Cambio Político Opinión, análisis y noticias
Por Lisa Forster y Martin Oversohl (dpa)
Berlín, 26 mar (dpa) – Las máquinas ya pueden pintar cuadros, componer música y también redactar textos que tienen sentido. Esto último ocurre con ChatGPT, el popular robot del chat al que se le pueden pedir vía Internet textos sobre todos los temas posibles.
Estas composiciones no son de mala calidad. De hecho, a primera vista no se dejan diferenciar demasiado del texto que podría haber escrito una persona.
Hace algún tiempo, la inteligencia artificial (IA) finalizó la décima sinfonía de Ludwig van Beethoven. A su vez, DALL-E -al igual que ChatGPT, desarrollado por la empresa estadounidense OpenAI- es un programa informático que crea arte visual.
El más reciente desarrollo de ChatGPT incluso puede combinar textos e imágenes, algo que incluso genera temor a algunas personas. ¿Cuánto amenaza en definitiva la inteligencia artificial al arte?
«La inteligencia artificial (IA) puede representar tanto una amenaza como una oportunidad para el arte, dependiende de cómo se la utilice», responde la fuente, o sea el propio ChatGPT.
Son numerosos los expertos y expertas que indagan en este tema. Por ejemplo Konrad Zerr, profesor de marketing e investigación de mercados y comunicación en la Universidad de Pforzheim, en Alemania. «Considero que el potencial es enorme», sostiene.
En uno de sus proyectos, Zerr solicitó a los estudiantes que pidieran a ChatGPT que escriba un poema al estilo de Heinrich Heine sobre personas que riñen por el típico vino caliente con especias que ofrecen los mercados navideños alemanes.
Los resultados fueron entretenidos. Los propios estudiantes evaluaron: «Actualmente resulta dudoso que sea posible volver a reconocer la pluma de los grandes poetas fallecidos en nuestros poemas generados por la IA».
Indudablemente no se trata de textos de elevada calidad literaria. Sin embargo, hay otros ejemplos. El fotógrafo y «digital creator» Julian van Dieken creó con ayuda de AI la obra «A Girl With Glowing Earrings» -basado en la famosa «La joven de la perla», del pintor neerlandés Jan Vermeer- y que pese a los cuestionamientos actualmente se exhibe en el Mauritshuis en La Haya.
¿Por qué razón eligió el renombrado museo esta obra de arte? «Muy sencillo: porque nos gustó el cuadro», respondió un portavoz.
Hace un tiempo, inteligencia artificial de la agencia Tunnel23 creó a partir de algoritmos una poesía para participar en un concurso de la Sociedad Brentano, de Fráncfort, y logró que fuera incluida en la antología de la institución literaria.
¿Nos encontramos en camino hacia un mundo del arte minado de robots? «El arte siempre es una experiencia de interacción, en la que personas ahondan en la realidad con sus puntos de vista», afirma la docente Jessica Heesen, de la Universidad de Tubinga, en el sudoeste de Alemania.
Heesen apunta que la IA siempre tiene que ver con el reconocimiento de patrones y el cálculo de probabilidades, pero observa que le falta «la persona del artista, el aura del original y también la provocación».
Tanto Zerr como Heesen ven en la IA un posible aliado para la creación de una obra de arte. «Si además hay un artista que integra, contextualiza y presenta la obra», aclara Heesen. Por su parte, Zerr opina que es una ayuda, que «además posibilita nuevas formas de arte».
Sin embargo, la vinculación entre la IA y el arte está dando los primeros pasos. «Cabe advertir que existe un consenso general de que los sistemas de inteligencia artificial no alcanzan el plano del rendimiento creativo humano, por lo menos hasta ahora», señala Ulrike Groos, directora del Museo de Arte de Stuttgart.
De todas maneras, el potencial también existe. El profesor Zerr lo describe así: «La industria creativa tendrá que cambiar fundamentalmente en los procesos y también en las competencias. Estas herramientas serán estándar tarde o temprano».
