El Directorio del Congreso en tiempos de pandemia

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría E.
cmecheverria@yahoo.com

Carlos Manuel Echeverría

Me ha parecido valioso el renovado acuerdo entre tres partidos políticos para facilitar la elección del directorio ejecutivo el pasado 1 de mayo de 2020. Me gustó porque se basó en una serie de planteamientos prácticos enfocados en marcar el rumbo de nuestra sociedad, que debe reorientarse en el marco de la IV Revolución Industrial y su incidencia sobre el empleo y su ejercicio, hacia un nuevo modelo de desarrollo. Así mismo, es un acuerdo al que patrióticamente pueden plegarse otras fracciones congresionales y los diputados independientes.

Descollante la elección como presidente del licenciado Eduardo Newton Cruickshank Smith, compatriota afrocaribeño y si no me equivoco hermano de Clinton, buen amigo de muchos años y gente, los Cruickshank Smith, de muy buena estirpe. Espero el nuevo presidente congresional encuentre el momento para promocionar la idea de que Costa Rica es un país objetivamente pluricultural, lo que como sociedad nos enriquece. En ese contexto es una buena oportunidad además, para enaltecer el concepto de la “negritud”, que con tanto ahínco promovió unos de los padres del África moderna, el gran Leopold Sedar Senghor, a quien tuve el honor de conocer.

No veo en el acuerdo ese marco que el nuevo paradigma a construir requiere, aunque me parece está implícito. Sin embargo, expondré ideas asumiendo que lo hay y que simplemente no quisieron los acordantes explicitarlo, para no quitarle fuerza a la urgencia corto plazista.
Fundamental que propicie el cumplimiento conceptual del acuerdo que lo llevo al directorio y que lo haga no como un diputado combativo en el fomento y defensa de su plataforma política, sino con la majestad y ecuanimidad que su alto cargo demanda, para facilitar fluidamente los entendimientos necesarios. No se vale usar el cargo para que nuestra sociedad, mezcla de liberalismo y mojigatería “eche pa’tras”. Felicito a las honorables diputadas y honorables diputados miembros del directorio, quienes tendrán la responsabilidad de acompañar al Señor Presidente en su gestión, en un punto clave de nuestra historia.

Meritorio del acuerdo la integralidad de la temática, pues hay un balance entre lo atinente a la pandemia, que con razón nos obsesiona ahora. La urgencia sin embargo, no debe opacar que hay un futuro y que en el progreso sostenido estratégico que nos lleve hacia el desarrollo, por definición social económico, político y ambiental, sostenible en esas cuatro dimensiones, objetivo al que debemos enrumbarnos progresando sostenidamente. Deben priorizarse temas como la equidad de género, la pluriculturidad con una esencia cultural que nos viene de atrás y el desarrollo de una Costa Rica más justa, que priorice con seriedad el abastecimiento de las necesidades básica de todos para que todos tengan una plataforma mínima de despegue hacia su desarrollo personal. La redefinición cultural es clave, sin olvidar por favor a nuestros compatriotas indígenas que tan maltratados han sido a través de los años incluyendo los últimos, con agresiones asesinas inclusive, aún pendientes de castigo.

Por su importancia, dentro de la lógica del nuevo paradigma, el tema ambiental merece un párrafo específico. El mundo y por supuesto que Costa Rica no escapa a ello, iba hacia un nuevo paradigma o hacia la desaparición de la Especie Humana, a la que todavía vamos, pues no se ha hecho algo significativo al respecto. La dureza de la actual pandemia, lo que ha hecho es evidenciar el desastre que somos como especie. La más inteligente, pero paradójicamente la más destructiva de la tierra, lo que se corrobora al observar como la naturaleza ha reaccionado favorablemente, cuando en estos días hemos abusado mucho menos de ella. También es notable el hecho de que no somos en absoluto necesarios y que quizás lo más favorable para la vida en la tierra es nuestra desaparición, que por supuesto se daría, tengo la esperanza de que no se dé, con un gran daño. La pandemia, acelera la necesidad de redefinir el nuevo paradigma, algo que permear la legislación a nivel nacional y acuerdos a nivel internacional, que luego se conviertan en leyes.

Me gustó que se mencionara aunque con timidez, el papel vital que desarrollan los emprendedores y el sector empresarial en todas sus dimensiones…MiPyMes, cooperativas y grandes empresas. Hablar bien en Costa Rica de la empresa privada de cierto tamaño para arriba es tabú, creo por atavismos históricos que como sociedad debemos superar. Con todos sus defectos, carencias y a veces abusos propios de algunas manifestaciones, la iniciativa privada a cualquier nivel con su capacidad de integrar las factores de producción para hacer sinergia económica es insustituible, excepto para actividades en que la rentabilidad es social o de carácter marcadamente estratégico, donde la presencia del Estado como empresario, sin desmedro de la presencia privada, es deseable. El caso del ICE por ejemplo.

Así mismo, hace ver la necesidad de redimensionar el aparato estatal y su alto costo actual insoportable a futuro para la economía en su integralidad. Una ley de empleo que racionalice la disfuncional situación del aparato estatal costarricense es necesaria e impostergable; la situación actual es ética, moral y financieramente insostenible. El aparato estatal debe transformarse a su vez, en uno más eficiente en el uso de los recursos y eficaz, en el servicio y cumplimiento de los objetivos. El comportamiento del aparato estatal en la presente pandemia ha demostrado que si es posible ser más eficaz, aunque no sabemos qué tan eficiente ha sido. Tenemos buenas razones para pensar que ha sido ineficiente.

El acuerdo logrado podría incentivar un diálogo nacional donde sectores claves de la vida política y socioeconómica nacional debidamente representados, sean capaces de lograr entendimiento que nos conduzcan a una estrategia nacional de desarrollo con visión clara y vigencia a largo plazo, que nos permita enfrentar mejor los desafíos y aprovechar las oportunidades que un posible nuevo paradigma, en cuya construcción internacional debemos ser actores, nos presente. Se impone un nuevo modelo de desarrollo que reafirme la condición mixta de nuestra economía, pero con un aparato estatal más menos frondoso y más efectivo y la economía de mercado regulada, enmarcada en planificación estratégica participativa. Temas como el equilibrio deseable entre el ahorro, la acumulación y el consumo, tan mal utilizados por los regímenes autoritarios y vilipendiados como uno de sus muchos errores por los seguidores del Consenso de Washington, debe regresar a la palestra. La economía es una ciencia, no está para planteamientos de corte mágico…”voodoo economics” los llaman los anglosajones.

Una economía más frugal, más productiva y competitiva con menos; más ecológica, más solidaria socialmente, con una democracia que fomente la participación ciudadana, libre, trasparente y con rendición de cuentas, está a la orden del día. Esquemas transformadores de la propiedad productiva, del valor del trabajo y el ejercicio del ocio, deberán ser contemplados.

Sobre mi posición acerca del nuevo paradigma he escrito en este mismo medio digital el artículo https://cambiopolitico.com/llego-la-hora-del-cambio/122949/, también incluido en mi blog: carlosmanuelecheverriaprogresemos.com, por si quien me hace el honor de leerme quiere continuar explorando.

Por el momento y optimista con que los logros en este vital año pre electoral de nuestro Congreso serán extraordinarios, así como reflejo de valentía, patriotismo y sentido histórico, termino con una expresión del gran libertador don Simón Bolívar: “moral y luces, nuestras primeras necesidades”.

Ex viceministro de Planificación Nacional, miembro de la COREC I

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