Sonia Picado

Monólogos con Pelé *

Lina Barrantes

Lina Barrantes Castegnaro

Una tarde de febrero o marzo de 1979, no preciso, un martes de tarde soleada y agradable, un grupo de jóvenes nos aprestábamos a recibir nuestra primera clase de derecho.

Muchos de nosotros habíamos comenzado nuestra vida universitaria esa misma semana, conociendo el Edificio de Aulas, y el pretil esa mañana. La emoción, el susto, los nervios…

Ese día, nos topamos en el segundo piso de la Facultad de Derecho de la UCR hablamos de Robinson Crusoe, y de cómo el derecho, escrito o no, está presente en todos los actos de nuestra vida. Ese día, salimos entusiasmados y apasionados con nuestra decisión de estudiar derecho. Ese día conocimos a Sonia Picado. Doña Sonia era la profesora que habíamos escogido para Introducción al Estudio del Derecho.

Esperábamos con ilusión dos veces por semana durante un año entero sus clases. Cuando terminó ese año, pasamos a esperar que pasara rápido segundo año, para tener la opción de volverla a encontrar en 3 año en Filosofía del Derecho.

Doña Sonia decidió presentar su nombre, en medio de una crisis enorme a la decanatura de la Facultad de Derecho. Fue una campaña apasionada en la que recuerdo a casi todos mis compañeros participando activamente. Fue una linda campaña en la que llevamos por primera vez, en la historia de una de las Escuelas más viejas de la Universidad de Costa Rica, a una mujer a la Decanatura de la Facultad de Derecho.

Muchos de mis compañeros – casi que creo ser la excepción – se dedicaron al derecho. Manuel Martinez, Rocio Amador, Carlos Pantoja, Cristina Viquez, Ana Lorena Brenes, Carlos Alvarado, Jorge Galva, son algunos de ellos. Estoy segura de que todos recordamos muchas de las cosas que aprendimos con doña Sonia. Doña Sonia fue

Personalmente tuve la suerte, a mi regreso al país, luego de cuatro años fuera, de trabajar en el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, en el que tuve la experiencia de conocerla ya no desde la academia, sino desde la gestión y administración de proyectos. Doña Sonia era impresionante. El Instituto crecía y crecía gracias a sus habilidades para dirigirlo.

Hace unos días, doña Sonia fue condecorada por el Emperador del Japón, con la Orden del Sol Naciente, Estrella de Oro y Plata, y a propósito de esa condecoración, el Canciller de Costa Rica en funciones, Alejandro Solano dijo: “Doña Sonia una estrella de Costa Rica que ha iluminado al mundo con su compromiso, su pasión y empeño por las más justas y nobles causas”.

Quiero en estas breves notas decir, haciendo mías esas palabras de don Alejandro Solano, que en lo personal, doña Sonia ha iluminado mi vida con su compromiso, su pasión y empeño por las más justas y nobles causas, y que me siento muy muy complacida de que haberla topado en esa mi primera clase de derecho hace ya muchos años en la Universidad de Costa Rica.

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* Pele fue mi perro, un beagle. Durante 10 años, escuchó pacientemente las reflexiones que de vez en cuando decidí poner en blanco y negro. Por su complicidad, decidí poner este nombre a la columna.

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