Sobre el cielo y la tierra del Papa Francisco (I)

Vía costarricense

Johnny Soto Zúñiga

Johnny Soto Zúñiga

El cardenal Jorge Mario Bergoglio, desde el 13 de marzo de 2013 es el Papa Francisco. Por primera vez un latinoamericano llega a la cúspide del poder del Vaticano; este argentino se convierte en el jefe de la Iglesia Católica. Realmente nos sorprendió su designación a los ciudadanos (as) de esta región. Al Papa Francisco, se le considera un hombre humilde, bondadoso, cercano con las comunidades; al parecer su gestión se proyecta para hacer historia y cambiar los paradigmas dentro del Vaticano y la Iglesia.

Su pensamiento y fe antes no era muy difundido. Es lógico que solamente los conocedores y seguidores leían sus ideas y escritos; pero a partir de convertirse en el nuevo líder de la Iglesia católica, sus libros, documentos, opiniones comienzan a diseminarse por todo el globo terráqueo. Me he encontrado un interesante libro llamado “Sobre el cielo y la tierra” es el resultado de una serie de profundas conversaciones entre Jorge Bergoglio -Papa Francisco- y Abraham Skorka, también argentino y rector del Seminario Rabínico Latinoamericano.

Son muy interesantes los temas tratados, y más para los que nos gusta el estudio de estas opiniones de Fe; con el fin de lograr una luz ante tantas interrogantes que nos hacemos día a día sobre este mundo. Se dice que dialogaron sobre cuestiones teológicas y terrenales. Dios, el fundamentalismo, los ateos, la muerte, el holocausto, la homosexualidad, el capitalismo y otros aspectos fundamentales para poder conocer el pensamiento y fe de estos dos argentinos en un diálogo interreligioso y de hermandad como la católica y la judía. Trataré de resumir lo expresado por estos dos eruditos de la Fe.

1. Sobre Dios: Skorka señala que hace muchos años que se conocen y que se forjó una fraternal amistad entre ellos. Lo primero que los unió fue y sigue siendo Dios, quien hizo cruzar sus caminos y permitió revelar la verdad de sus corazones. Por ejemplo, cuando Dios le dice a Abraham: “Camina delante de mí y sé íntegro”. O cuando el profeta Miqueas le quiere explicar al pueblo de Israel lo que Dios espera, y entonces le dice: “Hacer justicia, amar la piedad y caminar con humildad junto a tu Dios”. Bergoglio expresa: ¡Qué buena la palabra camino! En la experiencia personal de Dios no puedo prescindir del camino. Diría que a Dios se lo encuentra caminando, andando, buscándolo y dejándose buscar por Él. El hombre recibe la creación en sus manos como un don. Dios se la da, pero a la vez le impone una tarea: que domine la Tierra.

2. Sobre el Diablo: Bergoglio señala: El Demonio es; teológicamente, un ser que optó por no aceptar el plan de Dios. La obra maestra del Señor es el hombre, algunos ángeles no lo aceptaron y se rebelaron. El Demonio es uno de ellos. En el libro de Job es el tentador, aquel que busca destruir la obra de Dios, el que nos lleva a la suficiencia, a la soberbia. Jesús lo define como el padre de la mentira, y el libro de la Sabiduría dice que el pecado entró en el mundo por la envidia del Diablo a la obra maestra de Dios. Sus frutos son siempre la destrucción, la división, el odio, la calumnia. Y en la experiencia personal, lo siento cada vez que soy tentado para hacer algo que no es lo que Dios me pide. Creo que el Demonio existe. Quizá su mayor éxito en estos tiempos fue hacernos creer que no existe, que todo se arregla en un plano puramente humano.

Skorka expresa: La concepción judía es tremendamente amplia. Dentro de la mística existe lo que llaman “el otro sentido”, algo así como sí hubiera fuerzas del mal. Si bien en la Biblia aparece esa imagen primigenia de la víbora –y que podría interpretarse como una fuerza del mal que incita al hombre en contra de Dios –en el caso de Satán de Job, al igual que el que aparece en Bilam, se trata más bien de hipóstasis de Dios. El Satán, en el caso de Job, formula delante del Señor las dudas que emergen en nuestra conciencia al ver un hombre íntegro que agradece a Dios mientras no le falta nada en la vida: si lo bendijo con todo, ¿por qué no ha de agradecerle a Dios? ¿Hará lo mismo a la hora de la angustia?

Cuando hablamos del bien y del mal que se manifiestan en la creación, hay un versículo que es el que a más le convence; aparece en el libro del profeta Isaías y dice que Dios es el hacedor de la luz y el creador de la oscuridad, el que hace la paz y el que crea el mal. Es un versículo muy complicado que se interpreta diciendo que, al igual que la oscuridad, no existe en sí mismo, sino que es la ausencia de la luz. El mal es quitarle el bien a una realidad y tampoco existe en sí mismo. Más que de un ángel, se prefiere hablar del instinto. No se trata, de un elemento externo sino de una parte interna del hombre que desafía al Señor.

3. Sobre los Ateos: Bergoglio señala: Cuando se encuentra con personas ateas comparte las cuestiones humanas, pero no les plantea de entrada el problema de Dios, excepto en el caso de que se lo planteen. Si eso ocurre, les cuenta por qué cree. Ser creyente, esas riquezas son un don de Dios. También que el otro, el ateo, eso no lo sabe. No encara la relación para hacer proselitismo con un ateo, lo respeta y se muestra “como soy”. De todas formas conoce más gente agnóstica que atea, el primero es más dubitativo, el segundo está convencido. Tenemos que ser coherentes con el mensaje que recibimos de la Biblia: todo hombre es imagen de Dios, sea creyente o no.

Skorka señala: Coincide con lo que dijo, el primer paso es respetar al prójimo. Pero agrega un punto de vista: cuando una persona dice “yo soy ateo”, creo que está tomando una postura arrogante. La posición más rica es la del que duda. El agnóstico piensa que no halló todavía la respuesta, ahora el ateo está convencido, ciento por ciento, de que Dios no existe. Tiene la misma arrogancia que quien asevera que Dios existe, tal como existe esta silla sobre la que estoy sentado. Los religiosos somos creyentes, no damos por hecho su existencia. La podemos percibir en un encuentro muy, muy, pero muy profundo, pero Él nunca lo vemos.

El único que, según la Torá, explícitamente hablaba con Dios, cara a cara, era Moisés. A los demás -Jacob, Isaac-, la presencia de Dios les llegaba en sueños o en refracciones. Decir que Dios existe, cual si fuera una certeza más, también es una arrogancia, por más que yo crea que Dios existe. No puede afirmar superficialmente su existencia porque se debe tener la misma humildad que se le dice al ateo. Lo exacto sería señalar –como Maimónides enuncia en sus trece principios de la fe “yo creo con fe plena que Dios es el Creador”. A diferencia del ateo que asegura que no existe y elimina cualquier tipo de duda -, se utilizz la palabra fe, que implícitamente deja traslucir algún margen de incerteza.

De alguna manera, digamos, le da cierto crédito -mínimo- a lo que escribió Sigmund Freud, que decía que necesitamos la idea de Dios por nuestra angustia existencial. Pero después de haber investigado con cierta profundidad las posturas que niegan la existencia de Dios, vuelvo a creer. Cuando se cierra el círculo vuelve a sentir la presencia de Dios. Pero cuando pensamos en Dios hay que hacerlo en términos especiales, no desde la lógica común. Maimónides explica que Él conoce las cosas en su forma completa. Nosotros solamente tenemos un conocimiento limitado. Si tuviésemos el mismo conocimiento que Él, seríamos dioses.

Vamos a dejar aquí esta primera parte de algunos aspectos tratados en este diálogo interreligioso entre Jorge Bergoglio hoy Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica y Abraham Skorka, Doctor en Ciencias Químicas, rabino y rector del Seminario Rabínico Latinoamericano, tenaces promotores del diálogo sobre el cielo y la tierra, de temas sobre las religiones, la oración, la culpa, el fundamentalismo, la muerte, eutanasia, la ciencia, la educación, la familia, la política y el poder, la globalización, el Holocausto, el conflicto árabe-israelí y otros conflictos, el futuro de las religiones etc.

Los anteriores temas los iremos tratando en otras entregas, con el fin de conocer las opiniones del Papa Francisco, su fe y el papel de la Iglesia en el siglo XXI, así como las propuestas judías mediante el rabino Skorka, que han abierto este diálogo interreligioso a todos los interesados en estos temas; que solo beneficios puede traer a todos (as) los que estén deseosos de iluminar su interior, obtener más conocimiento y acercarse a Dios.

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