Rodrigo Chaves Robles PresiMiente de Costa Rica

Claudio Alpízar Otoya

Chaves

Hoy con autoridad y sin temor a equivocarnos podemos afirmar que el Presidente de la República es más un PresiMiente. Un mentiroso compulsivo que inventa mentiras que no son posible sostener con el tiempo, historias que se desnudan con facilidad, no en días ni meses, sino en minutos u horas. Mentiras que sus detractores y la prensa independiente con facilidad descobijan ante la opinión pública. Aun así, sigue mintiendo sin sonrojo en cada entrevista que da o en cada escena del show de los miércoles, mal llamado conferencia de prensa.

Miente con el trámite del nuevo Hospital de Cartago, miente sobre la pista del aeropuerto Daniel Oduber en Liberia, miente sobre la contratación de Dekra, miente cuando habla de la venta del Banco de Costa Rica, miente con el uso de los recursos del BCIE.

Miente cuando deshonra con impunidad a sus adversarios y a quienes se alejan de su gabinete. Miente sobre la ruta del arroz, miente sobre las jornadas de 12 horas, miente cuando habla del presupuesto para la seguridad nacional.

Mintió sobre los decretos de la vacunación obligatoria contra el COVID-19, mintió sobre el aumento que el mismo firmó siendo ministro de Hacienda para los empleados de la CCSS, mintió sobre la situación financiera de la CCSS.

Miente cuando se desliga de sus responsabilidades y se las pasa a los otros poderes de la República. Mintió cuando dijo que él había conseguido 225 millones de dólares con el BID para terminar la construcción de la carretera Florencia-Naranjo, mintió con el proyecto agua para Guanacaste (Pacume) inclusive queriéndose apropiar del mismo y a la fecha ni un dedo ha movido para hacerlo realidad.

Miente sobre la construcción de la carretera a San Carlos, miente sobre lo que buscaba con la pauta publicitaria en SINART, miente cuando ignora el papel del OIJ en la seguridad del país. Miente cuando desacredita las grabaciones de una exMinistra en las que quedó en evidencia su personalidad. Miente, miente y miente siempre, porque la mentira es su arma “política” preferida.

Les miente a los medios nacionales, ya sean estos los que él ha definido como prensa “canalla” o a la prensa vasalla que abraza por complaciente. Le miente al periodista Fernando del Rincón en CNN, le miente a sus seguidores y a sus adversarios. Miente en privado o en cadena nacional.

Como consagrado mitómano, miente sobre la misma mentira y amplia sus falsas historias y diatribas.

Miente cuando dice que le preocupa los pobres y todos los días afecta los programas y la inversión social. Miente cuando beneficia al importador y arruina al productor nacional. Miente porque seguramente toda su vida ha sido una mentira.

Por mentiroso le pierden confianza en su gabinete y por eso la diáspora de renuncias y despidos es constante. Con la mentira siente que elude sus responsabilidades y busca conseguir el afecto de quienes lo siguen, cada día menos. Por mentiroso pierde lo más valioso en un buen político: credibilidad.

Miente porque teme mostrarse tal cual es, sin embargo, son tantas las mentiras que con el tiempo se ha desnudado en su verdadera personalidad, en su estilo sociopático.

Miente cuando dice que le preocupa Costa Rica, miente cuando dice que trabaja fuerte y llega a Casa Presidencial a las 10am a iniciar su jornada laboral, y se retira temprano. Miente al decir que aprecia la democracia, pero todos los días golpea la independencia de poderes y la institucionalidad democrática. Miente porque promueve con ello el culto a la personalidad y manipula a unos cuantos.

Miente cuando dice que es “muy” sincero, miente cuando dice que habla viendo a los ojos. Miente porque es su única manera de subsistencia. Miente cuando se equivoca porque no tiene la valentía de aceptar sus errores.

Pero el PresiMiente le hace un gran daño al país y a nuestra democracia, más cuando olvida la premisa siempre vigente de Aristóteles: “El castigo del embustero es no ser creído aun cuando diga la verdad”, a lo que agregaría que quien vive con la mentira perece ante la verdad. A lo mejor al final de su gobierno será recordado como un Tartufo muy propio de la comedia de Moliere.

Polititólogo

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