Una reflexión en torno a la socialdemocracia

Ocean Castillo Loría.

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Erácticamente desde la caída del muro de Berlín hasta nuestros días, el tema de las ideas políticas ha venido cayendo en desuso, o ha venido “pasando de moda”, en este punto, no debe olvidarse la fama que obtuvo el politólogo Estadounidense – Japonés, Francis Fukuyama, quien hablaba de la muerte de las ideologías.

A esto, debe sumarse que en gran parte de América Latina, el rol del político cayó en crisis al hacerse una relación simplista entre: política – políticos – corrupción, por la cual se decía que, para mejorar los gobiernos, estos debían estar en manos de técnicos y no de políticos.

De ese modo, se suponía que ya los gobiernos no tenían ideología, sino, que estaban bajo el dominio de la técnica, lo cierto es que en el fondo, lo que había sucedido era que la ideología que estaba imperando era el liberalismo o el neoliberalismo, tal cosa alimentada por la denominada caída del socialismo real.

En otro orden de cosas, no es desconocido que la historia ha vivido diversos modos de producción (No puede olvidarse cómo en el clásico “Manifiesto del Partido Comunista”, Marx y Engels, los repasan de manera muy sintética).

En lo que nos interesa aquí, debemos destacar que el feudalismo es golpeado mortalmente entre otros factores por la Revolución Francesa, por lo que en Europa, y luego en el resto del mundo, se comenzó a hablar con gran fuerza de: “Igualdad, Libertad y Fraternidad”.

Pero no todo fue perfecto (De hecho nada en este mundo lo es), y estos ideales generales fueron usados por las clases poderosas a su favor, en lugar de ir fortaleciendo la democracia como correspondía.

De hecho, los intelectuales de la Escuela de Franckfurt, criticaban al sistema capitalista, diciendo que en éste, se defendía la igualdad, pero la de la burguesía; se defendía la libertad, pero solo la del mercado y no la del pueblo y la fraternidad de aquellos que por sus alianzas aumentaban sus riquezas

Entonces, para decirlo de algún modo, los ideales generales de la Revolución Francesa, encontraron su sustancia gracias a pensadores como Locke y Adam Smith, sus discípulos prácticamente se convirtieron en adoradores del individualismo, y vieron con gran alegría fenómenos como la Revolución Industrial.

Fue así como los bellos ideales de la Revolución Francesa favorecían a los poderosos y proletarizaban al pueblo… si se duda de esta tesis, es que no se conoce la historia social del siglo antepasado.

Ese fue el tiempo del capitalismo liberal del siglo XIX, y que, aunque parezca increíble, algunos sueñan con revivir, cosa que de lograrse, no dudamos llevará a la humanidad a una destrucción terrible.

Ese fue el tiempo del claro “Estado policía”, limitado a vigilar, pero no a participar en las grandes luchas sociales. La justicia era una aspiración y el derecho legitimaba la explotación entre las clases sociales. Aunque suene exagerado, podría decirse que hasta las ideas Judeo – Cristianas quedaron en el olvido.

Así, aquellas palabras de un viejísimo libro que decían: “Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen…” (Génesis 1: 27. Traducción de la Biblia de Estudio Dios Habla Hoy) pasaron a ser letra muerta.

Entonces, el ser humano pasó de ser un sujeto de dignidad a ser un objeto, un recurso de producción, esclavizado por un ideal que solo era alcanzable para las minorías: el progreso. La ética cristiana de inmenso impacto social, pasó a ser un estorbo, lo que importaba era la acumulación capitalista y sus expresiones concretas: las fábricas, las minas etc.

Es triste pero muy ilustrativo decir que en aquel momento, se lloraba más por la muerte de un cerdo, por su valor como bien económico, que por la muerte de un obrero, que era visto como un insecto y era fácilmente sustituible.

Esta situación, entre otros factores, fueron los elementos constructivos del socialismo, una idea o un conjunto de ideas que tardó o tardaron en madurar largo tiempo, pero que en ese mismo siglo XIX del capitalismo salvaje vio la luz…

Es así como frente a la inconsciencia propia del liberalismo, el socialismo era en mucho, una toma de conciencia. Era la voz que anunciaba lo incorrecto y anunciaba la esperanza (Diríase en términos teológicos profética) frente a la sociedad industrial.

Los que en un ya lejanísimo pasado el joven carpintero Jesús de Nazaret llamara: “Los pobres… los que lloran…. Los que tienen hambre y sed de justicia… los perseguidos…” (Véanse los primeros 10 versículos del Capítulo 5, del Evangelio de Mateo), tuvieron una esperanza política: el socialismo.

Y de igual manera, resucitó, para expresarlo en alguna forma, la soberanía popular, como columna de la democracia y con la misma o hasta más fuerza, se rescató el ideal de la justicia.

La fuerza del socialismo fue de tal alcance, que de él surgieron corrientes que se oponían entre ellas mismas, tal es el caso de los anarquistas, los social cristianos, los social demócratas, los marxistas, entre otros.

He ahí, en el socialismo, el conjunto de ideas en el que se podían amparar los marginados del sistema capitalista salvaje. Es por ello que el socialismo representó una ideología de gran atracción para las clases obreras.

A tal grado llegó al cuestión, que la misma Iglesia Católica dejó de predicar la resignación de los pobres, y comenzó a construir una visión distinta de la realidad socio – política de su entorno, en el tanto los proletarios abandonaban las bancas de los templos y engrosaban las filas de los partidos comunistas, este es el punto de arranque de lo que se conoce como la Doctrina Social de la Iglesia.

La disputa entre las diversas corrientes del socialismo, serán en parte, la base del nacimiento de la socialdemocracia como ideología política en Europa: Edward Bernstein, el Fabianismo, y las ideas de Kautsky, señalaron los problemas propios del socialismo científico o marxismo.

De manera simplista (Muy simplista), podemos decir que entre las principales diferencias de la socialdemocracia con el marxismo, está la senda para la construcción del socialismo: para la primera, la democracia era aceptable, para el segundo, el único camino era el totalitarismo.

En el primer camino (la democracia), es aceptable en pro de la construcción del socialismo, ideas tales como: la economía mixta, las libertades políticas, los partidos políticos, el sufragio universal, el papel social de la empresa privada, lo que se conoce como formas de economía social (Por ejemplo, el cooperativismo) y los derechos sociales.

Así las cosas, en este contexto, ya se puede extraer una especie de primera conclusión sobre la socialdemocracia: en el tema de la priorización entre producción de la riqueza y distribución de ésta para alcanzar el bienestar social, debe darse un equilibrio, ya que la sola producción de la riqueza, por medio del accionar de presuntas leyes “naturales”, tal y como lo afirma el liberalismo o neoliberalismo, no es suficiente para alcanzar dicho bienestar.

De igual manera, no se puede solo priorizar la distribución de la riqueza, puesto que no se puede distribuir lo que no se ha producido, y éste es un error en el que puede caer el marxismo como ideología política.

Por otra parte, contrario al liberalismo o neoliberalismo y el marxismo; en la socialdemocracia la cuestión política no está subordinada al sistema económico, es más, la expansión económica debe manifestarse en un contexto de desarrollo político, y ese desarrollo político debe dirigirse hacia la construcción de nuevas formas de relación social.

En materia de desarrollo político, deben tenerse en cuenta elementos tales como:

• Conocer las demandas de los diversos grupos sociales hacia el sistema político.

• Saber de las estrategias de los sectores conservadores que desean mantener la situación de injusticia social.

• Abrir nuevas formas de participación democrática.

• Comprometerse con la resolución pacífica de conflictos como estrategia para alcanzar la paz.

• Dirigir a la sociedad de acuerdo a su espacio y tiempo histórico.

Pero para poder tener claridad en cuanto al desarrollo político, su diagnóstico y programas de avance, debe estar la sociedad en manos de verdaderos Estadistas y no de meros politiqueros o demagogos de izquierda o de derecha.

Otros factores que deben contemplarse en materia de desarrollo político son, el tener ideas claras en materia de:

• Derecho.

• Economía.

• Estado.

• Ser humano.

• Sociedad.

Estas ideas deben tener las características de:

• Legitimidad política.

• Eficacia.

Esa legitimidad y esa eficacia son las que consolidan las instituciones dentro del sistema democrático.

Y son precisamente esas instituciones las que garantizan en mucho el cambio social, de manera que éste no dependa de personalismos (Como parece ser el dilema actual del denominado “socialismo del siglo XXI”)

En este sentido, y desde la perspectiva costarricense (Que es el país desde el que reflexionamos) cabe preguntarse: ¿Aparte de nuestra situación de problemas en materia de estructura económica, cuál es nuestra situación real en materia de desarrollo político?

¿La situación actual de nuestro sistema político es el adecuado para llevar adelante la concreción de los valores socialdemócratas de la libertad para las mayorías, la justicia social y la solidaridad?

¿Han tenido certeza nuestros gobernantes (Sobre todo los que han llegado al poder en nombre de la socialdemocracia), de que el fortalecimiento institucional es clave para el alcance de las metas políticas que se propone la ideología sobre la que estamos reflexionando?

Cuando hablamos de desarrollo político, es inaceptable plantear que puesto que somos un país pequeño, no podemos hacer nada frente a fenómenos como la explotación, la injusticia, la ignorancia y la miseria.

Es más, es inaceptable que puesto que muchos de estos fenómenos ahora se desarrollan dentro del marco de la globalización y puesto que ésta es implacable, se diga que o se acepta la situación global actual o peligra nuestra existencia como país.

Precisamente, una de las grandes fuerzas de la socialdemocracia es su constante espíritu de inconformidad, y su gran deseo de luchar y vencer toda forma de alienación, deshumanización, explotación e injusticia.

En esta lógica, no puede creerse que el cambio social no puede ser orientado, y si lo es, debe guiarse por las fuerzas ciegas del mercado o por las fuerzas temibles del totalitarismo Estatal. De un lado o del otro, el resultado final es la anarquía.

El desarrollo político…

Al hablar de este tema, cedemos a la tentación de decir que, Costa Rica ha sido guiada casi a lo largo de treinta años, no del todo apropiadamente, es por eso que el actual desencanto político está alimentado por la idea de que la política como actividad social, ha sido más bien estorbo para el desarrollo nacional.

Esa guía inapropiada, se ha debido en mucho a que nuestro país se ha dejado atrapar por políticos de segundas o terceras divisiones (Lo que el reconocido abogado, periodista y escritor Alberto Cañas, llamó la gradería de sol)

Para corregir tal situación, frente a esa gradería de sol, deben prevalecer los ideólogos, aquellas personas capaces de mirar claramente las metas de la acción política socialdemócrata y además, deben prevalecer los verdaderos políticos, capaces de llevar las ideas a la acción.

En este punto se nos presenta la tentación de explicar el por qué de la actual situación de nuestros partidos políticos, pero quizás esto nos desvíe de esta reflexión en torno a la socialdemocracia, por lo que es mejor seguir adelante.

Nuestra sociedad actual está llena de contradicciones: la acumulación de la riqueza profundiza la pobreza y la desigualdad; los avances tecnológicos facilitan la vida del ser humano, pero también lo esclavizan (Un amigo nos decía que quizás algún día las computadoras lleguen a decirnos: “Aquí gobernamos nosotras”); cada vez es más difícil que los sectores medios y ni que decir los bajos, accedan al crédito, en fin, contradicciones por doquier.

Estas contradicciones tienen mucho de su bese en el desarrollo del liberalismo político y económico: el primero, estableció derechos para todos los seres humanos en el ámbito político y social.

El segundo, construyó una serie de reglas en el campo económico que permitieron el disfrute de las minorías: la propiedad privada de los medios de producción, el control del comercio, el acceso a una excelente educación, las puertas abiertas al ejercicio del poder etc.

Por otra parte, al hablar de democracia, esta puede resumirse en 4 postulados:

• La libertad del pueblo.

• La libertad de los miembros del cuerpo soberano.

• La igualdad de los seres humanos.

• La justicia en las relaciones humanas.

Esos principios democráticos encuentran su base en dos cuerpos ideológicos: el liberalismo y la socialdemocracia.

El tema de las libertades es un aporte indudable del primer cuerpo ideológico, la libertad se transformó en la razón de ser de las sociedades, he aquí uno de los más fuertes pilares de la cultura occidental.

Además, si hay soberanía debe haber igualdad, todos los miembros del cuerpo soberano están en igualdad, tienen la misma libertad política (Esta idea es plenamente desarrollada por JJ Rousseau)

Así, la igualdad y la justicia son pilares y aportes del socialismo a la democracia: una democracia sin igualdad, no es democracia.

Pero ¿Qué entender por igualdad?: la respuesta socialdemócrata es: la equiparación de condiciones y de oportunidades en la vida de los seres humanos en la que ellos deben partir desde el mismo punto de arranque, aunque no todos lleguen al mismo tiempo a la meta, y aunque algunos ni siquiera lleguen a la meta.

Aquí hay diferencias con el liberalismo o neoliberalismo y el marxismo: los primeros hacen creer que todos partimos de la misma línea, aunque el mercado no reparte con igualdad los instrumentos para el progreso y, los segundos, no miran al sistema como actor capaz de repartir con justicia, sino, que confían en la lucha de clases como motor de la historia.

¿Se resuelve con el modo socialdemócrata a la perfección el problema de la igualdad?: la respuesta es no, pero fortalece la idea de que la igualdad es la senda que debe recorrerse para alcanzar la justicia, y la justicia es una importante veta de la humanidad.

Ya lo hemos dicho, nuestra sociedad está llena de contradicciones, y como punto focal de ellas, las podemos sintetizar, en el ámbito social, en la constante búsqueda del equilibrio entre: igualdad – justicia – libertad.

He aquí la misión de los ideólogos en términos de pensamiento, he aquí la misión de los verdaderos políticos, el accionar la construcción de una sociedad equilibrada en esos tres componentes.

Hoy, como en otros momentos de la historia humana, hay un claro desequilibrio entre el ser humano, la sociedad y el Estado. Hoy, como en otras etapas históricas, se resalta al ser humano como individuo y los intereses particulares de ese individuo. Es así como la sociedad pasa a un segundo plano, y el Estado se mira como un obstáculo para el desarrollo de las personas, a través del encuentro en el espacio denominado mercado.

Hoy el ser humano se mira como consumidor o como comerciante, pero no se le mira desde el contexto de su arraigo social y hasta político, esta es una de las principales distorsiones fruto del liberalismo o neoliberalismo.

Por otro lado, en otros momentos del devenir histórico, la estructura que se ha resaltado es la de la sociedad, hundiendo en el anonimato al individuo, este es el alimento del marxismo y en mucho, de lo que hoy se denomina “socialismo del siglo XXI”.

Aparejada a esta situación viene el elemento de la idolatría del Estado (“Estatolatría”, la denominaron en Costa Rica los libertarios en su etapa más radical) y es el ser humano el que sirve al Estado y no el Estado el que sirve al ser humano, he aquí una de las esencias del totalitarismo.

Hoy los intereses particulares de los individuos sean consumidores o comerciantes, ya no se presentan solitarios, sino, que se organizan y al organizarse, obtienen más fuerza para presionar al Estado.

Así, frente a la explotación fruto del capitalismo neoliberal, en América Latina ha surgido una visión de corte marxista (Dentro de lo que cabe) y que le ha permitido a experimentos sociales como el cubano, mantenerse con “respiración artificial”.

Inclusive hoy, la democracia se encuentra distorsionada, hoy los grupos de presión dicen hablar por el pueblo, los partidos políticos dicen representar al pueblo y los gobiernos dicen ejercer el poder para el pueblo.

Pero lo más lamentable en Costa Rica, es que mientras los grupos, los partidos y el gobierno representan en el escenario de la historia la obra denominada “política” en nombre del pueblo, ese pueblo, o está mirando hacia otro lado, o ha abandonado el aforo en busca de cosas que le interesan más, incluso, la lucha por la vida misma.

Así entonces, el pueblo es consultado cada 4 años y por pocos minutos tienen la posibilidad de “participar en política”, al elegir dentro de los límites a quienes gobiernan y éstos, entran en la lógica de la puja por intereses particulares.

Entonces las recetas clásicas para abordar la triada: ser humano – sociedad – Estado, van desde las liberales o neoliberales: individuo fuerte, versus sociedad y Estado débiles; hasta las marxistas: Estado fuerte, versus individuo y sociedad débiles. Inclusive, aquí podría calzar lo que podríamos denominar la “fórmula fundacional del Partido Acción Ciudadana (PAC)”: sociedad fuerte, versus individuo y Estado débiles.

Frente a esto: ¿Cuál puede ser la propuesta socialdemócrata?: ¿No puede acaso lograrse un individuo, una sociedad y un Estado, verdaderamente fuertes?

Aquí, caemos en esta reflexión en un campo menos teórico y aterrizamos en una visión más histórica respecto a la socialdemocracia en Costa Rica… en la década de los cuarentas del siglo pasado, la búsqueda de darle un verdadero rostro social a nuestra democracia fue más claro.

En ello participaron tres fuerzas básicas: el socialismo cristiano, el marxismo y la socialdemocracia. La transformación fue lenta, no estuvo exenta de debates y desembocó en la guerra civil de 1948.

Los liberales ya habían dado su aporte a la fisonomía del país durante el siglo XIX y principios del siglo XX, pero la verdadera democracia social comenzó a construirse con las tres fuerzas antes mencionadas. Fue el momento de buscar la justicia en las relaciones laborales, se concretaron las garantías sociales, el Seguro Social etc.

De manera muy sintética, debemos decir que desde el gobierno operaban los sectores socialcristianos y marxistas (Caldero comunismo) y desde la oposición, se iba consolidando la corriente socialdemócrata (Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, Acción Demócrata)

Esta corriente socialdemócrata compartía con la alianza caldero – comunista, las ideas propias de los programas sociales y protección a la clase obrera, pero descalificaban la forma de gobernar del oficialismo y la corrupción que de 1940 a 1948, era por demás evidente.

Una vez más, de manera muy resumida, debemos decir que al explotar la guerra civil de 1948, sus consecuencias fueron más allá del triunfo de los socialdemócratas sobre el caldero – comunismo, por la vía de las armas.

Con dicho triunfo, el modelo de Estado liberal pasaba al olvido, se arrebata el poder a la oligarquía y se robusteció el fortalecimiento de la clase media, he ahí la modernización de la sociedad costarricense.

Hoy, Costa Rica vive una profunda crisis moral, social, política, acicateada por serios problemas de desigualdad y pobreza. Estas amenazas ponen en gran peligro la herencia de corte reformista que viene de la década de los cuarentas del siglo pasado, de hecho, el avance del modelo de liberalización económica, ya ha golpeado bastante esa herencia.

La respuesta debe ser encontrada en un gran esfuerzo intelectual, que permita hallar las soluciones que el país necesita: hoy más que nunca se requieren ideólogos que desde las diversas corrientes de ideas, fijen la hoja de ruta que debe seguirse, la socialdemocracia no está libre de esa responsabilidad.

Es más, en nuestro particular punto de vista, esa responsabilidad de la socialdemocracia podría resumirse como la búsqueda de una sana y realista síntesis entre lo mejor del socialismo cristiano, la izquierda marxista y la socialdemocracia misma, en su aporte y concreción en la sociedad costarricense.

Esto debe hacerse, de lo contrario, de alguna manera, con ritmo sostenido, el Libertarismo de derecha y el llamado “socialismo del siglo XXI” podrían ir asumiendo una posición de cierta fuerza en nuestro país, lo que consideramos peligroso.

Contrario a lo que incluso algunos políticos han dicho, la respuesta a los desafíos de Costa Rica, están en ampliar la democracia económica, política y social.

Así las cosas, debe volver a leerse y reflexionarse el pensamiento de Monseñor Thiel, de Jorge Volio, de Monseñor Sanabria, de Luis Barahona…

Debe volver a leerse y reflexionarse el pensamiento de Vicente Sáenz, de Manuel Mora…

Debe volver a leerse y reflexionarse el pensamiento de Rodrigo Facio, José Figueres, Carlos Monge, Daniel Oduber, Luis Alberto Monge…

Esta última idea de síntesis de pensamiento, puede ser muy osada para muchos, pero nos parece necesaria en pro de reconstruir nuestra democracia social.

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