Cabos sueltos al 11 de abril de 2023

Progresemos

Carlos Manuel Echeverría Esquivel

Carlos Manuel Echeverría

1. Crimen de estado en Ciudad Juárez. La incineración de migrantes realizada con alevosía como una expresión de la miseria humana de quienes la ejecutaron y que pulula hoy en día en todas las latitudes, es algo que por supuesto no debió suceder. Obviamente, para quienes viven en la ruta que siguen los migrantes, éstos son si acaso un desagradable negocio. Además de culpar por supuesto a los gobiernos y sociedades de los países de donde vienen que no son capaces de crear oportunidades de desarrollo y más bien en algunos casos ven cínicamente a los desvalidos migrantes como fuente de ingreso, como si fueran un producto de exportación, hay que responsabilizar a los gobiernos de México y los EEUU, pero especialmente a este último. Su política migratoria errática, si es que la hay, aunque si la hay porque la “no política” se convierte en una, fomenta en el migrante la ilusión de que será admitido en los EEUU. Ya son muchas las tragedias en la ruta migratoria y en la frontera sur de los EEUU para que este problema siga. Es necesario que EEUU defina su política migratoria de acuerdo a sus intereses; es legítimo, pero que lo haga.

2. Lamentable comportamiento. Me tocó ver hace pocos días en un telenoticiero costarricense, una escena que me pareció dantesca: un grupo enorme de motociclistas imitadores costarricenses de los llamados “ángeles del diablo” en EEUU (“Hell Angels”) agrediendo a dos operadores de peajes en la ruta 27, cuyo comportamiento cualquiera que fuera, no justificada desde punto de vista alguno, la agresión de que fueron objeto. El video logrado no miente…la agresión fue brutal y grupal.

Este tipo de agresión es propia de pachucos del nivel más bajo. Uno presumiría que motociclistas con capacidad para comprar motocicletas de gran cilindrada de las mejores marcas, son personas con un nivel cultural que les impide realizar actos como el que aquí tratamos. Está bien que estos individuos vivan su fantasía a lo “Nacido para ser libre”, pero que se conviertan en Hell Angels costarricenses, siendo los originales casi que la peor escoria de los EEUU, es una perfecta burrada. Me llama la atención que nadie le dio seguimiento a la denuncia del tele noticiero o por lo menos no se ha hecho pública la acción como debería. Este acto es un reflejo más de lo mal que estamos en Costa Rica en ética personal y moral, autocontrol o más bien, saber hasta donde llegan nuestros derechos y como se ejercitan. El comportamiento tiene que ver con tres factores de gran importancia: la educación que sabemos bien mal anda; nuestra forma de ser indolente e innecesariamente autoritaria como reflejo de que distamos mucho en ser la sociedad culta que aparentamos y por último, el que nuestro sistema judicial no haga de la justicia una pronta y cumplida.

3. Ley de empleo público y las instancia rebeldes. El aparato estatal costarricense, que tanto se desarrolló primero a partir de los años cuarenta con el advenimiento de la CCSS por parte del doctor Calderón Guardia y luego en los años 50 bajo el modelo que inspiró don Pepe, se ha deteriorado notablemente. Su funcionamiento sistémico es anímico. La gestión de sus empresas públicas, ministerios y otras instancias refleja casi sin excepción una notable carencia de gestión pública de calidad.

En Costa Rica, hemos hecho las del cangrejo: íbamos bien como se insinuó al principio, pero hemos venido involucionando. Hoy en día, el sector público es asistémico y enredado, un “río revuelto” qué, como dice el refrán, fomenta la “ganancia de los pescadores”. Los que se han beneficiado del río revuelto son funcionarios públicos, en muchos casos vía convenciones colectivas mal negociadas por quienes representaban los intereses del estado, muchas veces en situación de conflicto de interés, por ser ellos mismos funcionarios de carrera en la institución que temporalmente gestionan. Y en el otro lado, por dirigentes laborales actuando con total desentendimiento de los mejores intereses del estado.

Se generó un desorden impresionante en los patrones que guían el empleo público en cada entidad, lo que facilitó, al amparo de autonomías mal entendidas incluyendo las ajenas al Poder Ejecutivo, regímenes de empleo público desprovistos del más mínimo realismo y concepción sistémica del Estado.

La ley de empleo público, que lejos de ser perfecta, es un paso en la dirección correcta. Y en lugar de apoyarla, ponerla a trabajar y ver en ella un esfuerzo por ordenar el desastroso esquema de empleo público del estado costarricense, los funcionarios lo que hacen, es autoproclamarse institucionalmente como inmunes a dicha legislación. Es una actitud vergonzosa e inoperante, propia de una nueva clase que se está gestando y que en general, sin aportar mucho, ha sido proclive a la pésima gestión y acciones dolosas que todos conocemos, generalmente buscando privilegiar sus intereses personales, contrariamente a lo que se hace donde se da la gestión pública de calidad. Es algo con lo que se debe terminar. Por supuesto que hay excepciones.

4. Carne porcina de laboratorio y hamburguesas. Avanzamos rápidamente a un cambio de paradigma importante en cuanto a la alimentación a futuro, en mucho motivada por la necesidad de presionar menos el medio ambiente y contrarrestar el cambio climático. Leí recientemente que ya se inicia la producción en laboratorio de carne porcina en forma de lomo, lo que viene a complementar la ya existente hamburguesa de origen vegetal, que no es lo mismo que vegetariana. La carne de hamburguesa de laboratorio sabe bien, como ya lo habrán constatado muchos costarricenses. La porcina seguramente sabrá bien también. No es lo mismo que la carne de verdad y duele pensar en que en tiempos no muy lejanos, seguramente comeremos muy poca “carne-carne”. Los ahorros de agua, tierra y la reducción de la generación de gas metano serán impresionantes. No veo cómo podemos desaprovechar como humanidad esa oportunidad de darle una posibilidad de regeneración a nuestro Medio Ambiente. Es una deuda que tendremos que pagar. Eso sí, que nos den buenos chicharrones de laboratorio para el buen chifrijo.

Exviceministro de planificación (OFIPLAN).

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