La Casa Rosada

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Carlos Revilla Maroto

Carlos Revilla

El lugar conocido como Casa Rosada, está ubicado en la esquina noreste del que fuera el edificio principal de la Asamblea Legislativa, al costado oeste del antiguo colegio Sión (Calle 17, Avenida 1), frente al Parque Nacional, antigua plaza de la Estación. Es una construcción de adobes que data de principios de la década de 1870 y es casi la única de su tipo que queda en San José. Colinda hacia el sur con el llamado Castillo Azul. La casona de más de 150 años, es de tipo rural con un patio central, un ejemplo de la “casa criolla” urbana en la segunda mitad del siglo XIX. Cuando fue construida, estaba en lo que se consideraba las afueras de San José.

Conozcamos un poco de su historia:

El inmueble construido aproximadamente a mediados de la segunda mitad del siglo XIX, tuvo como primer propietario a la señora Teresa Valverde y González. Posteriormente a la muerte de la señora Teresa Valverde, su hijo solicita en 1876 la división de los bienes entre sus herederos. Así al Francisco Chacón y Acosta le corresponde una parte de la finca. Más adelante en el año de 1878, el Francisco Chacón le vende al señor Pedro Hidalgo Fernández. En el año de 1883, la casa de adobe fue vendida por el señor Hidalgo, a la sociedad del hospicio de incurables, y quien firma el documento de compra es el Dr. Carlos Durán, por el señor Presidente de la Junta Directiva. Así, esta casa fue sede del asilo de ancianos los incurables (Carlos María Ulloa), a finales del siglo antepasado, bajo la dirección de Isolina Fernández, hermana de Mauro Fernández. Al construirse el nuevo edificio del asilo camino a Guadalupe, la casona quedaba muy retirada del asilo, por lo que en 1899 Daniel Núñez, como vicepresidente de la sociedad del hospicio, arrienda el inmueble al señor Walter Chalk Dumbrell, comerciante inglés, por un período de dos años y donde un tiempo también estuvo ocupada por la legación inglesa (consulado).

Si quieren leer una historia más detallada, en el anexo incluí una reseña de la historiadora Zaida Ruiz Briceño, que hecha para el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.

Como nota curiosa, parece que el nombre de cuesta de Núñez para esa sección de la avenida primera, se originó en el propio señor Núñez, al estar dicha vivienda en esa calle, y donde seguramente residía él en los tiempos del hospicio, además de ayudar en las labores administrativas.

Otra curiosidad es el color rosado, que a través del tiempo ha tenido varias tonalidades, pero ninguna, por dicha, muy fuerte, más bien tonos claros. El por qué de ese color rosa, es un misterio insondable, dado que no hay referencia a esto en ningún documento.

Seguidamente en 1922, el mismo Daniel Núñez, ya en calidad de presidente de la sociedad del hospicio vende a la señora Elena Chavarría, viuda del señor Francisco Salazar Chacón. En la escritura de venta dice que la casona está compuesta por “una sala, tres aposentos, corredor, cuarto caedizo (próximo a caerse), cocina, y algunas otras piezas interiores”. El precio que se pactó fue por la suma de treinta y dos mil colones. En ese tiempo la llamaban la “Casa de Adobes”, luego “Casa Rosada”. La casa es heredada por Carlos Salazar Chacón donde vivió con su familia por 79 años hasta su muerte en 1989. En agosto de 1990 la Asamblea Legislativa le compró la casa a los herederos de don Carlos, en la suma de 52 millones de colones, para instalar oficinas de los diputados.

El inmueble reproduce las características arquitectónicas y espaciales propias de las viviendas de adobe urbanas, formando parte de un conjunto urbano de valor excepcional, y está en una zona considerada de interés turístico cultural por su riqueza histórica, arquitectónica y ambiental. El sector urbano donde se ubica conforma una lectura arquitectónica que reúne varios períodos históricos, que reflejan influencias y circunstancias de inmenso valor historiográfico. La casa es un valioso testimonio de la génesis y desarrollo de la arquitectura doméstica urbana costarricense. Fue declarada patrimonio mediante el decreto Decreto 33549-C de febrero del 2007, publicado en la Gaceta No. 23.

Por varios años, la Casa Rosada fue ocupada por oficinas de la Asamblea Legislativa, por lo que se le hicieron algunas remodelaciones con la idea de conservarla, como rescatar el techo, las guarniciones de las ventanas, los rodapiés y las paredes de adobe. El repello de calicanto que cubría las paredes que estaba pulverizado se arregló, el piso fue reemplazado y se cambiaron algunas piezas de madera que estaban carcomidas por el comején.

Hay que reconocer que la casona no guarda armonía arquitectónica con el resto de los edificios legislativos, y se salvó de ser demolida gracias a la declaración de patrimonio, cosa que alabamos, porque a pesar de ser sencilla, es muy bonita, y como ya expliqué todo un ícono historiográfico de San José. De la casa son de destacar las paredes de adobe, los mosaicos del piso, el patio español, una chimenea, los bancos de madera y los acabados en general. Ahora será mantenida tal y como está, lo que es muy bueno, sobre todo por el bello patio español.

Con el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa todas las oficinas de diputados se trasladaron, y en la actualidad el inmueble es usado por el departamento de servicios médicos del primer poder de la República.

A través del tiempo he tomado varias fotografías de la casa, tanto del exterior como del interior, por eso notarán varias tonalidades de rosa en la fachada y algunas diferencias en el jardín interior y sus alrededores. Para tener una vista actualizada de la casa, le pedí a mi buen amigo Ricardo Castro que me hiciera algunas tomas del interior de la casa, que las agregué a las que ya tenía. Así que la galería quedó muy bonita, actual y completa.

 

Con la ayuda del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, la Asamblea Legislativa, el Decreto 33549-C y otras fuentes menores.

Anexo

Reseña Histórica de la Casa Rosada

Historiadora Zaida Ruiz Briceño

El inmueble conocido como “Casa Rosada” construido aproximadamente en la segunda mitad del siglo XIX, tuvo como primer propietario a la señora Teresa Valverde y González, la casa está ubicada en un cafetal de manzana y media, la cual posee cuatro piezas de habitación de “veinte varas de frente y nueve de fondo”. En el año de 1869, la señora Valverde pasa la propiedad a su nombre para establecer una sociedad conyugal con su segundo esposo señor Félix Chacón y su hijo Ramón Silvestre Chacón, para entonces la casa tiene un valor de ₡ 1 500 (finca 2776, tomo 195).

Posteriormente a la muerte de la señora Teresa Valverde, su hijo solicita en 1876 la división de los bienes entre sus herederos. Así al señor Francisco Chacón y Acosta le corresponde una parte de la finca valorada en ₡ 1 729,25 (tomo 21, folio 496, asiento 2625).

Más adelante en el año de 1878, el señor Francisco Chacón le vende al señor Pedro Hidalgo Fernández, por un monto de ₡ 1 729,25, es decir la cantidad en que había sido valorada al momento de recibirla como parte de su herencia. Posterior a la muerte de su esposa María de Jesús Gallardo, un “lote de solar” es separado e inscrito en el tomo 305, folio 379, número 23493, y se vende al señor Máximo Hernández Alvarado, en un valor de ₡ 629.

En el año de 1883, la casa de adobe fue vendida por el señor Hidalgo, a la sociedad del Hospicio de Incurables en ₡ 3 500, y quien firma el documento de compra es el Dr. Carlos Durán, por el señor Presidente de la Junta Directiva. Así, esta casa fue sede del asilo de ancianos los incurables, a finales del siglo pasado.

Luego en 1899, el señor Daniel Núñez como Vicepresidente de la Sociedad del Hospicio, arrienda el inmueble al señor Walter Chalk Dumbrell, comerciante inglés, por un período de dos años. Seguidamente el mismo Daniel Núñez, siempre en calidad de presidente de la Sociedad Hospicio vende a la señora Elena Chavarria, viuda del señor Francisco Salazar Chacón en 1922, también aparece como heredero el señor Carlos Salazar Chacón, quien en 1961 conforma la Sociedad doña Braulia.

Ahora bien, el señor Carlos Salazar y sus siete hijos fueron los últimos en ocupar el inmueble como casa de habitación. Años después, los hijos de don Carlos Salazar, un cafetalero que cultivaba este grano en fincas cuyas extensiones iban desde el hospital México, hasta las instalaciones de canal 13, aproximadamente heredaron dicho inmueble. Según Liliana Salazar, hija de don Carlos: “No saben cuanto pagó su padre por dicha casa, pero si que se la compró a un señor de apellido Keith”.

Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio del Ministerio de Cultura y Juventud

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