La encrucijada nacional

Y usted… ¿qué opina?

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Objetivamente, las últimas elecciones se resolvieron, en segunda vuelta, por un margen muy apretado de votos y el “poder político” quedó distribuido entre varias fuerzas en la Asamblea Legislativa. Lo lógico y lo que siempre se habría hecho en Costa Rica, como consecuencia del principio de pesos y contrapesos en un sistema democrático, es que el Poder Ejecutivo, ante un cuadro político y realista de tal naturaleza, buscara y estableciera un “diálogo constructivo” con todas las fuerzas políticas para sacar adelante su Programa de Gobierno.

Sobre todo, porque el tema de fondo sustantivo y medular de la última campaña electoral, más allá de los juicios personales y a la yugular sobre las virtudes y defectos de los dos candidatos finalistas, fue siempre el CAMBIO.

El estancamiento económico y el retroceso de todas las variables sociales en Costa Rica, evidenciaban la necesidad de un ajuste de fondo al modelo de desarrollo de los últimos 40 años, tanto como una reforma estructural y funcional del Estado Costarricense e, incluso, una Reforma Política para oxigenar nuestro sistema de vida en libertad y democracia. Además… y como si fuera poco, la crisis de inseguridad provocada por la criminalidad organizada y el narcotráfico y los escándalos de corrupción, eran los otros temas obligados.
Pero no ha sido así. Llevamos 15 meses en una sola bronca política y las campañas inducidas de comunicación y manipulación, en uno y en otro sentido, por medio de las redes sociales, nos han llevado como país a una profunda división y a un estado de virtual paralización en las relaciones entre la Casa Presidencial y los partidos políticos representados en la Asamblea Legislativa. Tampoco han surgido propuestas de fondo y soluciones viables y negociables, desde los sectores organizados de la sociedad civil, excepto la defensa coyuntural de sus intereses estrictamente gremiales y legítimos.

Lo grave es que no parece que este preocupante escenario nacional vaya a cambiar. Todo lo contrario. Se va a profundizar y a radicalizar y polarizar aún más, porque se nos metieron las elecciones municipales y aquí, de nuevo, se nos viene encima más fuego para seguir en la misma “guerra política”. Pero… ¡Las cosas en su lugar! El fanatismo político actual y la manipulación extrema en las redes sociales no puede sustituir a la racionalidad y a un enfoque realista y pragmático de la actual ENCRUCIJADA NACIONAL o vamos a seguir entrampados en las contradicciones del siglo XX, retrocediendo en todos los indicadores económicos y sociales y sin avanzar, a paso firme, por el siglo XXI con una agenda nacional de PROPUESTAS y SOLUCIONES, como lo exige el tiempo que vivimos y las nuevas condiciones de la realidad internacional.

Costa Rica necesita con urgencia una Reforma del Estado y un ajuste profundo al modelo de desarrollo nacional que se estableció en el gobierno de Luis Alberto Monge hace 40 años y que, desde hace 20 años, está haciendo aguas y exigiendo CAMBIOS. Estos dos temas, al igual que el de la inseguridad ciudadana y la violencia criminal que se ha desatado en el país, así como la erradicación de la corrupción en estructuras fundamentales económicas, sociales, institucionales y políticas de Costa Rica, no son un tema de derechas e izquierdas o de fanatismos y manipulaciones en las redes sociales, en uno o en otro sentido, a favor o en contra de nadie o de un partido político o una figura política nacional en particular o de una determinada visión ideológica de la realidad. Esto es hablar sobre el presente y el futuro y hacerlo con objetividad, realismo y pragmatismo, sin manipulaciones, ni demagogia, ni descalificaciones ideológicas o políticas. Estos son los “tema país” esenciales.

Para comenzar, en estos 40 años han sucedido CAMBIOS estrepitosos y profundos que han cambiado las bases mismas y las premisas fundamentales de las relaciones entre los seres humanos y entre los países a nivel mundial, afectando y modificando las condiciones de desarrollo de un país pequeño, como lo es Costa Rica, situado territorialmente en un lugar estratégico en el centro de las Américas y entre el Océano Pacífico y el Océano Atlántico. Este país de todos nosotros que logró singularizarse y diferenciarse en el pasado, tiene también muchísimo futuro en la perspectiva del siglo XXI, pero ese futuro hay que construirlo y trabajarlo con ideas y propuestas claras de CAMBIO, sin demagogia, ni populismos y con una visión que va más allá de las interminables broncas políticas en las que vivimos, como si eso fuera los único que importa.

Veamos los hechos:

  1. A partir, precisamente, de los años 80 del siglo pasado y coincidiendo con el último CAMBIO que Costa Rica hizo a su modelo de desarrollo (vinculado en ese entonces al Mercado Común Centroamericano y en crisis por el alza de los precios del petróleo y por errores de política económica interna y regional) hemos vivido la más grande y profunda revolución científica y tecnológica de la humanidad. El mundo se transformó en una “aldea global” y todo se interrelacionó por la revolución de las comunicaciones, desde los temas de la agenda de los países grandes y pequeños, desarrollados o en vías de desarrollo, hasta los igualmente fundamentales temas de la agenda personal de cada uno de los seres humanos, en los cuatro puntos cardinales del planeta, haciendo surgir nuevos paradigmas y una agenda poderosísima de Derechos Humanos Fundamentales y una nueva conciencia sobre la agenda planetaria común.
  2. Como consecuencia directa, se terminó el mundo bipolar y está en desarrollo una nueva dinámica geopolítica internacional, mucho más allá del viejo y finiquitado debate entre capitalismo y comunismo, entre los Estados Unidos y la Unión Soviética como potencias hegemónicas. Ese debate ha sido sustituido totalmente, en la realidad, por un agresivo y dinámico proceso de globalización de las relaciones económicas y por un mundo con varios centros de poder económico y político en competencia que, incluso, va más allá de la actual confrontación entre los Estados Unidos y China y nos ofrece un cuadro multipolar con otros centros de poder político y económico como la Unión Europea y varios países emergentes desafiantes y con agenda propia como los BRICS. El mundo bipolar se acabó. Vivimos en otra realidad geopolítica.
  3. A nivel regional y Costa Rica está el centro mismo de esa encrucijada, se ha desarrollado y echado raíces negativas y profundas, un poderoso y brutal negocio multimillonario de poder criminal y corrupción, como es el narcotráfico, asociado a bandas mafiosas de Colombia, Ecuador y Bolivia en el sur, tanto como de México y los Estados Unidos al norte. Territorialmente, estamos en medio de la principal ruta de tránsito entre los países productores de droga y los grandes centros consumidores al norte y en Europa. Así, en estos 40 años nos transformamos y es un hecho realmente sorprendente por su magnitud e impacto negativo en la vida nacional, en una enorme bodega y el gran centro de llegada, tránsito y rexportación de drogas ilícitas y, en los últimos tiempos, como un hecho trágico, en un mercado de consumo interno, lo que acelera y profundiza la violencia criminal y la inseguridad en Costa Rica.

La CONCLUSION debería ser obvia: ¿Cómo no se iba a derrumbar ese modelo de organización política constitucional e institucional de 1949, fundamentado en el tradicional PRESIDENCIALISMO de la Constitución Política de 1871 y cómo no iba a hacer aguas por todas partes el modelo de desarrollo económico que se inició hace 40 años en el gobierno de Luis Alberto Monge, si el mundo CAMBIO radical y aceleradamente y ahora somos parte de una “aldea global” en constante movimiento y con diferentes y nuevos retos científicos y tecnológicos, tanto que si no nos integramos inteligentemente al mundo y potenciamos nuestras fortalezas nacionales, nos vamos a quedar en el pasado, sin resolver los problemas fundamentales y prioritarios de nuestra sociedad?

Cada quien, desde el ángulo de participación política que lo vivió, podría contar miles de grandes y pequeñas anécdotas, pero el hecho POLITICO fundamental, así con mayúsculas, es que Costa Rica, su pueblo, explotó en las últimas elecciones presidenciales de febrero y abril del 2022. ¿O no es así?

Se venía quebrando a poquiticos y a brincos y saltos en los últimos dos gobiernos del PUSC, el PLN y el PAC, en su orden cronológico y terminó de explotar en esas elecciones. Explotó por el lado de las provincias menos favorecidas e hizo crisis desde la base misma de nuestro pueblo y se reflejó en las urnas electorales, aunque el resultado haya sido apretado y el poder político haya quedado dividido y quebrado, sin que ningún partido político en el presente tenga el “poder político” suficiente para liderar el proceso de salida que necesita con urgencia Costa Rica y aunque algo tan democrático y básico como es el diálogo político pareciera NO estar presente en la agenda nacional.

Pero esa y no otra, es la encrucijada en la que nos encontramos los costarricenses y Costa Rica, a principios de este mes de agosto del 2023.

Podríamos quedarnos como estamos ahora, disfrutando de esta “sociedad del espectáculo” y metidos en esta bronca sin salida, o podríamos plantearnos seriamente, como país, diferentes alternativas sobre cómo entrarle de verdad y con patriotismo, sin perder nuestras raíces pero con visión de futuro y visión geo estratégica, a los grandes y gravísimos problemas de la Costa Rica actual y generar una AGENDA NACIONAL de diálogo constructivo y trabajo conjunto y visionario en, al menos, los siguientes cuatro mínimos escenarios POLITICOS:

  1. La Reforma Política hacia un régimen semi presidencialista y moderno, comenzando por modificar el sistema actual de elección de los Diputados, sustituyéndolo por un modelo mucho más democrático, participativo y representativo de listas distritales y listas nacionales, renovando el sistema de partidos políticos, unificando de nuevo las elecciones municipales y las nacionales para terminar con el actual electoralismo permanente en el que vivimos e incluso ampliando los períodos de gobierno a 5 años y modernizando y actualizando la rendición de cuentas y las prerrogativas y controles democráticos que siempre deben existir sobre el “poder político”. Ese es un gran tema fundamental para avanzar y entrarle a los retos del siglo XXI.
  2. Un debate pragmático y realista sobre los CAMBIOS que necesita nuestro modelo de desarrollo económico y social, para ajustarlos a los nuevos paradigmas y realidades de la globalización, tal y como son objetivamente y nos impactan como país. Nuestro modelo debería direccionarse hacia el turismo y la economía de servicios y a fortalecer la actual economía agrícola diversificada y manufacturera de exportación, aprovechando nuestra posición estratégica territorial y transformando a Costa Rica en un gran centro de innovación y tecnología en el medio de las Américas, profundizando la positiva experiencia de INTEL y el prestigio internacional de Costa Rica, así como su liderazgo en la principal agenda del mundo de hoy que es el “medio ambiente”. Para ello se necesita inversión extranjera directa y transferencia de tecnología.
  3. Una reforma estructural y funcional gradual del Estado Costarricense, porque no tiene sentido alguno un Estado de más de 300 instituciones, ineficiente, burocratizado, disfuncional y encerrado en sus propias contradicciones, como el que hicimos crecer desproporcionadamente en los últimos 40 años. Las condiciones reales y objetivas del mundo en el presente, obligan a una institucionalidad facilitadora y eficiente y no un sector público que terminó siendo un obstáculo lleno de trámites innecesarios al desarrollo nacional integral y a las necesidades reales de la gente, para así hacer efectivo lo que dice el actual artículo 50 de la Constitución Política sobre nuestro Estado Social de Derecho. Una tesis constitucional que sacaron adelante los visionarios constituyentes social demócrata en 1949 y que se desdibujó y entrampó en estos 40 años. Aquí también cabe la pregunta: ¿O no es así?
  4. Finalmente, enfrentar con inteligencia, determinación y firmeza, como una política pública integral del Estado Costarricense, atacando sin miedo las causas y no solo las consecuencias, en varios frentes y no solo en el estrictamente policial, la enorme y desbastadora crisis de criminalidad e inseguridad nacional y ciudadana que nos está transformando en un país fallido y violento, en las manos de mafias y los sicarios . O lo hacemos juntos, más allá de las diferencias políticas que hoy nos dividen, o ese nuevo, poderoso y perverso poder criminal internacional y nacional que es el narcotráfico nos transformará en un país fallido, para desgracias de todos los costarricenses.

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