Preocupa el posible uso del arma nuclear en Ucrania

Enrique Gomáriz Moraga

Enrique Gomariz

Después de que en varias oportunidades Putin haya hecho mención directa o velada del uso de las armas nucleares para defender la seguridad de Rusia, sin que se le haya tomado muy en serio, algunos observadores europeos han comenzado a considerar esa posibilidad como algo a lo que habría que prestar más atención. Cierto, esa reflexión surge más claramente desde Europa que desde Estados Unidos. El presidente Biden sigue diciendo que esa amenaza es únicamente un bluf de Putin al que no hay que dar mayor credibilidad.

Existe coincidencia acerca de que las probabilidades del uso del arma nuclear son inversamente proporcionales a la posibilidad de que conduzca a una destrucción mutua asegurada. Algo que sucedería si Rusia iniciara un ataque nuclear a nivel intercontinental. Por ello, este escenario es poco probable. Aumenta el riesgo si, como sucedió en los años ochenta del pasado siglo, se especula con la posibilidad de una guerra nuclear limitada (a Europa en aquel entonces), pero parece poco probable que un intercambio en Europa no acabe deslizándose rápidamente hacia un conflicto global. Sin embargo, esta situación cambia radicalmente si el escenario del conflicto se reduce a la guerra de Ucrania.

Se mencionan dos poderosas razones que podrían favorecer el uso del arma nuclear por parte de Rusia en esta guerra. En primer lugar, porque no está claro que el uso táctico del arma nuclear en Ucrania vaya a tener una respuesta también nuclear de parte de occidente. Si Rusia decidiera destruir una pequeña ciudad ucraniana, mediante un ataque nuclear limitado, no es evidente que occidente se arriesgaría a responder de igual forma, dando inicio a una escalada que condujera a una destrucción mutua global. El problema es que eso también lo sabe Putin.

En segundo lugar, todo indica que el Kremlin estaría dispuesto al uso táctico del arma nuclear en caso de que resulte muy evidente que Rusia pierde la guerra en Ucrania. La derrota de Rusia es algo inaceptable para Putin en esta coyuntura, porque significaría su muerte política. Por ello, es muy probable que optara por el uso del arma nuclear limitado a Ucrania. Como afirma Enric González (El País, 29/04/22), “es demasiado peligroso arrinconar a una potencia atómica y no dejarle otra opción que el botón rojo”.

Aludiendo a la posibilidad de que el apoyo militar occidental al ejército ucranio sea tan elevado que signifique una derrota rusa en la actual batalla en el Donbás, Putin ha mencionado que Rusia respondería “de forma contundente e inmediata”. Y existe consenso de que estaba aludiendo de forma velada al uso táctico del arma atómica.

De esta forma, la única alternativa real al uso del arma nuclear consiste en que Rusia obtenga una victoria en Donbás o, al menos, una victoria aparente, aunque en realidad signifique un final en tablas de la guerra. Pero sin esa victoria parcial, que muestre una división del territorio ucraniano, quedando el este del país en poder de estados prorrusos, Putin encararía sólo dos opciones: continuar la guerra convencional por años, algo que podría significar una derrota agónica, o bien hacer uso del arma nuclear en el corto o mediano plazo, a sabiendas de que occidente descarta una respuesta que pueda conducir a una destrucción mutua asegurada.

En esta perspectiva, el discurso de Washington de que la amenaza nuclear de Rusia es sólo un bluf adquiere un tinte medianamente irresponsable. Es difícil comprender que occidente no haya aceptado la solicitud de Kiev de neutralizar el espacio aéreo ucranio, por temor a una conflagración directa, y ahora esté dispuesto a pertrechar hasta los dientes al ejercito ucranio para posibilitar que derrote a Rusia en la batalla del Donbás. A Moscú le da igual si pierde el combate en el aire o en tierra, simplemente esa opción es inaceptable. Y como Putin sabe que occidente no responderá a un uso táctico del arma nuclear en suelo ucranio, parece que están dadas las condiciones para que eso pudiera suceder.

Desde luego, el uso del arma atómica no dejaría de tener inconvenientes para el Kemlin. En primer lugar, el uso táctico, con “armas nucleares pequeñas” no tendría un efecto menor del que tuvieron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Algo que no cubriría precisamente de gloria a Moscú por décadas. Y en relación con ello, porque significaría reconocer que tuvo que acudir al uso del arma nuclear porque su fuerza militar convencional es mucho menos poderosa de lo que presumía.

Ante este panorama, la única estrategia responsable de occidente sería la denominada de doble carril. De un lado, el apoyo a Kiev para evitar que el fin de la guerra conlleve un aplastamiento de Ucrania, pero al mismo tiempo poner el esfuerzo en lograr un alto el fuego cuanto antes. De hecho, esta fue la opción de la UE durante el primer mes del conflicto, antes de que se sumara a la perspectiva de que es posible una derrota militar de Rusia en esta guerra. Sin embargo, dado que ese horizonte es inaceptable para Moscú, han comenzado a crecer las probabilidades de que lo impensable pudiera suceder sobre el suelo de Ucrania.

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