La ingobernabilidad del país (II)

La seriedad de la política en broma y con fisga

William Hayden Quintero

William Hayden

Llevo tres semanas de haberme embarcado en una especie de quijotada de advertir a mis lectores que al paso que vamos estamos perdiendo la democracia y al país. Comenté que nuestra democracia está en grave peligro de extinción gracias a células cancerosas que invaden su cuerpo, entre ellas la anquilosada Constitución Política, lo inútil de las viejas ideologías, el posicionamiento de un peligroso populismo demagógico de derecha, la situación desgastante de los partidos políticos, el surgimiento del multipartidismo como negocio electoral permitido por la financiación pública a los partidos, la escogencia y selección de los diputados responsable del deterioro casi irreversible de la Asamblea Legislativa, la pérdida de la soberanía nacional con la adhesión a múltiples organismos internacionales que nos dicen que hacer en materia de derechos humanos y civiles, economía, finanzas, salud, comercio, educción, etc. También he señalado algunos hechos que hacen que estemos perdiendo al país que sufre de un inmovilismo exasperante e ingobernable a nivel del Poder Legislativo y Ejecutivo, este último con una frondosa mala hierba de la burocracia pública (el poder detrás de los escritorios) y que protege el continuismo y adversa el cambio.

Ingobernabilidad por la Sala Constitucional

Hoy me refiero a la Sala Constitucional que a falta de una Carta Magna moderna y ágil se ha constituido en el cuarto poder del país: El Poder Constitucional. Nada se mueve sino lleva el visto bueno de la Sala que es paralizante por el tiempo que se toma en resolver los asuntos sometidos a su conocimiento. Con solo que los admita para su estudio todo se detiene hasta las calendas griegas, hasta que la Sala resuelva. La Asamblea Legislativa casi que no legisla si no existe una consulta previa a la Sala. El Poder Ejecutivo no ejecuta, consulta. Los ciudadanos por cualquier problema van a la Sala porque las múltiples instancias existentes en el país no atienden sus legítimos reclamos. Como nuestra justicia, si alguna vez fue pronta y cumplida, ha dejado de funcionar, el nuevo juego es pasarle el churuco a la Sala. De esta forma el “sala cuartazo” se ha constituido en la panacea para tratar de solucionar todo. Consecuencia el país está inmovilizado por la saturación de la Sala y urge revisar sus funciones y competencias.

La Contralitis

Estamos hasta la coronilla de instituciones de control para evitar los chorisos y la corrupción. La Contraloría General de la República con sus excesos de controles “antes de” y no “después de” paraliza todo lo referente al Gasto Público, los presupuestos, las compras públicas con el sistema de licitaciones previas, la ejecución de obra pública, el funcionamiento del sistema institucional, pero a pesar de sus esfuerzos y controles la corrupción no cesa y crece, los gobiernos van y vienen sin hacer nada gracias a los pocos grados de libertad para hacer. Tenemos al Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero Nacional (CONASSIF) un ente adscrito al Banco Central y superpoderoso con sus superintendencias en materia bancaria (SUGEF), fondos de pensiones (SUPEN), mercado de valores (SUGEVAL), Seguros (SUGESE), etc, que supervisan y controlan nuestros ahorros, operaciones en el mercado de valores, fondos de pensiones y seguros y que a la hora de la realidad sus controles son inocuos y no pueden evitar las estafas, desfalcos y la perdida millonaria de los dineros de los supervisados y esas entidades quedan tan campantes como si nada hubiera sucedido y sin castigos por su ineficiencia y descuido, por ejemplo en los casos recientes de ALDESA,COOPESERVIDORES y DESIFIN. Ni que decir de los controles inútiles del “control político” de la Asamblea Legislativa. El país está amarrado por gruesos mecates de control.

La economía subterránea del Narco

Lamentablemente, ya no lo podemos ocultar, no nos sonrojamos y lo aceptamos. Costa Rica se ha convertido en una Narco Nación, ya venía sucediendo de a poquito, porque nuestro país con su geografía es proclive para el fácil almacenamiento y trasiego de la droga, pero con la laxitud y contubernio del gobierno de Chaves, ya es una realidad. Y Nada de Caritas. Se ha incrementado a niveles escándalos el crimen y la violencia. Que importa que se maten entre ellos se justifican las autoridades, pero en las balaceras hay muchas muertes colaterales de inocentes (niños y mujeres). A causa de la pobreza y falta de empleo, niños y jóvenes de ambos sexos son sicarios, dicen que hay uno de doce años que ha segado la vida de por las menos cinco personas. Se ha incrementado el desprecio por la vida humana. Los ejércitos (sicarios) de los narcos son poderos y están mejor armados que la Policía Nacional. Administran los puertos, muelles, carretas nacionales y caminos vecinales, tienen centros de acopio y distribución en las áreas rurales con municipalidades ciegas y alcaldes bien aceitaditos para que no vean y callen. En Europa nos quieren “cerrar” los puertos de Moin lo que afectaría el comercio legítimo de nuestros productos de exportación.

Pero las autoridades económicas y financieras están muy contentas y no hacen ascos por la procedencia de esos dineros, que bien lavaditos incrementan las reservas monetarias internacionales del Banco Central que se ufana de ejercer una buena política monetaria y cambiara gracias al exceso de dólares que ingresan en el gran cajón de las cuentas de “otros”. Los bancos públicos y privados brincan de contentos recibiendo dólares y prestando en dólares, no para desarrollo económico, sino para la compra de autos de alta gama y condominios. Las constructoras e inmobiliarias levantan torres habitacionales y de oficinas en cualquier terrenito, no importa que muchos de ellos estén desocupados, los centros comerciales que proliferan en cualquier parte están llenos de tiendas de alta moda en donde no entra ni el viento. Ya casi nos parecemos a Panamá en lavado de dinero y levantamiento de torres.

Tenemos una economía subterránea ficticia, manejada por muy pocos, ha generado muchos nuevos ricos y más pobres, se ha incrementado la desigualdad social, y nuestra economía no crece a nivel global, no pasa de un pírrico 4.2% en su Producto Interno Bruto, casi el mismo de siempre. Estamos engañados.

Economista jubilado

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