La Juventud Liberacionista Revolucionaria

Política entre bastidores

Manuel Carballo Quintana

Manuel Carballo

Esta columna “Política entre bastidores” tiene un contenido de la pequeña historia política en mi paso por la militancia en el Partido Liberación Nacional, pero no hay en ella absolutamente ningún interés proselitista o propagandístico. Está referida a pequeñas historias poco conocidas, algunas anécdotas y experiencias interesantes desde mis 18 años de edad, todas relacionadas con dicho partido.

No soy de los que creen que los tiempos anteriores fueron mejores al actual, ni mucho menos. Simplemente tenemos que ver la realidad de las condiciones cambiantes en toda sociedad. Jamás podrían ser iguales. Tal realidad es la que sucedió en los años 1968 en adelante, en que podríamos calificar a la corriente de juventud de esos años como la Juventud Liberacionista revolucionaria.

Por un lado, teníamos la fuerte influencia e inspiración de la Socialdemocracia y de Eduard Bernstein, propulsores del socialismo evolutivo. Bernstein cuestionó las ideas revolucionarias de Carlos Marx y abogó por una transición pacífica hacia el socialismo a través de reformas graduales dentro del sistema democrático. Su enfoque se centró en la adaptación del socialismo a las condiciones cambiantes de la sociedad.

Por otra parte, la Juventud Liberacionista no escapaba a los influjos de la Revolución Estudiantil de 1968. Ésta fue un movimiento global caracterizado por protestas estudiantiles, de la juventud en general y sociales, particularmente en el mundo occidental. Se destacaron revueltas significativas en lugares como París, México y Praga, marcados por demandas de cambios políticos y sociales, así como críticas a la autoridad establecida. Estando la revolución estudiantil en París en pleno apogeo, don Daniel Oduber permaneció temporalmente en Francia y por correspondencia escrita describía el clima que vivió.

Coincidentemente con la Revolución Estudiantil, la Juventud Liberacionista celebra su Primera Asamblea Nacional en 1968. Se clausura el 19 de mayo con dos hechos importantes: mi elección como Presidente de la Juventud (una elección disputada con Daniel Camacho Monge, entonces militante del PLN) y la promulgación de la “Carta Ideológica de la Juventud Liberacionista”.

La Carta Ideológica provocó una verdadera convulsión en el país y al interior de Liberación, pues sus conceptos —aunque todos estaban enmarcados en la Socialdemocracia establecida por Eduard Bernstein—, eran “arriesgados” para los sectores más conservadores del PLN.

Veamos solamente algunos párrafos como ejemplo del carácter “revolucionario” de la Carta Ideológica de la Juventud:

No concebimos la acción política sin la definición ideológica. Sin ella, toda acción política es vacía e ineficaz”.

Estimamos que no puede existir democracia sin socialismo, ni socialismo sin democracia. Es por eso que aspiramos al socialismo como sistema de organización económica y social”.

Entre tanto, perseguimos un sistema socializado en que las principales fuentes y medios de producción estén en manos de la sociedad privada, y en que, dentro de una planificación socialista, la empresa privada colabore en la producción con un punto de vista social”.

Al igual que con la empresa capitalista, consideramos como necesario replantear el esquema tradicional del cooperativismo, ubicándolo en los sectores básicos de la economía. Se debe crear un amplio sector cooperativista dentro de la economía nacional”.

Después de ese mayo de 1968, el periódico La Nación editorializó contra la Juventud y La Catalina (la Asamblea Nacional se había realizado en La Catalina), calificando a nuestras actividades como “los seminarios rojos en La Catalina verde”. En el directorio político del Partido algunos dirigentes vociferaban contra la Juventud Liberacionista. En la sede del partido frente al Parque Morazán, algunos miembros del cuerpo de seguridad del Partido deslizaban papeles debajo de la puerta de la pequeña oficina de la Juventud con insultos calificándonos de comunistas.

Ejercí la presidencia de la Juventud de 1968 a 1970. Se eligieron nuevas autoridades en la II Asamblea Nacional y tras algunos pequeños conflictos a lo interno de la Juventud en 1972, don Daniel Oduber nombró a un triunvirato de facto para dirigirla, formado por Angel Edmundo Solano Calderón, Manuel López Trigo y este servidor. Actuamos como triunvirato hasta mayo de 1974, porque en el gobierno de don Daniel no podíamos tener participación política partidista.

En 1975 se efectuó la III Asamblea Nacional de la Juventud del Partido, en la que fue electo Presidente el diputado Rolando Araya Monge. Al concluir la Asamblea, ésta aprobó por unanimidad lo que se denominó “Declaración de San José”, concretamente el 22 de marzo de 1975.

La animadversión de los sectores más conservadores del Partido hacia la Juventud Liberacionista en el interior del partido se mantenía y en nada mejoró con la Declaración de San José. Se mantenía el carácter revolucionario de los jóvenes, particularmente al enunciar la Asamblea la diferencia entre pluralismo de clases y pluralismo ideológico. Veámoslo:

…aceptamos y estimulamos la pluralidad de clases sociales dentro de nuestra institución partidaria. Concebimos al liberacionista como una amalgama de estratos y sectores sociales populares (clase media, campesinos, pequeños empresarios, artesanos, proletariado urbano y rural, estudiantes, etc.) que constituyan el sustento político y social del cambio democrático y revolucionario en Costa Rica.

No aceptamos, por el contrario, la pluralidad ideológica dentro de nuestro Partido: el liberacionismo se sustenta, repetimos, en principios doctrinarios de libertad, igualdad y justicia social, que encierran un profundo sentido de cambio, un compromiso irrenunciable y absoluto de luchar al lado de los sectores populares, una vocación de justicia y libertad para las grandes mayorías marginadas. Quien no crea en esos principios y no aliente esas esperanzas no puede acompañarnos en la lucha política”.

Reitero lo dicho al principio de esta columna. No creo que los tiempos de antes fueron mejores, simplemente que vivimos otra realidad y otras circunstancias en Liberación Nacional. Todos aceptan la pluralidad de clases sociales, aún cuando muchos sectores nos han abandonado. Pero, ¿cuántos se consideran revolucionarios? ¿Cuántos rechazan el pluralismo ideológico? Muy pocos, a tal extremo que la Socialdemocracia en Liberación Nacional hoy día es minoritaria.

En esa etapa que yo llamo revolucionaria, hay infinidad de incidentes que en otro momento relataré. Por ahora sólo quiero recordar uno. Nuestro compañero de luchas René Castro Salazar se encontraba en Europa, no recuerdo si estudiando o trabajando. Ahí estableció relaciones con los partidos europeos de la Socialdemocracia y asistió a algunas de sus reuniones. Antes de cada acto oficial en Europa entonaban los acordes de la Internacional Socialista, himno oficial de los socialdemócratas.

René tuvo la cortesía de obsequiar a la Juventud Liberacionista un disco con el himno de la Internacional Socialista. En ese entonces el Partido era observador en la Internacional. En dos o tres actos de la Juventud Liberacionista entonamos el Himno Nacional de Costa Rica y el himno de la Internacional al inicio de cada actividad. ¡Para qué lo hicimos! Don Hernán Garrón, quien era uno de los diputados del PLN, nos acusó ante las autoridades del Partido y pidió sanciones por nuestro atrevimiento. No hubo ninguna sanción ni acuerdo, pero nosotros preferimos no seguir provocando.

¿Quiénes eran los cómplices de ese atrevimiento? Voy a ser injusto porque no recuerdo a todos, pero cito a algunos: Juan José Echeverría Brealey, Angel Edmundo Solano Calderón, Ricardo Salazar Solís, Luis Varela Quirós, Jorge Salazar Solís, León Cortés Romero, Jorge Vargas Roldán, Rolando Araya Monge, Arturo Rodríguez Acevedo, Miguel Muñoz, Abelardo Villalobos y por supuesto René Castro Salazar.

Nuestra tendencia ideológica dentro del PLN decayó, como en cierto sentido ha decaído el Partido mismo. Pero en la actualidad hay fuerzas renovadoras que hacen esfuerzos gigantescos en lo ético, en lo organizacional, en la vuelta de mirada hacia los sectores populares, en la afinidad con el resto de la juventud costarricense, en el nuevo impulso que se está dando a la educación y formación política. Y en este sentido, creo debemos apoyar e impulsar el ímpetu de Daniela Coll Ross, Presidenta de la Juventud Liberacionista. ¡Mis respetos hacia ella y su equipo de trabajo! Es impresionante su capacidad de movilización, por ejemplo, en el actual proceso electoral de las elecciones municipales. La hemos visto convocando con éxito, impulsando las candidaturas de los y las jóvenes y participando presencialmente en todos los cantones del país.

Por el bien de Costa Rica, no todo está perdido; y quisiéramos ver el mismo fortalecimiento en todos los partidos políticos, pues ellos son la sustancia y garantía de la perdurabilidad de nuestra democracia.

Anexo

Carta ideológica de la Juventud Liberacionista y Declaración de San José

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