Una cumbre trascendental

Y usted… ¿qué opina?

Fernando Berrocal

Fernando Berrocal Soto

Este miércoles 15 de noviembre, en San Francisco, California, se reunirán los dos líderes más importantes del mundo: el presidente Joe Biden de los Estados Unidos y el presidente Xi Jimping de la República Popular de China.

Es una cita cumbre trascendental, entre las dos grandes potencias económicas, militares y geopolíticas del mundo actual, en un momento crítico y decisivo de la historia de la humanidad y con el trasfondo de dos crisis militares de alto y explosivo voltaje: la guerra de Rusia en Ucrania ( apoyado este último país por los Estados Unidos y los miembros europeos de la poderosa alianza militar que es la OTAN) y la guerra de Israel contra el grupo terrorista Hamas en Gaza ( en el contexto de hechos extremadamente censurables y dolorosos y la reciente cumbre de los países árabes y musulmanes realizada en Arabia Saudita y su apoyo irrestricto a la creación de un Estado Palestino). Dos guerras sangrientas y destructivas que acaparan con toda razón la atención de la humanidad y amenazan la paz mundial y el futuro de todos los pueblos y países de la tierra.

Desde Washington se dice, oficialmente, que “el objetivo de la reunión será estabilizar las relaciones entre Estados Unidos y China, aclarar malentendidos y abrir nuevas líneas de comunicación”. Desde Beijing no se dice mucha cosa y no se especula con las posibilidades y las expectativas. Es bien sabido que, mientras los estadounidenses viven y respiran existencialmente en el presente y su filosofía política es el pragmatismo, los chinos ven las “cosas de este mundo” en la perspectiva temporal de los siglos y con la paciencia propia de su filosofía y tradiciones, en donde el tiempo juega siempre a favor del más astuto, prudente y el que tenga más capacidad de resistencia, sin renunciar ni por un minuto al más estricto y frío de los pragmatismos. Así son los chinos.

Ya lo decía Teng Tsiao Ping, el fundador de la moderna China: “No importa el color del gato. Lo que importa es que cace ratones”. Ese es el punto de fondo y si alguien ha llevado esa frase lapidaria a sus límites de éxito es el presidente Xi, transformando la rural, atrasada e ideologizada China comunista de la revolución maoísta, en una competitiva y poderosa potencia económica, militar y tecnológica mundial con un PIB de más de $18 trillones ( millones de millones), solo superada precisamente por el PIB de los Estados Unidos que representa más de $25 trillones ( millones de millones), según datos del Banco Mundial a la altura del cierre del año 2022. Ambas potencias mundiales juntas, representan más del 40% del PIB mundial. La diferencia fundamental es que, los Estados Unidos se transformaron en la gran potencia mundial desde fines de la II Guerra Mundial en el año 1945, hace ochenta años, mientras que el surgimiento exponencial económico y geopolítico de China es un fenómeno sin precedentes de las últimas dos décadas. Al punto que, hoy en día, ambas potencias representan los dos grandes paradigmas de la política mundial.

La reunión se llevará a cabo, además, al margen del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en un momento histórico y planetario e igualmente hay que decirlo y recalcarlo, en que la economía y la geopolítica mundiales revalorizan y refuerzan el papel del Pacífico frente al dominio de siglos del Atlántico. Ese movimiento, a su vez, desde la perspectiva y las opciones de crecimiento y desarrollo integral de Costa Rica, por nuestra ubicación territorial privilegiada en el medio de las Américas y con costas y puertos en los dos Océanos, nos revaloriza en importancia estratégica como país y, esa realidad objetiva, debe ser integrada a nuestra visión nacional del presente y el futuro, en materia de política internacional y comercio exterior.

Digámoslo con toda claridad y precisión: si algo le conviene a Costa Rica es, precisamente, un clima de distensión y buenas relaciones entre los Estados Unidos y la República Popular de China, de modo que su competencia económica y comercial se desarrolle en paz y con base a las realidades objetivas, las exigencias legítimas del comercio internacional y las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). A contrario sensu, si algo nos afectaría y limitaría en nuestras opciones reales y ciertas, como país, para un desarrollo integral en lo económico y social de nuestra sociedad y el ejercicio pleno de nuestra soberanía e independencia nacional, es que esos dos gigantes económicos, militares y geopolíticos, entrasen en una etapa equivocada de contradicciones y conflictos en sus relaciones y que, esa circunstancia negativa, diera lugar a una segunda Guerra Fría. Bastante sufrió la humanidad con la primera Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, para regresar ahora a un conflicto internacional de esa naturaleza entre los Estados Unidos y la República Popular de China. Sería un terrible y enorme retroceso mundial.

Una segunda Guerra Fría, sería un absurdo y una locura impropia de las grandes aspiraciones de la humanidad en el siglo XXI. Un siglo que debe ser de fronteras abiertas y de intensas y positivas relaciones económicas, culturales y sociales entre todos los pueblos y países de la tierra y que solo será posible si aceptamos y promovemos la multipolaridad y no el regreso a las verticalizaciones e imposiciones de los hegemonismos unipolares o bipolares.

A esa trampa ideológica y contraria al espíritu de los tiempos, en el siglo XXI, debemos oponernos y hacer valer, como país, nuestra voz democrática, independiente y soberana en el mundo, con una política internacional inteligente y una inserción progresiva y audaz en la economía mundial que potencie, prioritariamente, nuestras fortalezas nacionales y genere las inversiones extranjeras y la transferencia de las mejores tecnologías, vengan de donde vengan, en un mundo globalizado e integrado por el libre comercio internacional. Por pequeña que sea nuestra voz, en la “aldea global” del presente, Costa Rica tiene la fortaleza moral y la obligación histórica y ética de defender esa visión y ese nivel de política internacional y comercio exterior.

Lo hicimos en medio de aquella Guerra Fría en el siglo pasado, cuando don Pepe Figueres, en su tercer gobierno (1970-74) estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética e igualmente nos adelantamos a muchos países de nuestra región y de América Latina cuando, en el segundo gobierno de Oscar Arias (2006-10), hicimos lo propio al establecer relaciones diplomáticas y comerciales con la República Popular de China. En ambos casos sin que, esas decisiones soberanas de política internacional, afectaran en lo más mínimo nuestra opción histórica por el sistema de vida en libertad y democracia y nuestras relaciones con los Estados Unidos y con los países de la Unión Europea que son nuestros tradicionales socios y aliados estratégicos. Lo uno no quita lo otro y en esa dirección hemos sido pioneros y hemos actuado con gran visión y realismo, a pesar y más allá de las presiones en contrario.

Así debe seguir siendo de abierta y constructiva la política internacional de Costa Rica con todos los pueblos y países de la tierra, al margen de sus sistemas políticos, sus tradiciones culturales y su organización social y política. De ahí que esperamos los mejores y más positivos resultados y le debemos dar, desde la perspectiva de Costa Rica, la mayor importancia a esta reunión cumbre entre los presidentes de los Estados Unidos y la República Popular de China, en la tesis de que, ambas potencias, por el poder real que en sí mismo representan y su influencia decisiva sobre los acontecimientos mundiales, en los cuatro puntos cardinales de la tierra, independientemente de sus liderazgos de cúpula, se refleje también en todas sus estructuras de poder las ventajas positivas de unas buenas y pacíficas relaciones entre ambas potencias y sus aliados más reconocidos y activos. Esa visión general e integral es fundamental para cumplir con la AGENDA GLOBAL a que estamos comprometidos todos los países, sin excepción, en función de los temas urgentes y prioritarios sobre el destino mismo del planeta, la sobrevivencia de la condición humana en el siglo XXI, en un mundo en paz mucho más justo y equitativo, con una mejor distribución de la riqueza y las oportunidades entre todos los países de la tierra.

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Un comentario

  1. Fernando Berrocal

    Agrego:

    Costa Rica tiene firmados Tratados de Libre Comercio con los Estados Unidos, la República Popular China y otros países de menor desarrollo como México.

    Nuestro Estado de Derecho establece, además, que las licitaciones y compras del Estado se rigen por criterios de oportunidad, calidad y precio.

    No se puede, en consecuencia, por la vía de un Decreto Ejecutivo, discriminar a empresas o favorecer a otras, en razón de su nacionalidad de origen. Ese Decreto Ejevutivo es ilegal e inconstitucional.

    Así lo declarará, estoy seguro, la Sala IV en el caso del Decreto Ejecutivo sobre la aplicación de la tecnología 5G, por cuanto además el Convenio de Budapest se refiere a otra materia y eso es claro y concluyente de su texto.

    Además de ignorancia sobre nuestro Estado de Derecho, no se puede ni se vale jugar así, como país, en materia de política internacional, comercio exterior, inversiones extranjeras y transferencia de tecnología, si queremos ganarnos un espacio de respeto y seguridad jurídica mundial, como el que se merece y necesita Costa Rica para desarrollarse integralmente.

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