Uber

De José Calvo

José Calvo

José Calvo

Leyendo a los señores Revilla y Mora sobre Uber, en Cambio Político, uno llega a la conclusión de que la tecnología se le puede aplicar a todos los servicios, prescindiendo del gremio que ahora los controla; llámese sindicato o colegio. Porque en todos se trataría de poner a los consumidores en contacto con lo suplidores, por una comisión, que no es ni siquiera imponible. Y esa privatización se puede hacer por la operación inevitablemente ineficiente del sistema, o por clamor popular, en aquellos casos en que el servicio debe llevar el sello de un ministerio.

UBER se impone por la tecnología que lo permite, y la leyes resultan obsoletas para impedirlo, como se impuso en Costa Rica, porque conseguir los permisos sería inoperantemente lento, y los dueños sabían que no tenían qué hacerlo: “those jack rabbits!”.como decía Teddy Roosvelt de los colombianos cuando se apoderó de Panamá.

Yo no estoy de acuerdo en que solo la empresa privada produce la riqueza, porque en eso estamos todos, excepto los parásitos, sin importar si somos privados o públicos. Además de que creo que hay un límite ambiental a la producción de riqueza, y que la producción debe abarcar a toda la población, irrespectivamente de que presten su servicio en frac o en pantaloneta; cosa que no depende de ellos sino de la cultura de la sociedad. Hasta los impedidos, participan en el proceso de crear la riqueza, por el mero hecho de ser parte inseparable de la humanidad.

Pero si creo que tiene razón el señor Vicenc Navarro, profesor de una universidad de Cataluña y otra en Estados Unidos, cuando suma la producción “del funcionariado” a la del 1% de la población que detenta en forma creciente la riqueza bajo el esquema neoiberal, y este es un ejemplo en que la acción tramitosa de estorbo de una clase, potencia la adquisitividad de otra.

El fenómeno mas característico de nuestra época es la concentración de la riqueza; aunque, por supuesto que lo niegan los neoliberales, quienes tienen sus propias estadísticas. De eso trata la misma globalización, que concentra mas y mas el poder. Y lo más irónico es que se valen del electorado para lograrlo, al que les hacen la promesa de la moto, el Hunday, y el BMW: de donde podemos decir que les ayuda “la democracia”.

El poder se busca por el afán de poder, y la posición excusa es que primero hay que producir para poder distribuir Pero hay que distribuir simultáneamente con la producción y de otra manera no hay distribución porque nunca habrá suficiente para todos.

Hay dos aspectos sobre los que versa todo: la producción de riqueza , y la justicia social. El más importante es la justicia social. Eso es lo que debe cambiar en el mundo: la importancia o el énfasis que se pone en estos dos. Tener otra actitud solo busca la supremacía de clase.

Como dice Vicenc Navarro, el funcionariado se convierte así en un cómplice del empresariado en la concentración creciente de la riqueza, puesto que con dinero se pueden burlar tan fácilmente sus diligencias y sus trámites.

Uber se presenta como que es que la tecnolgía arrincona a las leyes que regulan la práctica, pero es que las leyes impiden el cambio. Y el cambio tiene que ocurrir a pesar de las leyes.

Quien impide el cambio es la regulación. El resto de la población, desempledada por el cambio mismo, advierte que sus defensores son en ralidad aliados de sus enemigos: “el funcionariado”. En la nueva repartición de la riqueza: solo el empresariado puede pagar los trámites. En realidad no hay razón para oponerse al cambio que permite la tecnología. Lo que hay que hacer es permitirlo y apropiárselo para garantizar la justicia social, que el valor supremo.

Tiene que haber una nueva ley de justicia social, independientemente de la tecnología Y esto es el valor mayor. Y cuando aparece el nuevo cambio tecnológico, no hay que permitir que lo estorbe “el funcionariado”, sino que hay que acomodarlo para garantizar la distribución de la riqueza. Contrapesarlo abiertamente. Pero el único árbitro posible es el estado. Y eso requiere que lo pongamos por encima de todo. Eso evita que las maquinaciones, como las tratados de comercio, acaben con la soberanía. , sin la cual el pueblo no tiene derechos: hay que devolverse.

El pueblo no tiene que sufrir por la malacrianza del taxista, y el taxista no se tiene que morir de hambre por su malacrianza: debe ser un trabajador protegido por una ley superior que no administre el funcionariado.

El señor Revilla contempla que el servicio Uber lo podamos dar nosotros, y eso seria justo, ya que ellos violan nuestras leyes, pero habría que ver si eso no nos arrastra al tribunal de la OMC por violación de la patente: desde que aniquilamos nuestra soberanía con el TLC.

No es el gremio ni el sindicato el que importa, es el ciudadano corriente que no tiene compensación.

Y como hay tantísima gente con celular, tal vez se puede usar el GPS para combatir la gavilla de criminales que se soltó desde que aceptamos obedientemente que la DEA nos reclutara en su guerra de la droga: la que eterniza y convierte en un negocio muy atractivo mediante el expediente del mercado de limitarle la oferta. Usted me comprende: “aquí va, aquí va”.

Se me ocurren muchos servicios que pueden ser uberizados: especialmente los trámites del funcinariado. Se podrían comprar unos servicios mas rápidos a UBER, y eventualmente se vería que son innecesarios y se dejarán de comprar. Se pueden privatizar así el alquiler de las casas, de cuartos de hotel, los asientos de avión, los servicios profesionales sin tarifa del colegio, la acción de la policía, y hasta la profesión más antigua, pues alquilando un cuarto de la casa en vez de un hotel, lo demás puede venir por añadidura si la esposa es atractiva y obsecuente. Y se me ocurre que la justicia lenta e incumplida puede ser uno, pero también se podría pensar en la fabricación de las leyes.

Hagamos realidad el uber nacional que propone el señor Revilla, a pesar de las amenazas del tribunal de la OMC. Y dediquemos los miles de millones de colones resultantes de los impuestos a repartir riqueza a los pobres mas bien que a hacer otro multimillonario.

Y si acaso la plata se la apropiara otra nomenclatura como “el funcionariado”, como suele suceder, entonces la humanidad no tiene redención, porque esta solo puede llegar si somos capaces de amar al prójimo.

Es una gran idea para eliminar una clase parasítica, pero no para hacer otro multimillonario: hay que uberizarlo.

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