Expertos buscan hacer el lúpulo resistente al cambio climático

Por Christof Rührmair (dpa)

dpa
Plantación de lúpulo en Baviera, Alemania. Foto: Matthias Balk/dpa

Wolnzach (Alemania), 7 ago (dpa) – El lúpulo es uno de los ingredientes fundamentales en la elaboración de la cerveza, pero las plantas con sus característicos tallos y racimos también están sufriendo las consecuencias del cambio climático, por lo que en Alemania trabajan en hacerla más resistente.

Hallertau, en Baviera, es la región europea más importante de cultivo del lúpulo: de allí procede casi un tercio de la producción mundial. El año pasado, la sequía y el calor hicieron que la cosecha se desplomara.

Este año las plantas también han sufrido, aunque es probable que la temporada no sea tan mala como se temía en un principio, afirma Johann Portner, del Centro de Investigación del Lúpulo de Hüll, al norte de Múnich. Portner forma parte de un equipo que trabaja para hacer que el lúpulo -y, por tanto, Hallertau- sea resistente al cambio climático.

Aunque las lluvias de las últimas semanas compensaron en parte la situación y las plantas parecen sanas a primera vista, Portner muestra lo mucho que aún haría falta en un campo donde se están probando diferentes mangueras de riego. Las tres hileras que no reciben agua adicional permiten observar las diferencias en cuanto a la cantidad de frutos (conos), mucho más escasos.

El aporte de agua y el abono marcan la diferencia. El lúpulo se adapta bien al riego, pero en Hallertau solo existe en una quinta parte de la superficie cultivada. Cambiar eso es importante, pero cualquier cosa menos fácil, explica Erich Lehmair, director de la Asociación de Cultivadores Alemanes de Lúpulo.

El uso de las aguas subterráneas es difícil, también por razones políticas. Lehmair considera que una alternativa realista son las balsas de retención de las precipitaciones primaverales. Otros mencionan como posibilidad el bombeo de agua de pozos cercanos a los ríos. Sin embargo, todas las opciones tienen en común que el esfuerzo y los costes son elevados. El riego es «una tarea para generaciones», dice Lehmair.

Pero el pilar más importante, además del riego, es hacer que el lúpulo sea más resistente, porque la planta procede en realidad de bosques inundables y, por tanto, no está acostumbrada a la falta de agua ni al calor, cuenta Sebastian Gresset, responsable de la reproducción en Hüll.

Cada año se producen allí 100.000 nuevas plántulas. En varias etapas y a lo largo de años, se seleccionan para ver cómo soportan el calor, las plagas, la sequía y las enfermedades, cuánto rinden y qué sabor tienen. Como resultado de un proceso de selección que dura años salen al mercado nuevas variedades.

El problema, apunta Lehmair, es que estas nuevas variedades tienen poca demanda. «A los agricultores les encantaría cultivarlas, pero los cerveceros son muy tradicionales y rehúyen cambiar nada en su receta», explica. Como resultado, dice, las zonas plantadas con variedades más nuevas y resistentes al clima están de nuevo en declive entre los cultivadores de lúpulo.

Sin embargo, nuevas variedades como Tango o Titan, muy parecidas a las clásicas, pueden utilizarse en la cerveza sin notar ninguna diferencia, subraya Lehmair. Los ensayos también lo han demostrado. «El cervecero ya no tiene excusa para no utilizar este lúpulo. Sobre todo porque el sabor de las distintas variedades varía de un año a otro», añade.

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