Algo más sobre la administración Chaves Robles

Ocean Castillo Loría

Chaves

En muchas ocasiones, en Costa Rica, “el corcho se hunde y el martillo flota”: en el 2022, los costarricenses, no buscaron proyectos políticos de inspiración nacional, popular o de izquierda democrática (Para muchos, esos proyectos eran inexistentes)

Los ciudadanos, decidieron en 2022, llevar a la segunda ronda, un grupo y un partido político, con políticas económicas muy semejantes, pero con diferencias en el ámbito social – cultural: uno, conservador, el otro, timorato, pero simpatizante con algunas ideas del marxismo cultural.

El grupo que ganó las elecciones, no tenía interés en proyectos políticos serios: primero buscó la plata para la campaña, luego, “el partido – taxi”, que les permitiría participar. En un momento determinado (Cuando decidieron abrazar aquello de: “comerse la bronca”); comenzaron a ver, cómo saltarse los controles: entre ellos, el legislativo; y atacar a los actores que les adversaban. Fue el inicio y profundización de la polarización.

En el caso costarricense, con el gobierno de don Mario Echandi Jiménez (1958 – 1962), se buscó la reconciliación de la familia del país, luego de la guerra civil o revolución de 1948. El asunto es, que a partir de la década de los 80, se fue generando un cambio en el modelo de desarrollo, pasando de un estilo reformista, a uno economicista.

Dado ese proceso: el deterioro en el nivel de vida de algunos de los sectores medios, así como el impacto de la corrupción política, fueron acumulando descontento y rabia en el electorado: uno de los síntomas de ello, es el aumento de la abstención en los procesos electorales.

Así, lo que podríamos llamar, “una diferenciación natural del electorado”, fue cambiando: por ejemplo, después “del 48”, el proyecto reformista iniciado por el catolicismo – social, fue complementado por el reformismo – socialdemócrata: los liberales (Que vieron sus tesis aminoradas, desde el gobierno de Calderón Guardia), rechazaban la presencia de los socialdemócratas en la palestra política.

Solo dos evidencias:

  • Por el rechazo de la propuesta hecha a José Figueres Ferrer, por parte de actores pertenecientes al periódico “La Nación”.
  • En la campaña 1965 – 1966, al candidato reformista, Daniel Oduber Quirós, se le etiquetó de comunista, lo que alimentó el triunfo de José Joaquín Trejos Fernández.

Ya en el siglo XXI, los procesos de polarización fueron claros en:

  • El periodo 2006 – 2010, el Dr. Oscar Arias Sánchez, gana por poco margen su reelección, ante el PAC (2006); en esa campaña, “se daba la concreción de la polarización” sobre el DR – CAFTA. Ella se hará sólida en el referéndum sobre ese Tratado (2007); luego vendrá la dinámica legislativa, de aprobación de las leyes complementarias de ese pacto comercial.
  • 2017 – 2018: en un momento determinado, de cara a la segunda ronda de esas elecciones, los votantes se polarizan, respecto al tema del matrimonio de parejas homoafectivas. Al final, vencen los sectores a favor de dichos matrimonios.
  • La campaña de Chaves, cuando este abrazó el “comprarse la bronca”, acentuó: “que no tenía rabo que le majaran” y que, “todo era culpa de los partidos que habían gobernado” (PLN, PUSC, PAC); esto con un corte de retórica populista – autoritaria (Semilla de la democracia troglodita, de la que hemos hablado en un análisis anterior “El gobierno de Chaves y la democracia troglodita”.
  • El primer año de gobierno, se intensificaron los ataques a los que denominó: “ticos con corona”; e insistió en “la prensa canalla”, como ya lo había hecho en campaña.

Con este telón de fondo, algunos ordo liberales (De tipo socialcristiano) y hasta libertarios, han apoyado la idea de profundizar el modelo monetarista. Ante esta realidad, se ahonda la falsa idea de que: “la sensibilidad social, es comunismo”, pero, además, se pone en juego, el arsenal de “noticias falsas” y el intento de “imponer la interpretación judicial presidencial”; así como, la acción de los “equipos de trolles”, contra los adversarios del gobierno.

En este marco, se observa: como la “neo derecha populista”, busca ampliar el espacio del “capitalismo salvaje” (Juan Pablo II), en detrimento de la democracia política. Ahora bien, estará por verse si en las elecciones del 2026, la estrategia de estos sectores será que: “ninguna opción que proponga la justicia social, debe llegar o sostenerse en el gobierno”.

Para esa “neo derecha”, lo que no sea su pensamiento, viene a destruir Costa Rica. Y, pese a los descensos en las encuestas, todavía hay gente que cree en el discurso del grupo gobernante desde el Ejecutivo. Esto, entre otras cosas, porque los defensores de este tipo de gobierno, han secuestrado palabras como la de “pueblo”.

Estará por verse, si de perder las elecciones, los hoy “habitantes” de la Casa Presidencial, optarán por discursos o elementos de esos discursos, ya aparecidos en los Estados Unidos o en España…

Pero podemos hablar de una cuestión más de peso: desde la pandemia, en muchos lugares, se gestó una alianza entre el capitalismo y el “neo populismo de derecha”, en ese pacto, la democracia solo sirve: “para elegirnos”; aún más, en el caso salvadoreño, el reelegido presidente Bukele, habló del deseo de que el Poder Judicial, “sea gobernado por el oficialismo”. He aquí una evidencia, del deseo de consolidar un partido único.

Entonces: la idea es, como en Argentina, que, el capitalismo sea renuente a la democracia, por medio de la polarización… algo de eso, ya lo hemos visto en Brasil o Estados Unidos. Para tal fin, los defensores de esta idea, se aprovechan de la confusión ideológica del momento: en Costa Rica, esto se viene observando, desde el abandono del centro, con la derechización de los partidos tradicionales y el social liberalismo del PAC.

Por lo pronto, hay sectores del conservadurismo, que se están volviendo cada vez más autoritarios: otros, están de acuerdo con el proyecto conservador, pero no, con el estilo del gobierno. Esta es la realidad, de una facción de nuestras élites criollas.

De nuestra parte, creemos que: “cae más rápido un mentiroso que un cojo”: hablando con los ciudadanos que nos lo piden, les preguntamos:

  • ¿Está usted satisfecho con su situación económica, en estos casi dos años?
  • ¿Cómo valora la seguridad ciudadana?
  • ¿Qué piensa del costo de la vida?

De las respuestas: se concluye (Por la vía del sondeo, aunque hay encuestas que reflejan ideas parecidas): el fracaso del presunto gobierno gerencial (Más que gerencial, autoritario, que se ha trasladado a la disminuida fracción legislativa oficialista, y ha provocado cualquier cantidad de salidas del gabinete en el Ejecutivo).

La corona que tanto criticaba el hoy presidente, está puesta en la cabeza de muchos de sus financistas de campaña; el mantenimiento de las dudas en contrataciones, han hecho regresar en boca de algunos, la palabra “destierro”; la inseguridad ciudadana campea y el costo de la vida no mejora, porque lo que valen “son las cifras macro económicas”.

Por otro lado, la “compra de la bronca”, ha sido de tal nivel, que la polarización es una constante: “la culpa es de los otros” (Partidos, grupos de interés, grupos de presión, instancias de control); burlarse de los que difieren de las posiciones presidenciales (Incluida la frase en el libreto de los trolles de: “analistas de peseta”); insistir contra la “prensa canalla” (Ocultando la “prensa vasalla”, que es guardiana del discurso gubernamental)

Pero el «tico», está dormido, distraído, «trolleado», «bajo el zapato del vasallaje»: por si fuera poco, manifestarse y luchar, está hasta criminalizado. Por esto, se complica la tarea de un electorado consciente.

A esta altura, entramos en el escenario del “deber ser”: debería dejarse la rabia como consejera: deberíamos regresar a los partidos ideológicos, a candidatos a los que se pueda evaluar por su conocimiento y experiencia, tanto de la esfera económica, como de nuestro sistema político.

Esto implica, abandonar la “democracia troglodita”, donde el enojo subordina la racionalidad; y lo que vale, “es no tener experiencia política, pero matonismo suficiente, para golpear a los adversarios”; ellos en este contexto, pasan a ser enemigos. La fragmentación partidaria, es una característica del sistema político en el presente siglo. Ante ello, más que “volar los puentes”, lo que se requiere es un mandatario con capacidad de negociación.

Lamentablemente, como en otras partes del mundo, vivimos aquí “en la sociedad del espectáculo”. Así, las campañas obedecen más a ese criterio, que a la racionalidad (sin dejar de lado que el ser humano es un ente bio – psico – social)

A este momento, el oficialismo, “busca postulante”, pero ella o él, deben cumplir los requisitos de la “democracia troglodita”, para aprovechar (O seguir aprovechando), la rabia y la desinformación que vive el electorado costarricense, ese que cree que: “el corcho se hunde y el martillo flota”.

Politólogo

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