En el ambiente político actual se siente la necesidad de constituir, PREFERIBLEMENTE, una GRAN COALICIÓN, con miras a preservar el desarrollo e institucionalidad democrática nacional, gravemente afectada y amenazada por las acciones del actual gobierno, y por las intenciones del presidente Rodrigo Chaves de que los partidos “jaguares”, que él impulsa, continúen con sus acciones destructoras, debilitadoras de la organización estatal, así como con los constantes llamados del presidente Chaves, para que los “jaguares”, BORREN del escenario político a todos los partidos políticos actuales, especialmente a los que tienen representación parlamentaria, como Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana, el Frente Amplio, el Liberal Progresista, para que en la próxima Asamblea Legislativa haya por lo menos 40 nuevos diputados, que no tengan nada que ver con esos otros partidos, que permitan hacer los cambios constitucionales para reestructurar el Estado en su organización y estrucrturaciòn política, para modificar el Estado de Derecho y acabar, de ser posible, con el Estado Social de Derecho.
Este es el reto que hay que enfrentar por parte de todos los partidos políticos que quieran evitar que esto suceda, que continúe el Chavismo destruyendo el tejido social y político nacional.
Sin embargo, ninguno, hasta hoy, pareciera estar preocupado en términos reales por esta situación. Están invernando en las posiciones “cómodas” que tienen hoy, que sienten que no se las están alterando. La llevan suave. Están más preocupados por sus conflictos internos, la renovación de sus autoridades superiores de partidos, que deben también hacer, y preocupados por ir “resolviendo” a cómo puedan sus luchas por las candidaturas, que siempre tienen los tropiezos de las apelaciones internas que pueden presentar los que se sientan afectados con esas decisiones, lo que los distrae de las cosas fundamentales.
Los partidos que ya están resolviendo sus candidaturas postergan, finamente, cualquier intención de integrar coaliciones, o parten de la idea de que esas coaliciones tienen que ser encabezadas con el candidato que ya tienen, lo que no funciona así en la práctica.
Un alto drigente político, de uno de los principales partidos nacionales, me dijo que ellos veían la posible coalición en la eventualidad de una segunda ronda electoral.
El escenario de una segunda ronda electoral impone la participación de solo dos partidos políticos. Los que quedaron fueran de esa posibilidad técnicamentemte desaparecen, se disuelven del imaginario político nacional. Sus electores quedan como huérfanos políticos sin saber qué hacer o por quien votar. Votan o no votan según sus niveles de conciencia.
En la historia de las segundas rondas, desde el 2002, 2014, 2018 y 2022, que han habido, ninguno de los partidos que quedó fuera de esa participación llamó públicamente, con una DECLARACION o un PRONUNCIAMIENTO POLÍTICO, a las personas que votaron por ellos indicándoles cómo, por qué y por quién votar en la segunda ronda. Ni tampoco los partidos finalistas hicieron llamados a los votantes, de los otros partidos, pidiendo su apoyo con base en alguna oferta política atractiva o confrontativa contras su otro finalista.
En la segunda ronda del 2018 los votantes se movieron institivamente a darle el apoyo a Carlos Alvarado, que había quedado de segundo, frente al peligro que presentaba Fabricio Alvarado para las políticas de los Derechos Humanos y los logros que se habían alcanzado en el país. Pero, no hubo pronunciamientos de los partidos llamando a votar por Carlos Alvarado.
Los que están pensando en las elecciones del 2026, en que van a luchar por llegar a ser finalistas en la segunda ronda están, en esa dirección, con mentalidad perdedora, sabiendo o partiendo de la idea que no van a ganar en la primera ronda. Si llegaran a una segunda ronda, como me han dicho, algunos dirigentes de esos partidos grandes, es el momento, según ellos, de “buscar” una coalición alrededor de la integración multipartidista del Gabinete, del Consejo de Gobierno, con una plataforma básica de un programa político a impulsar por quienes acuerden integrar ese gobierno multipartidista. Esto no se ha dado en las elecciones del 2002, 2014, 2018 ni tampoco en la del 2022.
Ninguno de los partidos que estuvieron en esas finales llamó a la “coalición”, a la “alianza” política de gobierno. Un poco lo intentó Carlos Alvarado con el Frente Amplio dándole un ministerio, lo que embarró al Frente Amplio, con las políticas neoliberales que impulsaba el gobierno de Alvarado, mientras se mantuvieron en el Consejo de Gobierno, con poca capacidad de reacción y de crítica frente a lo que no estaban de acuerdo.
Hay, lamentablemente, en las estructuras de los partidos políticos, y en sus militancias activas, muchos prejuicios respecto con quien o quienes pueden aliarse o coaligarse, porque se ve primero a las personas, que generalmente son los políticos, o dirigentes políticos de los partidos, con quienes se negocian, o se buscan los acuerdos, y a quienes se les puede tener “confianza” o “desconfianza”.
El problema a resolver de las coaliciones electorales es lo que lleva a ellas: el nombre del partido con que se conocerá la coalición, el programa de la coalición, los candidatos de la coalición.
El nombre puede no ser tan dramático, es fácil de resolver. El programa ocasiona varios problemas. Si es muy grande y quiere abarcar todos los asuntos de la agenda política y del pais, que es generalmente cómo se presentan y elaboran. En ellos se hace una propuesta de “nueva sociedad”, de “nuevo pais”. Es un tema que lleva su tiempo y su discusión. Es una propuesta más utopica que práctica.
De los programas de gobierno que se han elaborado y presentado, de los partidos que han ganado las elecciones presidenciales, no se ha hecho los balances de lo que se logró o no.
Todos los programas de gobierno anteriores al 2022 tenían la dificultad de que el gobierno que iniciaba, cada 8 de mayo, se encontraba con un gobierno que tenía para ese año un presupuesto nacional elaborado por el partido que dejaba el gobierno ese ocho de mayo, sin que ese presupuesto se pudiera tocar sustancialmente. Solo le restaba continuar con la ejecución del presupuesto. Por eso, también, las ofertas y promesas electorales de cada campaña electoral no se podían cumplir, como se ofrecían, provocando las decepciones y desgastes emocionales de las personas con sus partidos y gobiernos.
Además, los nuevos gobiernos iniciaban con Sesiones Ordinarias de la Asamblea Legislativa, donde la iniciativa de ley la tenían los diputados y sus partidos, y no el partido de gobierno que recién se ganaba, para impulsar, desde su inicio, leyes, con algunas de sus propuestas programáticas.Y las sesiones ordinarias se prolongaban prcticamente por los primnros seis meses de un nuevo gobierno, lo que hacían inviable y poco práctico el programa político ofrecido en campañas electorales.
En el 2022 se cambió la dinámica parlamentaria y sus sesiones inician con las Extraordinarias, donde el Poder Ejecutivo tiene la iniciativa de ley, la de proponer leyes.
En el 2022 el actual gobierno no tenía, en términos reales, un partido gobernante, ni un presidente electo listo para asumir el gobierno, por lo que esa iniciativa de proponer leyes desde el 8 de mayo empezó fracasada. El gobierno estaba vacío, lo que impidió que la Asamblea Legislativa trabajara desde el primer día de gobierno con iniciativas nacionales impulsadas por el Presidente. Todavía no se siente esa iniciativa presidencial.
En la posibilidad de una Coalición, para las próximas elecciones, mi opinión es que el Programa de la Coalición debe descansar en un PROGRAMA MINIMO, sobre los problemas nacionales urgentes de atender desde el Gobierno y desde la Asamblea Legislativa, que permita impulsar políticas desde el Poder Ejecutivo de manera inmediata a la toma del gobierno.
Los temas de discordia entre los partidos que se coaliguen se pueden manener en discusión. Los de unión, en rápida aprobación y ejecución.
La coalición debe entenderse como UNIDAD de ACCION y DIVERSIDAD DE OPINIÓN. La Coalición es sobre las cosas que unen, no sobre lo que desune.
Hay partidos que antemponen el Programa común a la unión política, así como hay partidos que anteponen los candidatos al programa de la coalicion.
El tema de los candidatos siempre es difícil de atender, porque es la negociacion sobre quién da la cara por todos los coaligados. No es fácil de resolver, pero no imposible.
Los candidatos a discutir son los nacionales como los diputados, si la coalición obliga a ello. ¿Cómo establecer el mecanismo de selección de candidatos, que todos deben aprobar y orden que tendrán en las papeletas electorales? Tampoco son decisiones fáciles, pero no imposibles.
¿En la práctica inmediata, hoy 19 de marzo, habrá tiempo hasta el 19 de julio de tener estos problemas resueltos? No veo sinceramente, que se avance con pasos sólidos en este camino. Soy de la tesis de que debe impulsarse YA este esfuerzo nacional, si realmente esto se desea, se quiere y se necesita, para lograr una Coalición Patriótica ante las próximas elecciones. Sin embargo, no veo a los partidos trabajando, y a los sectores políticos interesados, trabajando con empeño y con sinceridad en ello.
En la historia electoral nacional, ¿qué experiencias de coaliciones henos tenido?
A nivel nacional, hemos tenido coaliciones ganadoras en 1966, la Unificación Nacional, que llevó a la Presidencia a José Joaquín Trejos Fernández, y en 1978 la Coalición UNIDAD que llevó a Rodrigo Carazo Odio a la Presidencia. Han sido coaliciones ganadoras contra el Partido Liberación Nacional.
A nivel legislativo en 1978 estuvo la Coalición Pueblo Unido, de izquierda que eligió tres diputados, en las elecciones de 1982 eligió 4 diputados, en las elecciones de 1986 y 1990 eligió un diputado.
En la elección de 1986 la Coalición alianza Popular eligió un diputado. En la elección del 2002 y en la del 2006 las Coaliciones Cambio 2000 e Izquierda Unida, respectivamente no eligieron diputados.
En las elecciones del 2010, 2014, 2018 y 2022 no hubo coaliciones electorales nacionales ni provinciales participando.
Todavía pesan en el ánimo político las fibras del anticomunismo y de la guerra fría. En las coaliciones posibles que se hablan se ven los personajes y los partidos asociados al escenario de la guerra fría, si se es, o se ha sido comunista; si se es, o se ha sido de derecha, de izquierda o neoliberal. Esto pesa incluso en las nuevas generaciones de dirigentes de los partidos aun cuando ellos no vivieran esos años de la guerra fría.
Sin embargo, menciono, a modo de gran experiencia histórica, una de la “coaliciones” más importantes que se dieron en el país, la del Pacto de la Reforma Social de 1943, que impulsó el Capítulo de las Garantías Sociales, el Código de Trabajo, y la Coalición electoral, en 1943, del Bloque de la Victoria, entre el partido Republicano, del Dr. Calderón Guardia, para impulsar a la presidencia a Teodoro Picado y el Partido Comunista, recién denominado como Vanguardia Popular.
Veamos detalles de ese año 1943: El Obispo Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez era un anticomunista público desde 1938 hasta 1942, confrontativo con el Partido Comunista, pero muy cercano al presidente, el Dr. Calderón Guardia, quien había llegado al gobierno apoyado por el capital alemán, sectores conservadores y el gobierno de León Cortés, de orientación filofascista.
En las elecciones de 1939 el Partido Comunista, con su Bloque de Obreros y Campesinos, quedó de segundo en la elección, con casi el 11% de votación, contra el Dr. Calderón Guardia quien sacó casi el 88%.
La crisis provocada por los impactos de la II Guerra Mundial provocó una situación social agitada que condujo al Pacto de 1943, para sostener al gobierno, en lo que se unieron la Iglesia Católica, el Gobierno y el Partido Comunista.
Resultado de ese Pacto fue el mantenimiento del gobierno por el resto de su período que estaba en peligro de no terminarlo. A solicitud de la Iglesia, el partido Comunista cambió de nombre a Vanguardia Popular, le cedió un campo, de los dos que tenía el movimiento sindical comunista, en la Junta Directiva de la CCSS, a un dirigente sindical católico, y que los comunistas reconocieran que la Reforma Social se inspiraba en principios socialcristianos. Los comunistas, con el nombre cambiado a Vanguardia Popular, le sacaron a Monseñor Sanabria una declaración pública indicando que los católicos podían ingresar a la nueva organización comunista, Vanguardia Popular, sin cargo de conciencia alguna. Es decir, de manera simple, no era pecado ser comunista. Estas tres fuerzas políticas, sociales y morales hicieron historia nacional.
De hecho, en la práctica política no hay historia de coaliciones electorales; no hay trayectoria importante de coaliciones; no hay cultura política de coalición y pareciera por ello no haber voluntad política de coaliciones. De las coaliciones nacionales, la de la UNIDAD, en 1978 y 1982, avanzó a la fusión de todos sus partidos lo que dio origen al partido Unidad Social Cristiana.
En este momento se tiene el reto y la necesidad de enfrentar el peligro que significa la continuidad del chavismo político, con sus jaguares, para lo cual es necesario realizar el intento de impulsar una coalición frente al próximo proceso electoral. Solo con gran voluntad política y con clara visión de lo que tenemos que enfrentar. Solo con lucidez y altura política se puede participar en el esfuerzo de una coalición. Solo con una gran capacidad de diálogo político se puede avanzar a una nueva Coalición electoral hacia el 2026. Apenas quedan cuatro meses para lograrlo. ¿Será posible?
– Historiador