Cuento chino

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Esa mañana, como tantas otras, Wei muy temprano abordó el tren que lo llevaría al aeropuerto de Beijing. Desde muy niño ha soñado con volar. Su madre, militante activa del Partido Comunista Chino, había sembrado en lo profundo de su ser aquellos dos deseos, que ella misma se ocultaba por ser ambos contra revolucionarios: el de violar la ley de un solo hijo por familia, y el de escapar en un avión y conocer nuevos lugares.

Cuando Wei era niño ella solía colmarle la imaginación con preguntas: ¿a qué olerá Paris? ¿Será el Mar Caribe caliente? ¿Cómo será la lluvia allá? ¿Qué sentirá tu cerebro cuando todo a tu alrededor funciona en otro idioma? ¿Cómo será Corea? Tan cerca y tan lejos ¿Cómo será levantarse en la mañana y saber que hay tres niños que mover para que vayan a la escuela? ¿Cómo será el ruido de una casa, con varios chiquitos jugando alrededor de cualquier cosa? ¿El sentimiento de responsabilidad entre tener un hijo o tener tres, variará? ¿Ese profundo deseo de tener varios hijos precederá al de viajar? Escapar de China implicaría tenerlos, pero eso, la madre de Wei no se atrevía ni a pensarlo. Traicionaría lo más valioso y querido después de su hijo: ¡el Partido! El Partido que hizo la revolución por la cual ella, como muchos estaría dispuesta a dar su vida. Su vida, y la de los suyos.

Esta mañana, treinta años más tarde, al abordar el tren Wei se pregunta qué pasó. Se pregunta si el sacrificio de tantos militantes valió la pena. Hoy Wei, como su madre, sueña con viajar, y lo que se lo impide es de nuevo el sistema: ahora el capitalismo brutal que gobierna uno de los últimos países comunistas del planeta. El desequilibrio entre el que se compra un Rolls Roys, joyas y ropa de diseñador en la Goldfish Lane, y el que revisa los basureros en esa misma calle, buscando ansiosamente algo que comer. Wei no puede —y probablemente no podrá nunca— pagar un tiquete de avión y volar hacia un lugar lejano que le permita olvidar la estafa que fue el sacrificio de sus padres por una revolución que hoy produce esa inequidad.

Entre tanto, la vida transcurre. Esta mañana, como tantas otras, Wei, muy temprano abordó el tren que lo llevaría al aeropuerto. Conoce le dinámica de viajar y el movimiento del aeropuerto como nadie. Su inglés es bueno. Todo eso le permite abordar turistas en dificultad o confusión y ayudarles. Su meta son varios al día. Le gusta ser una especie de ángel de la guarda de los extranjeros confundidos. Esa mañana lo hizo con una pareja que hablaba en español, que volaba a Xian, tuvo la satisfacción de ayudarlos en el mostrador de Air China. Esas pequeñas satisfacciones de alguna manera llenan su vida de ilusiones ya que no puede, ni podrá nunca volar.

AEROPUERTO DE BEIJING

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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