La ingrata realidad de una emprendedora

Café de las siete

Welmer Ramos González

Welmer Ramos

En estos días fui de compras y me topé de frente con la injusticia y la grosería que vive una emprendedora, y que evidencia la realidad que enfrentan miles de pymes en Costa Rica, al operar en mercados no competidos, ni competitivos, que le succionan los ingresos.

-Estoy dando la pelea con esta tienda de ropa-, me decía una señora de unos 40 años, -inicié hace 10 años, me he mantenido y doy empleo a otras cinco mujeres-. El negocio es pequeño y opera en un Mall capitalino.

-Trabajo 16 horas al día, hago malabares para tener precios moderados en ropa de calidad, doy crédito sin intereses, busco de todas maneras la clientela, yo misma hago presentaciones en vivo en las redes sociales-

Me señalaba: -el margen, en ropa parece alto, pero cuando se le restan los costos queda poco-.

Cuando me cuenta un poco más, entiendo que esta microempresaria es tratada groseramente por los entes financieros, en los cuales ella es cliente ejemplar desde hace muchos años.

Ella paga por el uso del datáfono 2,10%, o sea por cada por cada ¢100 millones de ventas debe darle al ente dueño del aparato ¢2.100.000. Mientras que el competidor grande, la gran tienda, solo paga ¢0.25% o sea por cada ¢100 millones de ventas solo paga ¢250.000. Los diferenciales en las comisiones no se explican por volumen de transacciones, quizás únicamente por la manía perversa del “mercado” de castigar al pequeño.

Me decía la señora que las importaciones de mercadería debe cancelarlas con tarjetas de crédito cuya tasa de interés se la cobran al 38%, y que después de muchos esfuerzos y tiempo se las pasan a unas pequeñas líneas de créditos revolutivos al 21%.

Es significa que por cada ¢100 millones debe pagar por intereses, entre ¢38 millones y ¢21 millones. Los ejecutivos de crédito que la atienden “le ven potencial” para financiarla a esas tasas de interés, lo que es inaudito. Pero mientras tanto, la tasa de interés media que esos mismos entes financieros le cobran a la gran empresa, con la cual ella compite, es de tan solo de 8%, eso significa que por cada ¢100 millones esos competidores solo pagarían ¢8 millones. Pero no contentos con esa injusticia en la Asamblea Legislativa se tramita el Proyecto de Ley N° 23.101 para permitir el cobro de intereses hasta del 80% a las emprendedoras.

-Este local es muy caro-, me señalaba, -yo pago proporcionalmente mucho más que las grandes tiendas, porque el Mall no tiene el interés puesto en los pequeños negocios, se creé que los negocios que atraen gente son las marcas de gran renombre. Pero no me rendiré-, señalaba con determinación.

Eso no es competencia, eso es depredación de los ingresos de esta señora, ella crea empleo, invierte, genera muchos encadenamientos productivos y distribución del ingreso, y merece el mismo o más apoyo del Estado, que el otorgado a las grandes compañías.

Lo anterior solo se corrige con acompañamiento a las pymes para llevarlas de la mano y sacarlas de las fauces de esos depredadores y, con políticas de corrección de los mercados. Ahí hay una gran lucha por continuar y por hacer.

Las clientes eran escasas, pero ella continuó con alegría, trabajando sin percibir quizás lo grosero e injusto de lo que algunos llaman “mercados de competencia”

Puede ver las tasas de interés promedio cobradas por los entes financieros aquí.

Para ver las Comisiones cobradas por el uso de datáfonos y la grosera dispersión de cobros en las páginas 21 y 22 aquí.

Economista

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