«Soy un berlinés», la famosa frase que Kennedy pronunció hace 60 años

Por Andreas Heimann y María Laura Aráoz (dpa)

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ARCHIVO – El presidente estadounidense, John F. Kennedy (centro), y el alcalde de Berlín, Willy Brandt (der.) frente al ayuntamiento de Schöneberg, en Berlín Occidental, el 26 de junio de 1963. Foto: picture alliance / dpa

Berlín, 25 jun (dpa) – «Soy un berlinés», así se dirigió al pueblo de Berlín Occidental el entonces presidente estadounidense John F. Kennedy el 26 de junio de 1963, causando el júbilo entre los habitantes de la ciudad dividida por el Muro.

Para el público, el discurso fue una importante señal de solidaridad cuando aún no habían transcurrido dos años desde la construcción del Muro. El entusiasmo fue enorme, incluso cuando Kennedy atravesó la parte occidental de la ciudad en un coche descapotable, y aún más cuando después habló ante decenas de miles de personas frente al ayuntamiento de Schöneberg.

La plaza frente al edificio lleva hoy su nombre. Este sábado Berlín conmemoró la visita de Kennedy y su famoso discurso con una fiesta popular. En la celebración, el alcalde de Berlín, Kai Wegner, hizo hincapié en otro pasaje del discurso de Kennedy: «La libertad es indivisible, y si incluso uno está esclavizado, entonces no todos son libres». Esta idea, dijo, debe ser actualmente la vara de medir del apoyo de Occidente a Ucrania.

«Estamos al lado de Kiev», subrayó Wegner. También habló de su padre, que había presenciado la visita de Kennedy en aquel momento. Como mucha gente, tenía miedo de lo que pudiera ocurrirle a Berlín Occidental. «Mi padre dejó este lugar lleno de esperanza», dijo Wegner.

Hace 60 años, la Guerra Fría estaba en pleno auge y Berlín sufría por haber quedado dividida por el Muro «de protección antifascista» que levantó dos años antes el gobierno de la hoy extinta Alemania comunista. Los berlineses sentían una enorme gratitud hacia los norteamericanos, que los habían salvado a través de un puente aéreo del bloqueo total impuesto por la Unión Soviética entre 1948 y 1949.

La confianza inquebrantable en la potencia de ultramar se vio afectada, sin embargo, por la tibia reacción de Washington a la construcción del Muro de Berlín en 1961. El Gobierno del canciller Konrad Adenauer temía que para Washington el equilibro entre los dos bloques llegara a ser más importante que la seguridad de Alemania.

Tras la confrontación con los soviéticos en la crisis de Cuba, Kennedy al parecer había dado a entender a Moscú que era mejor un muro que una guerra.

«Kennedy invitó a los soviéticos en 1961 a levantar el muro. Les había dicho: ‘Nosotros defendemos nuestros derechos en Berlín occidental y ustedes hagan lo que quieran en Berlín este’. Es lo que tuvo que camuflar con su visita a Berlín, dos años más tarde», opinó Alan Posener, autor de una biografía de Kennedy.

Y lo consiguió, la visita a Alemania del 23 al 26 de junio de 1963 y su punto culminante, el discurso, consiguieron disipar los temores. Más de 1,5 millones de personas vitorearon al joven mandatario en las calles de la ciudad y unos 400.000 se agolparon para escucharlo el 26 de junio.

Según señaló hace unos años el semanario «Der Spiegel» en base a un libro del historiador Andreas Daum, el frenético júbilo de los berlineses llevó a Kennedy a cambiar su discurso a último momento.

En lugar de asegurarles apoyo y al mismo tiempo abogar por una política más distendida hacia los soviéticos, el presidente apeló a la retórica de la Guerra Fría y les lanzó un mensaje claro: «Hay gente que dice que el futuro es del comunismo. Dejen que vengan a Berlín», repitió tres veces.

Pero la frase que quedó grabada en la memoria colectiva fue pronunciada al comienzo de la alocución: «Hace 2.000 años, la frase que alguien podía pronunciar con mayor orgullo era la de: ‘¡Soy ciudadano de Roma!’ Hoy, la frase más orgullosa que puede decir alguien en el mundo libre es: ‘¡Soy un berlinés!'»

«Ich bin ein Berliner», dijo en alemán ante un público extasiado. Soy uno de ustedes, era su mensaje. Antes le había pedido a un intérprete que le anotase la transcripción fonética.

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